Investigación del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam)

Por qué los adolescentes no usan preservativos

Todavía prevalecen prejuicios que se creían superados.

Hay dos clases de chicas, sostienen los adolescentes argentinos: las "rápidas" y las "serias". ¿Cómo distinguir a unas de otras? Las que se cuidan a la hora de tener sexo -las que piden a su pareja que use preservativo o que aportan ellas mismas ese elemento-, bueno, esas parecen ser las "rápidas", las "fáciles", a las que no se quiere para novia.

Pero no sólo es la lógica masculina la que desaconseja que ellas recurran a ese método para prevenir enfermedades de transmisión sexual y evitar un embarazo no deseado. También ellas consideran que el cuidado ante una relación sexual debe correr por cuenta del varón: es él el que debe encargarse de comprar el preservativo y de saber usarlo, y es quien tiene la potestad de decidir, llegado el caso, si efectivamente se lo pone... o no.

"Es él el que decide si se usa o no preservativo. Ella tiene que saber poco y pedirle que se cuide, pero no puede exigírselo ni debe demostrar que sabe cómo cuidarse. En esto coinciden el imaginario del deber ser de las chicas y de los chicos", dijo a LA NACION la doctora Alicia Figueroa, ginecóloga del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam).

Ayer, el Celsam presentó los resultados de una reciente investigación realizada en 50 chicos y adolescentes de entre 12 y 19 años de la ciudad de Buenos Aires, cuyos resultados exponen a la luz muchas de las motivaciones que obstaculizan el uso de métodos anticonceptivos.

"Lo más llamativo de esta investigación es que para los adolescentes de ambos sexos el hecho de que una chica utilice métodos anticonceptivos o de prevención habla mal de ella", dijo la doctora Diana Galimberti, presidenta del Celsam.

"El mayor determinante que impide un cuidado anticonceptivo adecuado es, en las chicas, el temor a ser percibidas como una chica «fácil» o «rápida», mientras que para los varones los preservativos deben comprarse en poca cantidad para no parecer un sexópata."

La falta de previsión (y provisión) resultante suele dar lugar a que muchas veces, llegado el momento de usarlo, se carezca del único método anticonceptivo capaz de prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual como VIH/sida, afirman las expertas del Celsam.

"Y los chicos reconocen que no van a dejar de tener sexo por no tener un preservativo a mano -agregó Figueroa-. Es más: tener sexo sin preservativo es considerado una prueba de virilidad. Entre ellos, mucho se creen vivos porque probaron sin."

Cosas de mujeres

Así como el preservativo aparece en esta investigación cualitativa del Celsam como una prerrogativa masculina, las pastillas anticonceptivas son "cosa de mujeres". Pero no de todas las mujeres: "Sólo toman pastillas anticonceptivas cuando están de novias, cuando están en una relación estable -comentó Figueroa-. Si toman pastillas no estando de novias está mal visto".

De nuevo: si se cuida, es porque es una chica "rápida"... Los prejuicios de antaño que asociaban al conocimiento en materia de anticoncepción con una vida sexual más activa y precoz -"los estudios demuestran que los adolescentes que tienen más información empiezan su vida sexual más tarde", aclara Figueroa- parecen seguir más vigentes que nunca entre los adolescentes.

"Lo que sí ha cambiado es el nivel de erotización de la sociedad: hoy, la sexualidad está más expuesta, está visible para todos, y eso hace que los chicos exploren la sexualidad representando lo que ven -señala la investigadora del Celsam-. Pero, al mismo tiempo, no ha habido un cambio en los contenidos que transmite la familia o la escuela en relación con los roles de género: lo que está bien para el hombre y para la mujer. Y por eso los prejuicios persisten."

"Hoy coexisten la exposición al riesgo [embarazo adolescente no deseado y contagio de enfermedades de transmisión sexual] y el no cuidado [no uso de métodos anticonceptivos]. El resultado es que hay más daño."

¿A qué daño se refiere? Los registros hospitalarios muestran que entre 1995 y 2000 se duplicó el número de internaciones de menores por complicaciones de abortos. Las cifras de 2005 todavía no han sido difundidas.

Por Sebastián A. Ríos
De la Redacción de LA NACION

"De eso no se habla"

Los adolescentes que participaron del estudio del Celsam concurrieron a las entrevistas junto con sus padres, ya que éstos debían firmar un consentimiento, y respondieron algunas preguntas sobre los tópicos estudiados. "A pesar de que la totalidad de las madres entrevistadas sostenían que en sus hogares se hablaba de sexualidad, un número considerable de los y las adolescentes manifestaron: «En casa de eso no se habla» -señala el informe del Celsam-. Los chicos en estas familias perciben que la sexualidad desde la palabra y el ejercicio incomoda y genera vergüenza, cuando no enojo."


Página 12

ESTUDIO SOBRE JOVENES QUE NO USAN PRESERVATIVOS
“¿Qué van a pensar de mí?”

Una encuesta cualitativa entre adolescentes porteños de clase media indagó sobre los motivos por los cuales no se cuidan en sus relaciones sexuales. Prejuicios y desigualdad de género.

Las adolescentes creen que llevar preservativos las asimila a ser consideradas como “fáciles”.“Si me cuido..., ¿qué van a pensar de mí?”, respondió una joven. Ella es una de las 50 adolescentes que participaron de una encuesta que indagó sobre los motivos que los llevan a no utilizar preservativos a la hora de tener relaciones sexuales. Mientras que para las chicas consultadas, de entre 12 y 19 años, tener un preservativo en la mochila es motivo suficiente para ser calificada de chica “fácil” o “rápida”, para los varones, andar por la vida con mucha cantidad de ellos en su bolsillo lo pone en peligro de ser considerado “sexópata”. El relevamiento demostró una vez más la desigualdad que existe entre hombres y mujeres al momento de decidir sobre su salud sexual y reproductiva.

“Esta percepción del deber ser femenino resulta más que peligroso”, alertó Alicia Figueroa, miembro del comité del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam), organización que elaboró el estudio. Se trata de una encuesta cualitativa que indagó sobre las motivaciones que condicionan el no uso de los métodos anticonceptivos. Las preguntas fueron dirigidas a 50 adolescentes, de entre 12 y 19 años, que viven en Capital Federal y pertenecen al sector económico medio.

La inequidad de género es uno de los datos más preocupantes que arroja el relevamiento. Las chicas ven negativo el uso de métodos anticonceptivos. “Si me cuido, ¿qué van a pensar de mí?”, respondió una de las adolescente encuestadas. “Si se me cayera un forro de la cartera me tomarían por rápida o que “siempre estoy teniendo sexo”, contestó otra. “Este dato es el más sorprendente de esta investigación. Para adolescentes de ambos sexos, el hecho de que una chica utilice métodos anticonceptivos o de prevención habla mal de ella”, explicó Diana Galimberti, presidenta de la organización.

Muy diferente es la percepción tanto de las chicas como de los varones sobre el papel del hombre en el momento de tener sexo. “El varón ideal es el que sabe usar preservativos, decide si se usa o no, es quien lo compra y elige, el que se inicia sexualmente en la adolescencia y a edad más temprana que la mujer”, señala el informe. Consultados por las razones que los llevan a no usar preservativos en ciertas oportunidades, los jóvenes se justificaron diciendo que no quieren pasar por “sexópatas”. “Por ello, compran poca cantidad y cuando llega la necesidad de utilizar no tienen más y, por lo tanto, no utilizan método”, agregaron los especialistas.

“Privada de la posibilidad de exigir cuidado y asumiendo que deben dejarse cuidar, muchas de las adolescentes inician sus vidas sexuales desprovistas de autonomía sobre su propia protección y dispuestas a delegar el cuidado de su salud a fin de que no se piense mal de ellas”, advirtió Galimberti. Para Celsam, es necesario incorporar la perspectiva de género a la hora de hablar sobre educación sexual. “La imagen y el rol social esperados para una mujer y un varón adolescente aparecen como los mayores obstaculizadores para la incorporación de un uso correcto de los métodos anticonceptivos”, se indica en el estudio.

La encuesta también reveló que el uso del preservativo sigue siendo resistido por los varones. El principal factor es el miedo a que se rompa. En tanto, las adolescentes mujeres desconocen la alta eficacia y seguridad de las pastillas anticonceptivas. La ginecóloga Karina Iza, integrante del Celsam, señaló que “las chicas aún cargan con los mismos mitos que tenían nuestras abuelas acerca de las pastillas anticonceptivas” y desconocen los beneficios adicionales como reducción de dolor menstrual, mejoría de la piel y el cabello, incluso disminución de la retención de líquidos”.

Las madres de los adolescentes participaron también de la encuesta. Para ellas, en sus casas se habla de sexo, lo que difiere de las respuestas de una parte considerable de los consultados, que aseguraron que tocar el tema en sus hogares “genera incomodidad, vergüenza y enojo”. Brindar contenidos “suficientes y adecuados” sobre sexualidad y prevención a sus hijos es para las mamás consultadas “tener una charla única, un comentario o decirle cuidate antes de que el adolescente salga a bailar”. “El diálogo y la contención de los padres posterga el inicio sexual y favorece conductas más responsables”, afirmó la psicóloga Andrea Gómez.