11 al 13 de Septiembre de 2008, Mendoza, Argentina

Entrevista al Dr. Carlos A. Soria

Presidente del Segundo Congreso Argentino de Adolescencia, Salud Mental y Trastornos Adictivos.

Segundo Congreso Argentino de Adolescencia, Salud Mental y Trastornos Adictivos

Con motivo de la realización del Segundo Congreso de Adolescencia, Salud Mental y Trastornos Adictivos, IntraMed entrevistó a su presidente, Dr. Carlos A. Soria. En un breve recorrido por los tópicos centrales del encuentro, el Dr. Soria ofrece una muestra de su infrecuente habilidad para integrar saberes y disciplinas por encima de las disyunciones ingenuas frente a problemas sociales y médicos que demandan lo mejor de cada uno para ir en busca de las soluciones que el actual estado de situación demanda imperativamente. Como siempre ha sido un lujo conocer el pensamiento versátil e inteligente de un hombre que ha sabido superar con fundamentos sólidos el clásico encierro disciplinar.

Entrevista:

"Se puede convocar al diablo pero no es posible regular sus acciones"

¿Cuáles son los motivos que hacen a la adolescencia un período de alta vulnerabilidad para las adicciones?

Está probado que la vulnerabilidad para las adicciones se  incrementa en las etapas de transición y, como pocas, la pubertad resulta un período de inestabilidad, cambio y transformación. Remarco pubescencia como concepto neurohormonal a diferencia de adolescencia que refiere a un fenómeno de cuño cultural. Son inherentes a la misma la búsqueda  del riesgo, el desafío y la novedad y,  como en ningún otro momento de la vida, resulta tan extrema la vulnerabilidad a  la presión de los pares y el entorno  social. A la inseguridad propia de la etapa –y su correlato compensador, la omnipotencia-  se agrega la inmadurez de la corteza prefrontal: el juicio, el raciocinio y la capacidad para discernir consecuencias nocivas no se han alcanzando aún. Influyen también otras variantes  del neurodesarrollo -como la cuantía de receptores dopaminérgicos en el núcleo accumbens masculino que resulta notablemente superior a la del cerebro femenino- y explicaría la mayor incidencia del abuso de drogas por los varones en esta edad.  Si el torrente vital de estos años no encuentra el dique familiar y el cauce social favorecedor el riesgo virtual deviene en peligro real.

¿Cuál es el estado del tema en nuestro medio?

Dramáticamente preocupante. La epidemia adictiva derribó barreras etáreas  y socioeconómicas,  verificable en el  dato alarmante de la creciente tolerancia social. El modelo tóxico de existencia está instalado y sus consecuencias en el largo plazo resultan imposibles de ponderar.

¿Existen condicionantes previos como las "patologías del tercer milenio" que faciliten las conductas adictivas?

Claramente, el fenómeno de  la drogodependencia resulta multideterminado. Podemos rastrear sus causas  en  lo genético, neurobioquímico, psicológico, social y axiológico. La actual epidemia   parece sustentarse, primordialmente,  en las variables  social y  axiológica. Si la pensáramos como una patología determinada únicamente  por factores genéticos, neuroquímicos y psicológicos su número permanecería estable en las distantes sociedades, lo que no está ocurriendo. La realidad muestra un claro encadenamiento a factores sociales. En pocos años  hemos comprobado cambios dramáticos en la organización social de lo que el relativismo moral es clara expresión. Los que en 1968, en el mayo francés, proponían  “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”, desesperan hoy viendo a sus hijos  hundirse en el nihilismo y la autodestrucción. Se puede convocar al diablo pero no es posible regular sus acciones. No sólo es un problema de ausencia de valores sino la presencia activa de disvalores, antivalores y de construcción de pseudoselfs, con su crisis de sentido y su abulia vital.

Respecto a las “patologías del tercer milenio” creo que expresan lo que se ha llamado el genoma lag,  un “retraso” en la actualización de nuestros patrones de respuesta a estímulos, sucintamente: desde una  perspectiva evolutiva, sabemos que hay vida en el planeta desde hace unos 4.000 millones de años y que nuestra especie sapiens se integra a la espiral evolut¡va hace unos 150 mil  años. Diez mil años atrás,  el dominio de  la agricultura y la domesticación de algunos animales nos  sustrajo  de nuestra vida de carroñeros, cazadores y recolectores dando impulso a lo que conocemos como civilización. Hasta entonces nuestra adaptación evolutiva al ambiente se hacía por selección de respuestas emocionales. Desde el punto de vista neurofisiológico, una emoción  supone un cambio interior que promueve una conducta al servicio de la   adaptación. Estos cambios han quedados imbricados en nuestro genoma, como reservorio de las mejores estrategias de adecuación al ambiente, que ha sufrido cambios extremos a partir de nuestro ingreso en estos 10 mil años de civilización, produciendo una suerte de “genoma lag”, de retraso en el genoma,  y esto hace que pervivan  respuestas ancestrales que resultan inadecuadas en el contexto actual. Allí está la matriz neurobiológica del estrés y sus  enfermedades relacionadas.  Buena parte de la consulta actual se centra en lo que conocemos como neuroticismo una tendencia a responder con síntomas de ansiedad y depresión al estrés.

"Los grandes problemas de la humanidad no podrán resolverse sin una integración de las ciencias sociales y las humanidades, plantear las combinaciones más que las disyuntivas es un requerimiento del pensamiento científico avanzado, creativo y eficaz. Un marco de consiliencia, de integración de las ciencias y las artes en un terreno común de explicación"

¿Cuáles son los objetivos centrales del congreso?

Sostener y favorecer un espacio de formación, intercambio e integración que responda a la exigencia transdisciplinaria de la Neurociencia actual.

La era genómica  que, con mayor o menor conciencia estamos transitando, borrará probablemente las diferencias de filiación. En pocos años seremos todos neurocientíficos, integrantes de una filarmónica en la que se ensamblará y fortificará el virtuosismo individual. Los grandes problemas de la humanidad no podrán resolverse sin una integración de las ciencias sociales y las humanidades, plantear las combinaciones más que las disyuntivas es un requerimiento del pensamiento científico avanzado, creativo y eficaz. Un marco de consiliencia, de integración de las ciencias y las artes en un terreno común de explicación.

Es nuestro deseo y esperanza que seamos la generación afortunada que alcance  lo que en 1984  profetizaba Henri Laborit: “Sólo podemos hacer una psiquiatría de urgencia, la verdadera psiquiatría vendrá, quizás,  en el próximo siglo. Será una suerte de epidemiosociología hacer comprender a los hombres cómo funciona su cerebro, cómo funciona el del prójimo y cómo pueden establecer relaciones armoniosas entre sí”.


Dr. Carlos A. Soria

 .- Médico psicoanalista.
.- Especialista en Farmacología Clínica.
.- Especialista en Psiquiatría.
.- Presidente de la Asociación Argentina de Psicofarmacología

  


 Segundo Congreso Argentino de Adolescencia, Salud Mental y Trastornos Adictivos

.- Simposio Internacional de Ansiedad y Trastornos del Ánimo
.- Primeras Jornadas de la Asociación Argentina de Psicofarmacología.
.- Encuentro Latinoamericano de Sociedades Científicas en Adicciones.

Queridos colegas:

Desde todos los rincones de la  Nación  Argentina y de países hermanos llegan ustedes a construir  este Congreso y por ello nuestro agradecimiento.
Permítanme presentarles el suelo al que arriban y el fruto humano que ha generado esta tierra. La geografía explica su esencia y mejores rasgos. Abruma el desierto  que la rodea, la aridez del terreno requiere de mucho esfuerzo para alcanzar el sustento cotidiano e hizo –inevitablemente- a este pueblo industrioso, serio,  hondamente arraigado a sus raíces y  habituado al trabajo mancomunado. Reza la copla cuyana, “la tierra lo da y el granizo lo lleva”,  debe ser humilde el hombre que trabaja con un socio en el Cielo. Existe otra región de aspectos similares, la que se extiende entre el Tigris y el  Eufrates,  por ello se ha sentido tan como en casa la  inmigración de origen árabe. Su tienda simbólica será siempre hospitalaria, generosa, abierta al visitante al que   entrega lo mejor  que posee, este anfitrión no juzga intenciones sólo las acciones concretas definen aquí el valor de un hombre.  De fondo, los Andes  nos recuerdan nuestra pequeñez, futilidad y promueven  la cooperación amable como  imperativo de supervivencia.

En este enclave compartiremos lo que cada uno hace en su tarea científica e intentaremos responder a los nuevos desafíos de nuestra disciplina. Esbozo sólo alguno de los retos: la era genómica que estamos transitando, surge de la polinización  cruzada de la física cuántica, la informática y la ingeniería genética,  promete  ser la más grande revolución científica de la Historia humana y convertirá a este  siglo,  en el siglo de la biotecnología.

Reconocerlo implica que habremos de ejercer en el mundo de la transdisciplina. Poco importa nuestra filiación de origen, en pocos años seremos todos neurocientíficos. Nos requerirá un férreo apego al método científico, a la producción de datos, a la integración de disciplinas y  al sometimiento de todo postulado al rigor de la evidencia. Disminuir vulnerabilidad y promover resiliencia imponen a la  psiquiatría  el definir cuál es el ambiente más propicio y adecuado para la generación  y la crianza de los hijos. Cómo deben administrar los padres ese juego misterioso de amparo y frustración que constituye la educación de un niño. En su anverso, la gerontología reclama su espacio, la juventud –el mítico y fugaz  tesoro- deberá ceder espacio social y recursos a promover   la dignidad de la vejez a la que todos llegaremos. Hemos realizado enormes progresos, la dilucidación del genoma jerarquizó el ambioma y la interacción epigenética como elementos centrales en lo que juzgamos como sano o enfermo. La alfabetización genética nos impone aprender  la nova lingua  genómica,  tan imprescindible como manejar idiomas y recursos informáticos. Nos exige, es cierto, pero nos libera del  terrible agobio de transmitir diagnósticos ominosos.

Tenemos el derecho y el deber de la esperanza, podemos afirmar a nuestros pacientes: “Esto es incurable…por ahora”. En pocos años -muchos menos de lo que imaginamos-  “nuestros lechos de piedra” serán perforables. El 90% de cuánto sabemos del cerebro se ha adquirido en los últimos 10 años. El optimismo se  impone. Aprendamos de los mendocinos,  forestemos, dejemos fluir las aguas del conocimiento por las acequias de estos encuentros, lustremos, pulamos y sintamos orgullo de cómo lucen los espacios en donde ejercemos nuestra tarea. Que los organizadores tengan su vendimia merecida y que la Ciencia sea la reina de este Congreso. Sí, como entendemos, la enfermedad mental es la patología de la libertad individual, inspirémonos en aquellos que aquí se  reunieron, partieron y obtuvieron la libertad política de otros hermanos. Liberar del dolor, permitir el sosiego de un bienestar productivo y dotar de sentido a la existencia han sido banderas de la escuela psiquiátrica mendocina, las hacemos propias e iniciamos el camino. Dios nos bendiga en esta tarea.

Con afecto les saluda

Dr. Carlos A. Soria
Presidente del Congreso.

Lugar: Mendoza.

Fecha 11 al 13 de Septiembre de 2008.

Información en:
www.saludmental2008.com.ar