CHICAGO (Reuters).- Ver televisión más de dos horas diarias en los primeros años de vida puede acarrear problemas de atención en la adolescencia, afirma un estudio publicado ayer en la prestigiosa revista Pediatrics .
El aumento de casi 40% en los problemas de atención observado entre los espectadores muy aficionados a la televisión se registró tanto en las niñas como en los niños, independientemente de si habían recibido un diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD, según sus siglas en inglés) antes de la adolescencia.
Esta relación fue establecida en un estudio de seguimiento a largo plazo que revisó los hábitos y comportamientos de más de 1000 niños nacidos en Dunedin, Nueva Zelanda, entre abril de 1972 y marzo de 1973. Los niños de 5 a 11 años veían un promedio de 2,05 horas de televisión en los días laborales, mientras que entre los 13 y 15 años, el tiempo pasado frente a la pantalla aumentó a un promedio de 3,1 horas diarias.
"Quienes vieron más de dos horas y especialmente los que vieron más de tres horas de televisión diarias durante su infancia mostraron síntomas de problemas de atención en la adolescencia por encima del promedio", escribió en su informe Carl Landhuis, investigador de la Universidad de Otago, en Dunedin, y autor del estudio.
El daño de la TV
Los niños que vieron mucha televisión tenían más probabilidades de continuar con el hábito cuando crecían pero, incluso si no lo hacían, el daño ya estaba hecho, dijo el informe publicado en la revista médica Pediatrics .
Según Landhuis, podría haber varias explicaciones sobre este vínculo. La primera es que el cambio rápido de escenas común en muchos programas de televisión podría estimular en exceso el cerebro en desarrollo de un niño y hacer que, en comparación, la realidad resulte aburrida.
También es posible que ver televisión pueda sustituir otras actividades que requieren concentración, como leer, jugar y hacer deportes, dijo el especialista.
La falta de participación inherente a la televisión podría condicionar a los niños cuando realizan otras actividades. "De ahí que sea probable que los niños que miran televisión se vuelvan menos tolerantes ante tareas lentas y más mundanas, como los deberes del colegio", escribió el investigador en su artículo.
El estudio no es una prueba de que ver la televisión cause problemas de atención, añadió Landhuis, porque puede ser que los niños con tendencia a esta condición se vean atraídos hacia ella. "Aun así, nuestros resultados muestran que el efecto final de la televisión parece ser adverso", declaró el investigador a la edición online de la revista New Scientist .
Estudios previos habían relacionado este hábito sedentario con la obesidad infantil y la diabetes, lo que llevó a algunos médicos a advertir que "estamos haciendo un experimento en gran escala con nuestros niños y esperando para ver cuál será el resultado".
Andrew Stern
El reino del control remoto
Por Pablo Sirvén
Aun cuando la relación que proponía la vieja TV a sus espectadores era bastante menos tumultuosa en formatos, contenidos y tecnología que la que propone hoy en día, según revela este estudio, en su público más leal produjo daños tangibles. Y eso que estamos hablando de un tipo de TV mucho más austera en su oferta de programas -tres décadas atrás mandaban casi en soledad unos pocos canales abiertos-; mucho más limitada en sus géneros, pudorosa en su forma de comunicar y sujeta a procedimientos y ritmos narrativos muy similares a los de la literatura, sólo que complementando las palabras con imágenes.
Todo esto se desbarató primero con el ingreso triunfal en escena del control remoto que mal acostumbró al televidente a saltar de una a otra señal; luego, con la impresionante atomización y expansión de ese medio, primero en el cable y, actualmente, en Internet y en el frecuentado soporte DVD. Pero, además, los equipos más versátiles y la audacia de los realizadores volvieron del todo normales las compaginaciones febriles, las temáticas audaces, los géneros híbridos y las lenguas desenfrenadas.
Hoy ya no alcanza el tiempo para ver toda la televisión disponible, y el televisor, como artefacto electrodoméstico, empieza a lucir arcaico. Los más jóvenes prefieren ver lo realmente "imperdible" en las grageas especialmente preparadas por YouTube y ni tienen necesidad de molestarse en acercarse hasta un televisor: las ven directamente en sus computadoras, en tanto sus celulares también pueden generar y recibir imágenes en movimiento. Si aquella televisión mansa y pueblerina de formas y fondos tan cordiales producía tales trastornos, ¿a cuál manicomio nos conduce la actual?