"La verdad y otras mentiras"

Morir de amor, o asesinados por la noradrenalina

Diez tópicos imprudentes sobre la muerte, el amor y la biología.

Mi amiga "M" ve con horror la imagen del mundo que la ciencia produce. La comprendo, pero no lo comparto. Basta con saber encontrar lo bello y lo sublime durmiendo su siesta debajo de las estadísticas y las moléculas. Entonces hay que sacarlo a la luz y devolver a las cosas su "encantamiento" aunque ya sin su "ocultamiento". Entre nosotros, el "sindrome de M" es muy frecuente e impide aplicar al conocimiento una mirada sensible, estética y sensual.

En la revista The New England Journal of Medicine se publicó en el año 2006 el trabajo de investigación epidemiológica de  Nicholas A. Christakis sobre mortalidad en parejas de personas mayores de 65 años. Tal parece que la enfermedad, o fallecimiento de uno de los miembros de una pareja, incrementa el riesgo de morir en el cónyugue que lo sobrevive. La vulnerabilidad a la que queda expuesto el viudo/a favorece la aparición de patologías diversas, en muchos casos mediadas por el stress, desequilbrios neuroendócrinos y conductas adictivas o imprudentes.  

La cuestión me ha estimulado a interrogarme acerca de dónde comienzan y terminan las personas, qué nos une y qué nos separa de los otros, de qué oscura manera el mundo está dentro -y no sólo fuera- de los organismos que también somos.

Diez tópicos imprudentes sobre la muerte, el amor y la biología:

1) Sospecho que todos sabíamos que este fenómeno ocurre a diario. Nuestra experiencia como personas y como médicos nos ha puesto en contacto más de una vez con situaciones de este tipo. ¿Qué cambia el hecho de contar con una investigación metodológicamente sólida al respecto?

En principio ahora no sólo "suponemos" sino que "sabemos" que tal fenómeno existe. Al adquirir el estatuto de conocimiento sometido a la contrastación empírica este dato se torna creíble para la comunidad de pares y se hace visible para la ciencia. Ha dejado de ser una mera suposición para convertirse en conocimiento válido y validado. Esto puede ser a la vez bueno y malo según el caso. ¿Qué hacer con los sucesos que no son suceptibles de someterse a esta metodología? ¿Negar su existencia? ¿Apropiarnos de otras metodologías de validación? ¿Aceptar la limitación de la metodología científica ante lo inabordable y complejo de lo real?

2) Stress, pérdida del soporte social, inmunodepresión, conductas de riesgo. ¿Será eso también "morir de amor y de soledad"? ¿Serán estas tan sólo causas o mecanismos de un fenómeno o son más que eso? ¿Qué son el desasosiego y la desesperanza? ¿Es siempre deseable vivir luego de una pérdida irreparable?

3) ¿Qué cosas que la ciencia no puede nombrar intervienen en este fenómeno? ¿Qué residuo -que resiste al lenguaje y se esconde en un vacío imposible de llenar- llamamos imprudentemente: stress, inmunodepresión o neurotransmisor?

4) Es notable como estas investigaciones tan necesarias revelan la naturaleza social de la salud y la enfermedad. Es auspicioso que en su maltrecha e insuficiente lengua la ciencia de cuenta de la naturaleza intersubjetiva del individuo. Es curioso como la inefable presencia del otro se nos cuela sin permiso en la rotunda materialidad de los cuerpos.

5) Otra vez la ciencia afirma, siglos más tarde, lo que poetas y filósofos dicen obsesivamente desde la más remota antiguedad. Y está bien que así sea por que la ciencia dice lo mismo, pero dice otra cosa. Por que el arte es siempre anticipatorio y sabio mientras la ciencia ha sido eternamente confirmatoria y tardía.

6) Que cosa inquietante que, tarde o temprano, las grandes preguntas de la vida, los viejos y entrañables conflictos de la condición humana, aparezcan como invitados de piedra donde nadie los llama. Que paradoja cuando ellos nos recuerdan, sin que se lo pidamos, que no es prudente distraerse en la trivialidad de lo inmediato mientras los maravillosos abismos de la existencia se nos escurren entre los dedos.

7) Mañana saldrá en los diarios que la muerte de la pareja incrementa la mortalidad en el sobreviviente. ¿Estaría el príncipe Hamlet inmunodeprimido? ¿Estaría su feroz puñal embebido en Noradrenalina? ¿Qué le habrá ocurrido al joven Werther? ¿No será este bonito trabajo un "bolero randomizado"?

8) Es, finalmente, una suerte que nadie nos haya hecho leer al Dante, a Shakespeare, al viejo Goethe, al buen Jaime Sabines y a tantos otros. Si no nos hubiesen mantenido a salvo de tanta "literatura" no podríamos aceptar este trabajo con la serenidad con que lo hacemos. ¿Alguien conoce la "literatura de la evidencia"?

9) Eso que disecamos en las mesas de anatomía, eso que recostamos en nuestras bonitas camillas, eso que exploramos - ¿explorábamos? - con nuestros "sentidos", ¿No requerirá que comencemos a explorarlo con nuestros "sentimientos"?

10) Puede uno describir este curioso "fenómeno" como si fuese un planeta solitario orbitando enloquecido alrededor de ninguna parte. ¿Tendrán razón aquellos delirios vieneses que acercaban el amor a la muerte, Eros a Tánatos? ¿Cuando sobre un suceso hay más de una explicación, qué oscuros criterios nos hacen elegir una por sobre las otras?

Quien quiera oir que oiga...

Dr.  Daniel Flichtentrei

Referencias:

SPECIAL ARTICLES
Christakis, Nicholas A., Allison, Paul D.
Mortality after the Hospitalization of a Spouse
N Engl J Med 2006 354: 719-730
*Acceso al artículo original completo en inglés haga click aquí