
A pesar de que la Academia Americana de Pediatría recomienda cero hora de televisión para los menores de dos años, un estudio realizado en los Estados Unidos determinó que el 40% de los bebés de tres meses y el 90% de los que recién cumplieron los dos años pasan más de media hora por día frente a una pantalla. Incluso ya hay canales de TV exclusivos para los que usan pañales. Los expertos opinan que esta costumbre, en chicos cuyos aparatos psíquicos no están preparados para procesar los estímulos de los rayos catódicos, y que en muchos casos ni siquiera ven en colores, no será inocua para la salud.
Por Andrea Gentil
Prematuro. Los expertos insisten en que lo mejor es demorar el momento de exposición al televisor.
Aproximadamente el 40% de los bebés de tres meses y alrededor del 90% de los de 24 meses miran televisión y ven DVD o videos, de acuerdo con un estudio publicado en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, una de las publicaciones de la revista de la Asociación Médica de los Estados Unidos (JAMA). Eso, a pesar de que la Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños de menos de dos años deben pasar cero hora frente a una pantalla, y no más de dos horas diarias cuando apenas superan esa edad.
“Las consecuencias de esta costumbre de ver televisión y video desde tan chicos son enormes, en términos de salud pública. Hay razones empíricas y teóricas para creer que los efectos de la exposición a los medios electrónicos en el desarrollo de los chicos es más negativa si se produce antes de los treinta meses de edad”, aseguró el autor principal de la investigación, Frederick Zimmerman, de la Universidad de Washington, en EE.UU.
Los resultados de su estudio indican que la edad promedio a la que se comienza a poner a los más chiquitos frente a la pantalla es a los nueve meses, por alrededor de 40,2 minutos diarios. A los tres meses, los bebés miran menos de una hora por día, mientras que ya a los dos años miran más de una hora y media cada jornada.
Otra investigación de Zimmerman, en colaboración con investigadores del Seattle Children’s Hospital Research Institute, asegura que aquellos padres que quieran impulsar el aprendizaje de idiomas en sus hijos chiquitos deberían limitar la cantidad de tiempo que los exponen a DVD del estilo Baby Einstein y Brainy Baby. Para los investigadores, en lugar de ayudarlos, la sobreutilización de esas producciones es capaz de frenar la adquisición de vocabulario de los nenes de entre 8 y 16 meses de edad.
“El resultado más importante de estos ensayos es que no muestran que haya una clara evidencia de que ver DVD y videos le aporte algún beneficio a los bebés, y sí sugieren, en cambio, que puede introducirles algún daño”, aseguró Zimmerman.
Análisis
Para llegar a estas conclusiones, en ambos estudios se encuestó a 1.009 padres de chicos de entre 2 y 24 meses y se analizaron cuatro categorías de contenidos: programas infantiles educativos, programas infantiles no educativos, videos y DVD para bebés y programas para adultos (como talk shows o deportivos). Entre los estudiados figuran Plaza Sésamo, Arthur y Aceblue, Bob Esponja, Bob el constructor y Toy Story; además de programas para adultos como Los Simpson. El 29% de los padres consideró que la televisión es educacional o buena para el cerebro de los chicos, mientras que otro 23% señaló que es disfrutable o relajante. Un 21% concedió que les da tiempo para hacer cosas mientras los niños están entretenidos.
Polémica
“Sólo hay una cantidad fija de horas que los chiquitos están despiertos y alertas. Pero si ese breve tiempo de alerta se gasta frente a un televisor o mirando un DVD, en lugar de pasarlo con personas que hablan con ellos, los bebés no están recibiendo la misma experiencia lingüística”, explicó Andrew Meltzoff, codirector del Instituto para Ciencias Cerebrales y Aprendizaje de la Universidad de Washington.
En la Argentina, las opiniones convergen en que la cuestión es mucho más compleja que ver o no ver programas de TV y películas. “En realidad es difícil medir a nivel lenguaje los efectos de estímulos como la televisión. Pero a nivel de conducta hay que ver qué grado de interacción tienen esos chiquitos con esos padres”, sugirió Alexia Rattazzi, jefa de Psiquiatría Infantil en el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). Y agregó: “La falta de interacción con los padres y cuidadores es lo que falla, lo que la tele no puede dar. Ella y las películas no sustituyen de ninguna manera a los padres en lo referente al contacto y a la interacción social del chico con otras personas.”
Más allá de esto, Rattazzi se mostró asombrada por la cantidad de tiempo que, de acuerdo a estos estudios, los bebés de pocos meses pasan ante la tele. “Hay una determinada edad por debajo de la cual estos medios audiovisuales no sirven, entregan estímulos demasiado complejos para el desarrollo de un chico de tres meses. Basta tomar en cuenta que recién a los dos meses comienzan a procesar la información visual”, puntualizó. Y abundó: “Estos chiquitos necesitan actividades vinculadas con la motricidad y el cuerpo, con el contacto, con las sensaciones. Recién después de los dos o tres años pueden empezar a vincularse con la televisión cognitivamente. Antes no les da el aparato psíquico para aprovecharla.”
De acuerdo con Claudio Waisburg, jefe de Neurología Infantil del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, la infancia temprana (entre los cero y los tres años) sienta las bases del desarrollo posterior del individuo. “Es cuando el chico aprende a partir de su experiencia directa, manipulando objetos, explorando su ambiente, experimentando por medio del ensayo y error, además de la utilización de la escucha y la observación.” Y concluyó: “El desarrollo infantil es mucho más que crecer y madurar; es el producto de la totalidad de esas capacidades interactuando al mismo tiempo con factores individuales, el ambiente y la experiencia de cada sujeto”.
Los efectos en la alimentación
Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard, entre más televisión mira un nene de tres años, más cantidad de bebidas azucaradas y calorías extra consume.
“Por cada hora más de televisión, se incrementan en 46,3 las kilocalorías diarias consumidas”, aseguró Sonia Miller, autora principal del estudio.
“Aunque 46 calorías al día pueden parecer poco, con el tiempo significan una buena diferencia en el peso”, dijo Matthew Gillman, del Programa para la Prevención de la Obesidad de la Escuela de Medicina de Harvard. Para él, los estudios estiman que se podría explicar el exceso de peso de los adolescentes en los EE.UU. en los últimos diez años con sólo sumar 150 calorías diarias. Si esta brecha calórica se aplica a los más chicos, entonces cada hora de TV o video diaria podría explicar cerca de un tercio de ese aumento en la obesidad.
La Nación
"No seamos ingenuos" / Un manual para padres y docentes

Pedro L. Barcia sostiene que a los chicos les cuesta fijar conocimientos
Vivir al ritmo del videoclip y a fuerza de estímulos vertiginosos que le llegan por la Red coloca a los chicos de hoy frente a una pérdida notoria de su capacidad de atención en un solo objeto, así como a una ausencia de frecuencia narrativa en el relato. Vale decir que anula la aptitud para contarse a sí mismo y la capacidad para fijar conocimientos, entre otras pérdidas.
Tales afirmaciones son formuladas por el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, quien coordinó el libro No seamos ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios (Santillana), destinado a padres y docentes, recientemente publicado. La editorial lanzará en agosto próximo un blog que actualizará el manual en tiempo real, con los aportes e inquietudes que sumen los maestros y los padres.
Siete profesores de la Universidad Austral escribieron artículos sobre escuela y medios, el lenguaje audiovisual, la publicidad y su retórica, los nuevos medios electrónicos y la lengua en las nuevas tecnologías, entre otros contenidos destinados. El capítulo más novedoso de este trabajo es el de los nuevos medios electrónicos, donde se pone de relieve la nueva lógica cultural-digital.
En diálogo con LA NACION, Barcia dijo que "estamos viviendo una dicotomia muy grande entre el sistema de enseñanza en el aula y la realidad fuera de la escuela. El país va a tardar mucho para incorporar los lenguajes de los medios a la escuela, porque los docentes no tienen una actualización adecuada en el manejo de estos lenguajes". La idea del manual fue agrupar "los lenguajes mediáticos y su retórica, con ejemplos claros. Los padres y los docentes son responsables de orientar a los chicos en la comprensión de esos medios. Si el padre se aviva, el hijo se aviva".
Explica Barcia que los medios no son "ni ventanas abiertas, ni espejos fieles, ni instrumentos objetivos". Y en sintonía con la famosa teoría de Umberto Eco, "ni apocalípticos (el que demoniza a los medios) ni integrados (el entusiasta acrítico)", Barcia propone que los consumidores aprendan a vivir "entreverados" con los medios. Lo que supone "una forma de acción donde cada uno está mezclado entre adversarios y aliados, pero con clara conciencia de dónde está el socio y dónde, el enemigo, sin perder su individualidad".
-¿Cuál es la orientación del manual?
-Porque los mensajes de los medios no son objetivos ni son espejos neutrales, y hay que despertar la conciencia de que tenemos que superar la apariencia para leer dentro de los mensajes, para no permanecer en la costra de la realidad.
-¿El libro da herramientas?
-Se dan pautas para aprender a entender los efectos de esos lenguajes básicos. Si el padre se aviva, se aviva el hijo. No podemos vivir sin los medios, por eso la voluntad es siempre la de asociarnos y articular nuestra vida con ellos.
-¿Qué medio exige una atención prioritaria desde su perspectiva?
-La televisión. La gran fuerza de la TV, que no tiene la escuela, es que alfabetiza por si misma, sin necesidad de hacer pasar a sus consumidores por la lectoescritura, que es tan penosa para un chico. Cuando pasamos a Internet, el problema es que en el aula no se enseña a buscar y a jerarquizar la información. La Red no tiene centro. Hay que prestar atención a la forma en que el chico articula la información con el conocimiento. La Red por sí sola no ayuda.
-¿Cuáles son los riesgos de la virtualidad en los jóvenes?
-El chico tiene cada vez menos capacidad de atención aplicada a un objeto. Se acostumbra a estímulos fuertes, instantáneos y cambiantes. Esa atención que es fundamental para fijar conocimientos y, en el futuro, investigar, se está amorteciendo. Es necesario brindarles estímulos que equilibren el ritmo de videoclip en que viven. Otro riesgo es la pérdida de la frecuencia narrativa que los jóvenes sufren hoy. No saben enlazar un relato. Cuentan lo que hicieron el fin de semana en tres frases y no saben contarse a sí mismos. Eso se debe a que tienen cada vez más virtualidad y menos diálogo real. Por lo tanto, el mundo en que viven es cada vez más virtual. Esa ruptura va en deterioro de la relación humana. La vida pierde dimensión real para los jóvenes, que se vuelven cada vez más insulares.
Por Susana Reinoso
De la Redacción de LA NACION
Efectos de la virtualidad
Nuevos analfabetos
* Por ejercitación de percepciones simultáneas, en desmedro de las sucesivas y alfabéticas, se está produciendo un proceso de "desalfabetización" de los chicos. Eso lleva a la desatención del texto legible y al deterioro de la capacidad lectora.
El papel de la escuela
* La escuela es la que debe retomar una acción renovadora activa como sede y creación de conocimientos. No tiene sentido de futuro decir que los chicos se educan por los medios, fuera del ámbito escolar. Padres y maestros deben reafirmar la enseñanza de la lectoescritura.
Sin preguntas
* La perspectiva y las conclusiones de los jóvenes se obnubilan por falta de distanciamiento y por exceso de la insistencia en la inmediatez, en el aquí y el ahora. A su vez, se debilita la capacidad de preguntar, cuestionar, argumentar por exceso de discusiones interruptas.