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Nueva York/ Salt Lake City, Estados Unidos.- Que Mario Capecchi se iba a convertir en un reconocido genetista molecular es algo a lo que casi nadie hubiese apostado durante su niñez.
Cuando tenía cuatro años, estaba en pleno desarrollo la Segunda Guerra Mundial y su madre fue llevada al campo de concentración Dachau, en Alemania. Durante cuatro años, Capecchi, que nació en Italia, fue un niño de la calle, que mendigaba y robaba para sobrevivir.
Recién con nueve años se reencontró con su madre, con quien emigró a Estados Unidos.
"Mario Capecchi es realmente un ejemplo del sueño americano: fue un niño de la calle durante la Segunda Guerra Mundial y ahora recibe el Premio Nobel", dijo en Estocolmo Christer Betsholtz, miembro del comité Nobel, que le concedió el Premio Nobel de Medicina 2007, compartido con sus colegas Oliver Snithies y Martin J. Evans.
Para el investigador, que adoptó la cuidadanía estadounidense, la investigación fue y es lo más importante de su vida. Pero el estado físico y el amor a la naturaleza están en segundo lugar de su lista de prioridades, muy cerca del trabajo en el laboratorio, subrayó.
"Por este motivo elegimos Utah", dijo Capecchi a dpa, poco después de haber recibido el llamado de Estocolmo.
En 1973, Capecchi abandonó la renombrada Universidad de Harvard en Boston y se mudó con su mujer y su hija a las Montañas Rocosas. Continuó su investigación en la Universidad de Utah, en la metrópolis mormona de Salt Lake City.
Hasta hace poco tiempo, Capecchi recorría diariamente desde la Universidad varios kilómetros hasta la montaña. Allí se encuentra su casa, solitaria y alejada, a la que sólo se puede llegar a pie. "Desde el estacionamiento hasta la puerta de mi casa hay alrededor de un kilómetro derecho hacia arriba", indicó.
"Para ello podemos calzarnos los esquíes delante de la puerta de nuestra casa y bajar rápidamente la pendiente", se entusiasma.
Entretanto, el matrimonio Capecchi también tiene una casa en Salt Lake City, pero los fines de semana regresa a la naturaleza.
"Justo ayer (por el domingo) estuvimos allí arriba en medio de la nieve", relató el científico, que el sabado 6 de octubre festejó sus 60 cumpleaños.
Sin embargo, también se mantiene en forma en la ciudad: "Corro y entreno todos los días".
El llamado del comité Nobel desde Estocolmo, en medio de la noche en Estados Unidos, donde eran las 03:00 horas, lo sacó "del sueño profundo".
Él no contaba con que iba a ser seleccionado para recibir el Premio Nobel, ya que "hay tantos que lo merecen", sostuvo.
Así, el Premio Nobel, el máximo reconocimiento mundial para un científico, es más bien algo secundario para Capecchi. "La verdadera recompensa es el trabajo mismo y lo que logramos con él", afirmó.
Capecchi investigó con ayuda de ratones modificados genéticamente gran cantidad de enfermedades, entre otros sarcomas y enfermedades similares al cáncer, que ante todo pueden afectar a los niños.
Los conocimientos que logró junto con sus colegas "son seguidos en la actualidad en cientos de laboratorios en todo el mundo, y con el tiempo conducirán al desarrollo de terapias para los más diversos tipos de cáncer y enfermedades cardíacas", afirmo.
"Eso es lo que nos brinda satisfacción, esos logros para la humanidad", sentenció.