Documentos de MSF

Así trabajan los Médicos Sin Fronteras en Somalia

Este no es sólo un rico informe sobre las tareas de asistencia clínica y psicológica de una agrupación de médicos solidarios con el dolor ajeno, sino además una esclarecedora crónica sobre su origen.

Fundada en 1971 por dos periodistas que convocaron a médicos franceses disgustados por los malos planes sanitarios oficiales, Médicos Sin Fronteras se volvió la gran alternativa humanitaria especializada en guerras y catástrofes. Una de ellos es Pilar Bauzá Moreno, la enfermera argentina rescatada en Somalia.
Por Colin Mc Ilreavy*

La violencia en Somalia ha provocado que miles de somalíes y etíopes busquen una mejora de vida cruzando a Yemen. Bossaso, en la región de Puntland, es el puerto tradicional desde donde los inmigrantes intentan cruzar en barco al país árabe. Muchos lo han conseguido, pero entre 25.000 y 30.000 están hacinados en 19 campos de refugiados en la zona.

La situación humanitaria de estas personas nunca ha sido buena, pero la llegada de nuevos desplazados por los enfrentamientos en varios puntos de Somalia y Etiopía este último año ha provocado un deterioro de su situación, particularmente el estado nutricional de los niños menores de 5 años.

Tras una exploratoria en el mes de julio de este año, se empezó una intervención nutricional de emergencia para mejorar la situación de los desplazados e inmigrantes. Se han abierto cuatro ambulatorios para atender a niños menores de 5 años y un centro de estabilización para desnutridos severos agudos. Por el momento, los centros están llenos y en el centro de estabilización están ocupadas las 26 camas disponibles.

MSF (Médicos Sin Fronteras) acaba de iniciar un nuevo proyecto en Yemen para asistir a los inmigrantes que llegan en masa a la costa meridional del país. La mayoría vienen de Somalia y Etiopía, y cruzan el Golfo de Adén en condiciones asombrosas. Desde principios de año, se calcula que unas 14.000 personas han intentado cruzar el Golfo. Más de 350 murieron en el intento y 272 siguen desaparecidas.

Este es un extracto del diario de Ibrahim Younis, coordinador general de MSF en Yemen:

“Llevamos tres meses en una misión exploratoria en el sur de Yemen; nuestro objetivo es identificar las necesidades médicas de los inmigrantes africanos que atraviesan las aguas bravas del Golfo de Adén en busca de una vida mejor. En junio y julio, mientras recabábamos información en el país antes de llegar a la costa meridional, nos contaron muchas historias duras sobre los inmigrantes. Pero aun así, cuando llegamos aquí y vimos la cantidad de barcos que llegaban día y noche a las costas, la sensación fue muy distinta. Es duro ver a tanta gente arriesgar la vida de esta forma. Niños, mujeres y hombres, todos dejaron Somalia y Etiopía en busca de otra vida y algo de seguridad en tierras árabes.

“Las historias que nos cuentan los inmigrantes son terribles. El viaje dura entre tres y cuatro días, entre Bossaso, en Somalia, y una franja de costa de unos 400 kilómetros entre Bir Ali y Ahwar, en Yemen. Suelen cruzar en pequeños barcos de pescadores con capacidad para 30 personas, pero que llenan con 90 o cien personas, tres veces su capacidad normal. Para evitar que los barcos vuelquen, los pasajeros son obligados a quedarse sentados sin moverse ni siquiera para orinar, durante al menos tres días; algunas veces los atan. No pueden llevar nada consigo durante la travesía, a veces ni comida, y muy poca agua. Algunos no resisten estas durísimas condiciones y mueren en el viaje; los cuerpos se tiran simplemente al agua.

“Como las fuerzas de seguridad yemeníes persiguen a los traficantes de personas en toda la costa, muchas veces los pasajeros deben saltar al agua a buena distancia de la playa, y en plena noche. Unos saben nadar, otros, no. Y aunque sepan, a veces, cuando no hay luna, ni saben en qué dirección hacerlo”.

Ahwar, Yemen del Sur. 15 de septiembre de 2007, 0.34 horas:

“Uno de los miembros de nuestra red de informantes nos ha enviado un mensaje urgente para que vayamos de inmediato a la zona de Hessin Bel Eid, a unos 34 kilómetros de nuestra base de Ahwar. En Hessin Bel Eid se encuentra uno de los cuatro puestos de salud que hemos instalado a lo largo de la costa entre Ahwar y Bir Ali. Mandamos dos coches con alimentos, agua, un equipo médico y materiales de primeros auxilios, incluyendo ropa y mantas.

“Es noche cerrada cuando llegamos; no se ve nada. Nos guiamos por las antorchas de los guardacostas yemeníes. Los soldados tienen pánico. Cuando llegamos, se nota que se sienten aliviados. Nos piden que atendamos a 94 supervivientes muy debilitados. Llegaron en dos barcos, sobre las 19 horas, pero debido a problemas de comunicación no pudieron contactarnos antes.

“Al mismo tiempo, nos piden que nos hagamos cargo de los muertos que se encuentran en la playa, cerca del puesto de guardacostas. Ofrecemos atención médica de urgencia a los supervivientes e identificamos a los más débiles; distribuimos agua, alimentos y ropa. Los guardacostas me piden que firme un formulario y que me lleve a todos los refugiados lejos de aquí, cosa que hago.

“Los síntomas más comunes que observamos en los inmigrantes son signos de deshidratación y de abusos físicos, y dolores musculares, tras permanecer sentados sin moverse durante tres días. También observamos signos de estrés postraumático: están asustados y necesitan que les den seguridad, lo que hace enseguida nuestro equipo de psicólogos.

“Conseguimos encontrar unos pequeños camiones en plena noche y así podemos llevar a todos los inmigrantes a nuestro puesto de salud de Hessin Bel Eid. Después de atender a los supervivientes, nos ocupamos de los muertos. Esta es la peor parte. Recorremos cerca de un kilómetro y medio, y pronto llegamos a la playa. En todas partes se ven cuerpos de personas de distintas edades; en la oscuridad parecen como rocas. Cuando nos acercamos, vemos que los cangrejos han empezado a comerse a los cadáveres. Con la ayuda de unos voluntarios, logramos llevarlos a suelo más firme y los cubrimos, ya que muchos de ellos están desnudos.

“Sacamos fotos de todos los cuerpos, para que los parientes puedan después identificarlos. Luego empezamos a ver, con las autoridades, cuáles son los requisitos legales para poder enterrar a estas 30 personas”.

Mismo día, 8 de la mañana:

“La gente de la agencia de refugiados ha llegado y lleva a los inmigrantes al centro de recepción de Mayfa, a unos 80 kilómetros de la costa, donde los registrarán antes de trasladarlos a un campo de refugiados en la región de Kharaz. Cuando vuelvo a pensar en estos acontecimientos, me asombra lo fuerte que es esta gente. Compartimos con ellos sus miedos y debilidades en su momento de mayor necesidad, pero se mantienen dignos en cada instante. Son verdaderos supervivientes. Cuando hablamos con ellos, las historias que nos cuentan son tan horribles que nos hacen temblar. La mayoría dice que huyeron de la guerra en Somalia, pero no esperaban que el viaje fuera a ser tan duro. Algunos dijeron: ‘Preferimos la guerra al viaje en barco. Si por lo menos tuviéramos algo de comer en Somalia’...

“Las infraestructuras locales yemeníes se ven claramente desbordadas por la llegada masiva de barcos de inmigrantes. Después de un viaje tan largo y peligroso, los inmigrantes no reciben casi ninguna asistencia cuando por fin consiguen llegar a la costa yemení. De momento, la intervención de MSF permite por lo menos cubrir sus necesidades más urgentes.”

La historia dice que en 1971 fue fundada una pequeña organización llamada Médicos Sin Fronteras, por un grupo de médicos franceses. Obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1999 y es la mayor organización humanitaria independiente, privada y sin fines de lucro de ayuda médica de emergencia del mundo. Su misión es preservar la vida y aliviar el sufrimiento dentro del respeto a la dignidad, con la voluntad de restablecer al ser humano su capacidad de elección y su autonomía. Es una organización que trata a las víctimas de desastres naturales y artificiales, de conflictos armados y de epidemias.

La que sigue es una reveladora crónica de su creación:

“22 de diciembre de 1971. Redacción del semanario médico Tonus en París. MSF celebra su asamblea constituyente, aunque la reunión comienza bajo otras siglas y seguramente pocos son conscientes de la importancia del momento. Con el paso de los años, parte de la historia ha caído en el olvido, empezando por los nombres de los dos periodistas que ayudaron a aunar voluntades dispersas bajo una bandera única. Ellos fueron Raymond Borel, director de Tonus desde 1963, y uno de sus redactores, Philippe Bernier, ya fallecido, que participaron de aquella asamblea como fundadores.”

“En aquellos años, concurre toda una serie de acontecimientos que cristalizarán en el nacimiento de MSF. En 1968, regresan a Francia varios médicos que habían trabajado con la Cruz Roja en la hambruna de Biafra, Nigeria, descontentos con el mutismo que impone la organización. Otro grupo es testigo, en 1970, de la ineficacia de la ayuda internacional tras las inundaciones de Pakistán.”

“Escribimos una serie de artículos sobre Pakistán con uno o dos médicos que habían trabajado allí, y fue entonces cuando tuvimos la idea de lanzar el llamamiento. Precisamente, la fuerza de Tonus procedía de su sección de anuncios de servicio público, algo que no existía hasta entonces.”

Y el 23 de noviembre de 1971, un reportaje de Bernier rememora otro fiasco humanitario: el del terremoto de Skopje, actual Macedonia, en 1963. Uno de los testigos, médico, comenta: “Una fuerza de choque médica que pudiera intervenir en 24 o 48 horas salvaría cada año miles de vidas”.

Junto con la entrevista, aparece un anuncio a la postre histórico:

“Llamamiento a los médicos franceses para crear un cuerpo de voluntarios de la medicina de emergencia”.

Y llueven llamadas, cartas, visitas, ¡incluso cheques!

“Era sencillo: seguro que en lugar de ir a jugar al ping-pong a la Costa Azul, algunos preferirían ayudar durante sus vacaciones. Respondieron muchos médicos generalistas de la periferia parisina y la provincia, especialistas, enfermeras... Gran parte de ellos eran sesentayochistas que veían la oportunidad de reengancharse a los grandes principios morales que los habían movilizado unos años antes, durante el Mayo Francés. De repente nosotros les ofrecíamos esa posibilidad.”

El anuncio responde en buena medida a las inquietudes de los que quedaron decepcionados de Biafra y Pakistán, como Max Récamier, Pascal Greletty-Bosviel, Jacques Bérès, Bernard Kouchner... y acuden a la redacción de Tonus. Algunos de ellos ya participaban en una iniciativa similar: el Gimcu (Grupo de Intervención Médica y Quirúrgica de Emergencia), creado bajo los auspicios de la Cruz Roja.

Otros muchos proceden del entorno de la revista.

“Así nació Socorro Médico Francés, SMF. Al principio, Tonus se encargaba de todo. Era un orgullo tener con nosotros a tan grandes profesionales: eran ‘los que habían estado en terreno’. Desayunaban en la redacción o venían a mi casa si tenían que escribir algún texto. Ya no nos sentíamos como pequeños médicos de provincia: por fin podíamos decir que sabíamos de lo que hablábamos”.

SMF ya está en marcha. Pero las actividades aún están poco definidas y, al principio, sus voluntarios salen al terreno bajo la bandera de organizaciones más consolidadas. Se impone organizarse para no perder la esencia: la acción médica independiente en emergencias. En la asamblea constituyente de diciembre de 1971, Borel y Bernier ponen sobre la mesa una carta fundacional y un nuevo nombre de resonancias menos colonialistas.

“Había que cambiarlo, sacar la palabra francés. Bernier buscaba un nombre internacional. A los periodistas se nos da bien lo de buscar nombres. Ya teníamos SMF, así que nos pareció que bastaba con invertir las siglas. Le dimos vueltas durante horas y por fi n llegamos a MSF. Al César lo que es del César: MSF, Médicos Sin Fronteras, fue idea de mi difunto amigo Bernier. La carta fundacional también es suya”.

El 3 de enero de 1972, Tonus anuncia en portada el nacimiento de MSF:

“La respuesta a todos los que dudaban de vosotros (...) una movilización de voluntades determinadas a derribar las fronteras que se alzan entre quienes tienen la vocación de salvar y las víctimas de la barbarie humana y los desarreglos de la naturaleza”.

Pero MSF sigue en pañales, con una redacción como sede y el propio Borel como tesorero. Hasta diciembre de ese año no tendrá lugar la primera misión oficial como MSF, en el terremoto de Nicaragua…

“Se gestó en mi casa. Llegaron dos o tres personas de MSF. ‘Hay que llamar al primer ministro –dijo Kouchner–. ¿Me dejas tu teléfono?’ Las tres de la mañana, y quería localizarlo para que nos consiguiera un avión. Toda la noche llamando, hasta conseguirlo. Luego pasé la factura, claro. Salieron ocho, pero volvieron desilusionados: no habían podido trabajar como en Biafra, sólo se les permitió vacunar. ‘Reflexionemos. No saben a quiénes han salvado, pero entre todas las vacunas que han puesto, seguro que a algunos habrán ayudado’, les dije”.

Siguen otras intervenciones emblemáticas, con las víctimas del huracán Fifí en Honduras (1974, primera íntegramente organizada y financiada por MSF) o con los refugiados camboyanos en Tailandia (1975, primera crisis de desplazamiento). MSF se mueve: billetes gratuitos de las aerolíneas y medicamentos de las farmacéuticas, kits de emergencia, contratos para los hasta entonces voluntarios… Entran nuevas generaciones. El reconocimiento social y el presupuesto se disparan.

“Un crecimiento ambicioso, casi desmesurado. Yo había comprado la revista y ya no podía gastar tanto dinero en MSF. Ni podíamos asumir toda su mecánica ni se nos necesitaba ya como plataforma de comunicación. Así fue como MSF empezó a reemplazar toda la estructura creada por Tonus por otra nueva. MSF cambiaba de manos. En ese momento, Tonus se aparta, así que dimití también como tesorero”.

Borel vendió Tonus a finales de los noventa y retomó sus dos principales aficiones: la pintura y la literatura. Esta entrevista –que no se le pudo realizar personalmente debido a su delicado estado de salud– se basa en las concedidas a Anne Vallaeys para su libro Médicos Sin Fronteras: biografía.

“Un 5% del personal original de MSF eran periodistas: estaba escrito en los primeros estatutos. Y sin embargo, ellos mismos se hicieron olvidar por la Historia, a pesar de que pusieron el periódico y pusieron el dinero... Fuimos discretos: jamás escribimos ni una sola línea sobre nosotros. Sí, se habló mucho de los demás, pero nunca de la ayuda que nosotros prestamos”.  

*Colin Mc Ilreavy es el coordinador general de MSF, que opera en Somalia desde 1991 y también en el Congo, Angola, Etiopía, Costa de Marfil, Kenia, Liberia y muchas otras naciones africanas, y en más de 50 países del Este europeo, Europa, Asia, Oriente Medio y América latina.