Por: Valeria Román
Alguna vez, Woody Allen dijo: "Existen dos cosas muy importantes en el mundo: una es el sexo, de la otra no me acuerdo". Mucha gente coincide, pero también se enreda con creencias sobre el sexo que le condicionan su intimidad bajo las sábanas. Aquí, van las 10 mentiras que más llegan al consultorio de sexólogos.
1 El número de relaciones por noche marca el rendimiento del varón: "Algunos miden todo con un concepto bancario. Pero más cantidad, no significa calidad -afirmó Adrián Helién, sexólogo del Hospital Durand-. Una buena respuesta sexual tiene que ver con disfrutar eróticamente y con poder entregarse y recibir al otro". La sexóloga clínica Diana Resnicoff consideró que la idea fija en "el rendimiento" no es casual en una cultura en la que sólo importan los resultados. "Así, se anula el disfrute del momento y las sensaciones".
2 Me pide que use preservativo o que me haga el test de VIH porque es infiel: "En varios estudios cualitativos, surge que muchos hombres no aceptan el preservativo o el test de VIH porque argumentan que la mujer les estaría siendo infiel -contó Elsa Schvartzman, socióloga de la UBA e integrante del Foro por los Derechos Reproductivos-. Esto desnuda la imposibilidad de las mujeres por tomar decisiones. Sin embargo, la mujer tiene el derecho a compartir la decisión sobre cómo, con quién y cuándo tener relaciones por su salud y su placer".
3 La pasión se pierde con el matrimonio: Sólo se va perdiendo el factor sorpresa -señaló Resnicoff-. Una pareja no se mantiene por sí misma sino que es necesario re-crearla constantemente. Una "receta" que no suele fallar es organizar un buen fin de semana, con tiempo libre para compartir, o una cena romántica. "Para mantener la pasión, se puede recurrir a cambiar de ropas, escenarios, posiciones o de objetos", dijo Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
4 La mujer no puede tener sexo sin amor: "Sexo con o sin amor son compatibles en diferentes momentos de una mujer. Disfrutar de la sexualidad sin que haya un compromiso de por medio le permite a algunas mujeres desinhibirse más y hasta pensar menos en su compañero y más en ellas", según Resnicoff.
5 La altura, la raza, la nariz, los pies o las manos indican el tamaño del pene: Los sexólogos consultados por Clarín concuerdan en que no hay evidencia que demuestre ese mito.
6 Es una frígida: Son muy raros los casos de mujeres sin deseo sexual. Sí existen mujeres con dificultades para alcanzar un orgasmo, que pueden revertirse con darse la libertad para recibir y pedir estímulos de la pareja. "¡Muchos creen que solo basta con tocar un botón para que la mujer desee y tenga un orgasmo!", ironizó Resnicoff.
7 El hombre siempre debe estar dispuesto: "Es un disparate, que lleva a la frase 'a nadie se le niega el favor'. El varón no es una máquina de tener erecciones y puede negarse si una mujer no le interesa", consideró Sapetti.
8 El enamoramiento se esfuma: "Al principio, hay un flechazo por el otro, sin conocerlo. Después, hay aceptar al otro tal como es y no como uno cree que es. El secreto es no renunciar al erotismo", afirmó Helién.
9 El hombre es el director de la orquesta: Los roles son perfectamente intercambiables, aconsejó Resnicoff. "Es muy placentero a veces tomar la iniciativa y otras estar atentos a las propuestas de la pareja".
10 El tamaño importa: "Muchos creen que su pene es más pequeño que el promedio (15 cm en erección), y se obsesionan tanto que hasta se ponen polvos de insectos -contó Sapetti-. La realidad es que la vagina de las mujeres sólo tiene sensibilidad en los primeros 5 centímetros y necesitan más de la estimulación del clítoris y no tanto de la penetración".
Explicaciones
Sergio Danishewsky
A los mortales no nos queda sino intentar, como se pueda, acortar la distancia que nos separa de esos monstruos sagrados que habitan en el cine, en la publicidad o en nuestras propias fantasías. Debe ser esa distancia, indescontable, la que obliga a esforzarse por elevar rendimientos y a detallar proezas improbables. Allí nace el mito, que no es más que un atajo para explicar lo que no merece explicaciones.