Los que la conocen la describen como "un terremoto". Luciana, a los 3 años, seduce a todos con su simpatía y no se queda quieta ni un minuto: juega todo lo que puede y no se pierde una sola clase de folklore desde que hace nueve meses le colocaron un implante auditivo cerebral, el primero que se realiza en América en menores de 12 años.
Gracias a esta microcirugía intracraneana de altísima complejidad, la pequeña paciente, que nació sin cócleas ni nervio auditivo, no sólo escucha todo lo que le dicen y la música en las clases de baile en Salta, donde vive, sino que también comenzó a hablar.
"Escuchar a Luciana decir papá y mamá fue una gran emoción", confiesa por vía telefónica su mamá, Liliana Ramos de Cazón. Con la voz cortada por la emoción y, a la vez, la alegría al hablar de la evolución de su hija, ella no olvida el agradecimiento que, junto con su esposo, Lucio, sienten hacia los médicos del Centro de Implantes Cocleares (CIC) y de la Fundación Argentina de Otorrinolaringología que durante cuatro horas operaron a su hija para colocarle el implante el 6 de marzo último.
En ese momento, el deseo de ambos padres era escuchar a Luciana, a punto de cumplir 3 años, reconocerlos como tales a través de la palabra. Hoy, su hija se lo cumplió, aunque con algunas diferencias: "Papá le salió más fácil, en cambio mamá...", cuenta Liliana, con cierta molestia que admite.
"Sufría de sólo verla tratar de llamarme y me emocionó inmensamente cuando lo logró. Ahora sabe que soy la m-a-m-á -dice como deletreando para imitar a su hija-. La emoción es que me pueda llamar mamá. Fue hermoso el día que empezamos a escucharla hablar."
Pero, según parece, los beneficios del dispositivo auditivo lograron algo más que parecía imposible para los padres. "En estos casi 9 meses, Luciana dejó los pañales, el chupete y la mamadera -comenta Liliana con risas-. No se imagina cómo el implante la hizo crecer como nena. Es muy sociable, quiere charlar con todos como una persona grande y hasta se molesta muchísimo cuando no la entienden." Pero este enojo está reservado sólo para los adultos. Con el resto de los chicos de 5 y 6 años de la escuela de folklore se entiende a la perfección.
El implante auditivo de tronco cerebral, o IATC, permite que una persona perciba el sonido mediante un conjunto de electrodos implantados en los núcleos de la audición del tronco del cerebro. Un micrófono detrás del pabellón auricular capta el sonido, que se transmite a los electrodos. Estos pasan la información al cerebro para su interpretación.
"La audición que hoy tiene Luciana es excepcionalmente buena en todas las frecuencias de graves a agudos", explica el profesor doctor Vicente Diamante, presidente de la Fundación Argentina de Otorrinolaringología y director del CIC, que dirigió la cirugía.
Según el otorrinolaringólogo, que celebra 50 años con la medicina y la realización de 600 implantes cocleares pediátricos en los últimos años, la conexión de Luciana con el medio, su alerta auditiva y su desarrollo del lenguaje son favorables. "Responde bien a su nombre y a los graves y agudos vocales -precisa-. Ahora tiene que aprender a darles significado a las palabras y aunque su edad auditiva es de poco más de 6 meses, Luciana demostró que supera a un bebe de esa edad."
En el 98% de los niños con hipoacusia bilateral profunda, la falla está en la cóclea. Pero en un 3 a 4% de ellos el problema es la falta de desarrollo de la cóclea y de los nervios auditivos, que transmiten el impulso eléctrico. En estos casos el IATC reemplaza el implante coclear.
Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION