Por: Fernando Soriano
Colectivos de pisos altos, choferes que no esperan a que el pasajero baje -como pueda-, carteles con letras chicas, cajeros electrónicos indescifrables, pocos hospitales públicos con infraestructura apta para atenderlos. No es fácil la vida urbana para los mayores de 60 años; ni aquí, ni en ninguna parte del planeta. Por eso, para que las ciudades aprovechen al máximo el potencial de la población de la tercera edad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó en todo el mundo la "Guía mundial de las ciudades amigas de las personas mayores".
Se trata de un proyecto de investigación basado en 35 ciudades del mundo (de aquí eligieron La Plata) que concluye con una serie de recomendaciones para que los lugares adapten sus estructuras y servicios, y sean más accesibles. El estudio no clasificó las ciudades ni elaboró un ranking. De hecho, todas las que fueron evaluadas presentaron aspectos poco amigables para la gente mayor.
El ideólogo de la guía es el prestigioso médico brasileño Alexander Kalache, director de Envejecimiento y Curso de Vida de la OMS. El experto, que llegó a la Ciudad para presentar el trabajo, asegura que Buenos Aires no está preparada para las personas mayores. "No es una ciudad amigable para ellos. Aunque realmente ninguna en el mundo lo es completamente", explica este hombre nacido en el barrio de Copacabana, en Río de Janeiro.
En la misma línea opinan los expertos locales, que afirman que aunque lentamente se está tendiendo a una ciudad más accesible, todavía hay mucho por hacer para mejorar la calidad de vida de los porteños de mayor edad (ver recuadro). Según cifras del Instituto ISalud, el 22% de la población de Buenos Aires, unas 650 mil personas, tiene más de 60.
La guía de la OMS indica que hay ocho ejes en los que una ciudad debe basarse para convertirse en "amigable": los espacios verdes y las construcciones urbanas; el transporte; el alojamiento; la participación en la vida social; el respeto y la inclusión; la participación cívica y el empleo; la comunicación e información; y el apoyo comunitario y los servicios de salud.
"Cada ciudad tiene sus necesidades puntuales. Claro, en los países en desarrollo se debe trabajar prácticamente en todos. El transporte público es fundamental porque los ancianos no pueden salir de sus casas, los choferes no los respetan. En una ciudad tan latinoamericana como Buenos Aires, esos problemas están muy acentuados. No hay paciencia en las calles", puntualiza Kalache.
Otro de los problemas que preocupa al especialista son las veredas porteñas. "Son el enemigo número uno de las personas mayores. Los pozos pueden provocar una fractura o quitarles seguridad. Por eso los adultos mayores se quedan en las casas, algo que hay que evitar", resume.
Según estadísticas de la OMS, la población mundial de personas que superan los 60 años alcanza los 600 millones. "En 2025 llegará a duplicarse y el envejecimiento resulta más rápido en las ciudades de países en desarrollo. Por eso es preciso estar preparados. Vemos muchas maternidades listas para chicos, pero no hay centros de salud dispuestos para los problemas de los mayores. Y esta es una cuestión central", precisa el médico carioca.
Aunque el panorama puede parecer difícil, Kalache guarda esperanzas para que las ciudades se adapten. "Este proyecto, en el mundo y en Buenos Aires, necesita de las mismas cualidades que precisa el hombre para envejecer bien: autoeficacia, autoestima y, sobre todo, optimismo. Así que no hay que preocuparse".