Según expertos en comportamiento
NUEVA YORK.– Los matrimonios que llevan muchos años de casados a menudo planifican una “cita romántica” semanal, una salida nocturna regular con amigos o una a su restaurante predilecto para fortalecer su relación. Pero quienes estudian el comportamiento afirman que muchas parejas organizan citas equivocadamente románticas o mal entendidas.
Sencillamente, porque pasar juntos un tiempo dedicado a la pareja tal vez no sea suficiente para impedir que un matrimonio se desgaste.
Por medio de estudios de laboratorio, experiencias del mundo real e, incluso, de datos de estudios cerebrales por imágenes, los científicos pueden ahora ofrecer a los matrimonios de larga data una simple receta para encender nuevamente la mecha del amor romántico que los unió en un primer momento. ¿La solución? Recrear la cita romántica.
“En lugar de frecuentar los mismos sitios familiares y cenar con los mismos amigos de siempre, las parejas deben planificar sus citas románticas alrededor de nuevas y diferentes actividades que ambos disfruten”, dijo Arthur Aron, profesor de psicología social de la Universidad del Estado de Nueva York, Estados Unidos. El objetivo consiste en encontrar la manera de seguir inyectando novedades en la relación. La actividad puede ser tan simple como ir a un nuevo restaurante o algo un poco más inusual o emocionante, como concurrir a cursos de arte o ir a un parque de diversiones.
La teoría se basa en la neurociencia. Las nuevas experiencias activan el sistema de recompensas del cerebro, inundándolo de dopamina y norepinefrina. Estos son los mismos circuitos cerebrales que se encienden al principio del amor romántico, una etapa de jubiloso éxtasis y de pensamientos obsesivos sobre una nueva pareja.
Mariposas en retirada
La mayoría de los estudios sobre el amor y el matrimonio revela que, con el paso del tiempo, el deterioro del amor romántico es inexorable. Las mariposas del enamoramiento inicial rápidamente dejan de revolotear y son sustituidas por predecibles y familiares sentimientos de unión de largo plazo.
Pero varios experimentos muestran que la novedad -simplemente hacer cosas novedosas en pareja- puede atraer otra vez aquellas mariposas, recreando los impulsos químicos del romance inicial.
"Realmente no sabemos qué ocurre en el cerebro, pero a medida que uno estimula y amplifica ese sistema de recompensa que está asociado con el amor romántico, es razonable sugerir que a uno le permitirá sentir un mayor amor romántico", expresó la antropóloga Helen E. Fisher, de la Universidad de Rutgers, que ha publicado varios estudios sobre la base neural del amor romántico. "Uno modifica la química cerebral", añadió.
Hace varios años, el doctor Aron y sus colegas ensayaron la teoría de la novedad en una serie de experimentos con matrimonios de muchos años.
En uno de los estudios, los investigadores reclutaron a 53 matrimonios de mediana edad. A través de un cuestionario uniforme, midieron la calidad de cada relación matrimonial y luego, al azar, formaron tres grupos de matrimonios, a uno de los cuales le asignaron la siguiente actividad: pasar una hora y media por semana realizando actividades familiares y placenteras, como salir a cenar o ir al cine.
A los matrimonios del segundo grupo se les dijo que pasaran una hora y media por semana realizando actividades "emocionantes" que fueran del agrado tanto del esposo como de la esposa. Esas parejas hicieron cosas que no hacían habitualmente, como concurrir a conciertos u obras teatrales, esquiar, ir de excursión o salir a bailar. Al tercer grupo no se le asignó ninguna actividad en particular.
Después de diez semanas, los matrimonios fueron sometidos nuevamente a pruebas para medir la calidad de su relación. Los que habían emprendido las citas románticas nocturnas "emocionantes" revelaron un aumento significativamente mayor de satisfacción marital que el grupo de las citas románticas nocturnas "agradables".
Ultimamente, el doctor Aron y sus colegas crearon experimentos de laboratorio para demostrar los efectos de la novedad en el matrimonio. En una serie de experimentos, a algunas parejas se les asignan tareas mundanas que implican sencillamente ir y venir caminando por una sala. Otras parejas participan de ejercicios que plantean un mayor desafío; por ejemplo, atados juntos de las muñecas y los tobillos, se arrastran hacia atrás y hacia adelante pateando una pelota.
Antes y después del ejercicio, a las parejas se les pregunta: ¿Está muy aburrido de su relación conyugal? Los matrimonios que intervinieron en la actividad más novedosa mostraron un aumento más considerable en los puntajes relacionados con el amor y la satisfacción, mientras que las parejas que realizaron las tareas mundanas no demostraron cambios significativos en ellos.
El doctor Aron advierte que la novedad por sí sola tal vez no sea suficiente para salvar una crisis matrimonial. Pero para las parejas que mantienen una buena relación aunque un tanto monótona, la novedad podría ayudar de nuevo a chisporrotear románticamente. Además, ciertos experimentos recientes a través de estudios cerebrales por imágenes revelan que el amor romántico realmente puede durar años y años en un matrimonio.
La semana pasada, en la conferencia de la Asociación de la Psicología Social y de la Personalidad, los investigadores presentaron datos obtenidos a través de estudios cerebrales por imágenes a los que fueron sometidos varios hombres y mujeres que habían estado casados durante más de diez años. Las entrevistas indicaban que aún estaban profundamente enamorados de sus respectivos cónyuges. Las gammagrafías cerebrales lo confirmaban, mostrando un incremento de la actividad cerebral asociada al amor romántico cuando los individuos veían fotografías de sus cónyuges.
No está muy claro por qué algunos matrimonios son capaces de mantener la intensidad romántica incluso después de muchos años. Pero los investigadores creen que incorporar a la relación regularmente novedades y emociones tiene mucho que ver.
"Tampoco se trata de andar hamacándose colgados de una araña de techo llena de candelabros. Simplemente, conocer nuevos lugares de una ciudad, viajar en auto por rutas en pleno campo o, mejor aún, no hacer planes, y ver qué pasa", recomendó Fisher.
Por Tara Parker-Pope
De The New York Times
Cómo las parejas buscan fortalecer la relación
Adriana Arismendi, instrumentadora quirúrgica, de 40 años, está casada hace casi ocho con Víctor Szumiraj, de 47, médico psiquiatra. Ella reconoció que no había que dejarse llevar por el estrés ni las cosas cotidianas.
"Para evitar que la pareja se desgaste no hay que perder la profundidad del diálogo ni la magia de las citas románticas. Por eso -aclaró Adriana-, salimos a cenar una vez por semana y dejamos a nuestro hijo de 6 al cuidado de una babysitter. Es importante tener un encuentro romántico para no perder la esencia de la pareja y evitar el deterioro de la relación con el correr de los años." Además, destacó como un condimento clave festejar los aniversarios. "Es necesario recordar de una manera especial la fecha que generó nuestra unión", añadió.
Del mismo modo, Nora Emanuele, de 59, empleada de transportes, y Francisco Pizarro, de 64, fotoperiodista, se conocen desde 1991 y disfrutan de la mutua compañía. "Salimos a cenar una vez por semana a un restaurante de pastas, que es el mismo lugar donde festejamos la fiesta de casamiento. Prácticamente es el living de nuestra casa", dijo Nora sonriendo. Y explicó que también cada tanto les gustaba programar viajes cortos.
"Es necesario tener un espacio para conversar, ya que la pareja se mantiene viva por la comunicación", precisó. Su esposo, Francisco, agregó: "Me considero una persona romántica y me gusta sorprenderla a menudo. Siempre que podemos vamos a nuestro departamento en Mar del Plata, como si fuéramos solteros". Para Francisco, el matrimonio es "mejor que una sociedad, es un ida y vuelta donde uno tiene mucho para ganar".
Santiago Tedín, asesor financiero, de 46, está casado desde hace 20 años con María Castro, de 42, ingeniera agrónoma, y tienen tres hijos. "Desde que nos casamos, salimos todos los viernes como si fuéramos novios a comer afuera, al cine o a donde sea. La idea salió espontáneamente por la necesidad de tener un momento sólo para nosotros. Es importante ir construyendo el espacio de la pareja", concluyó.
Julieta Bravo
Clarín
Las mujeres no sueñan con casarse: dicen que no garantiza la felicidad
Según el estudio, sólo el 30% de las solteras en pareja, de clase media y media alta, quiere pasar por el Registro Civil. Confiesan sentirse más plenas que las casadas. El 70% de los solteros que conviven se casaría.
Por: Mariana Iglesias
Cada vez más atrás quedan aquellos tiempos en que las mujeres soñaban con casarse de blanco y tener un montón de hijos. Ahora las jóvenes -las de mayor instrucción, o las de clase media y media alta- tienen la cabeza ocupada en otras cosas, como estudiar o afianzarse en el trabajo. Después sí, a los treinta y pico las prioridades son otras: piensan que no estaría mal comprometerse con alguien, y también en la maternidad.
Según las estadísticas, las jóvenes ya son susanitas. Un reciente trabajo del Departamento de Investigación Social de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales -"¿Convivencia o matrimonio?"- asegura que "en la clase media las solteras tienen un mayor grado de felicidad que las casadas". También, que "la felicidad de las mujeres no tiene tanto que ver con su estado civil sino con su nivel socioeconómico. En cambio, los hombres manifiestan ser más felices estando casados".
El estudio dice más: que "3 de cada 10 solteros que conviven no se casaría, y la mayoría son mujeres profesionales e independientes. Y que 7 de cada 10 solteros que conviven se casaría y la mayoría son hombres". "El hombre no siente la misma presión que ejerce la casa en la mujer. Así, la libreta se ve como una cárcel para muchas mujeres", dice Analía Alvarez, autora del informe.
Los números de la Encuesta Anual de Hogares de la comuna hablan de la postergación familiar: la edad promedio de la primera unión de la mujer es 30 años; la del primer hijo, 31. El promedio de hijos entre los 25 y 34 es de 0,8, y sube a 1,7 entre los 35 y 44. "La mayor participación de la mujer en la universidad la lleva a posponer lo que no sea su instrucción y su ocupación. Como la casa es otro trabajo, pospone el doble trabajo", explica la demógrafa Victoria Mazzeo, de la Dirección General de Estadística y Censos de la comuna. Y da más estadísticas: del 90 al 2006 las uniones de hecho pasaron del 4 al 14 % de la pobla ción. La proporción de uniones consensuales se duplicó: del 14% en el 90 al 28% en 2006: "Las uniones consensuales tienen mayor peso entre los menores de 25 años (84%), y desde esa edad las uniones legales crecen hasta alcanzar, luego de los 54 años, casi el 90 % de las uniones".
Para la socióloga Mabel Ariño, de la cátedra Demografía Social de la UBA, la postergación de las uniones por parte de la mujer tiene que ver con "el cambio de la percepción que tiene de sí misma. Se ve un ser capaz de autoabastecerse económicamente que puede tener proyectos propios. La mujer no está dispuesta a resignar su estudio ni si autonomía. La jornada de trabajo hogareño insume 7 horas. Mientras pueda, la mujer va a evitar volver a la casa para seguir trabajando".
"Las mujeres, antes ansiosas de reaseguros, hoy se mueven con libertad en sus relaciones de pareja. Es por la producción de recursos propios, que las libera de la dependencia económica, antes obligada. La sexualidad ya no es deshonrosa en las jóvenes, que descubrieron que el matrimonio, ese puerto antes anhelado, puede ser una prisión, de la que se cuidan", opina Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
La psicoanalista Ana Krieger dice algo por el estilo: "El casamiento fue la máxima aspiración en la vida social de una mujer. Si no lo lograba no era considerada fémina. Hoy la soltería pasó a ser un espacio de elección y solidez.
La institución matrimonial viene sufriendo crisis interminables que llevan a no necesitar libreta para una relación de pareja".
"Hay un cambio de valores. Antes, la realización de la mujer pasaba por casarse y tener hijos. Hoy es el desarrollo profesional. Así, eligen afianzarse laboralmente porque saben que la reinserción tras la maternidad es muy complicada", opina Diana Rizzatto, de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.
"Muchas mujeres se emancipan pero no entran en unión conyugal al tener mayor libertad para optar por un proyecto de vida que no incluye el matrimonio o la posibilidad de formar parejas sin convivir", dice Mazzeo. Los solteros porteños eran 150.000 en el 80. Hoy son el doble y el 70% son mujeres.
Sin certezas
Victoria Tatti
Sólo basta mirar un poco alrededor y también al ombligo para saber que ningún estado civil garantiza nada. Y mucho menos la ansiada felicidad. En estas cuestiones de solteros, casados, viudos, separados, divorciados y demás, todos -algunos más y otros menos-, sospechan, al menos, que el asunto viene por otro lado. Con su voz profunda, grave e inconfundible, Leonard Cohen cantó las cuarenta: "El amor no tiene cura, pero es la única medicina para todos los males".
Confesión de hombres que quieren firmar
"Estoy a full", dice Nadia Correa. Y enumera las actividades que está haciendo o a punto de hacer: relaciones públicas, inglés, gimnasia, curso de martillera y de capacitación de pymes, escribir, viajar, leer y vislumbrar un futuro ligado a la política. Tiene 23 años y poco tiempo libre. Su pareja, Horacio Ludigliani -arquitecto, director ejecutivo de una constructora, 43 años- ya no sabe cómo pedirle que vaya a vivir con él a su bonita y amplia casa de Devoto. "Me gustaría que vivamos juntos. Creo que el casamiento crea un compromiso. La ventaja del casamiento es institucionalizar la familia y acceder a beneficios, sobre todo con futuros hijos", dice él. Ella, por ahora, no aflojó.
Gastón Abalsamo tiene 30 años, una casa de música y cero problema en admitir que fue él quien insistió con el tema del casamiento. "Sentía que era una manera de consolidar la pareja y darle un marco legal". Judith (29), al final, sí aflojó.
Juntos y por siempre solteros
Hay parejas que eligen convivir para probar. Otras, lo hacen hasta que llega un bebé, que los lleva a formalizar. Pero hay muchas parejas que deciden no casarse ni siquiera con hijos.
Mariana Fábregas (29) y Martín (31) están esperando un bebé. Conviven hace más de cinco años y el embarazo -tres meses y medio- fue muy planeado. "El casamiento no está en nuestros planes, los dos pensamos igual, que no cambia nada. Nuestro compromiso es muy fuerte y la convivencia es diez puntos", explica Mariana.
Charo Santo -socióloga, 37 años- convive con Gerardo -analista de Sistemas, 39 años- hace algo más de un año. Y ya tienen a Joaquina, de dos meses. "Tal vez más adelante... Por ahora al casamiento sólo lo vemos como un gasto, y poco redituable", dice ella. Clarísimo.