Las mujeres, que heredan mutaciones en los oncogenes BRCA1 y BRCA2, están predispuestas a una mayor incidencia de cáncer de mama y de ovario, según han demostrado las conclusiones de los estudios ICEBERG.
Los genes BRCA1 y BRCA2 están implicados en la reparación del ADN, y cuando esta función se ha perdido debido a una mutación, las células no son capaces de reparar la ruptura del ADN. Se parte de la hipótesis de que los inhibidores PARP actúan inhibiendo la reparación del ADN en las células tumorales con BRCA defectuoso, sobrecargando por tanto estas células con ADN dañado y matándolas de forma selectiva.
Los estudios ICEBERG tienen como objetivo evaluar la capacidad de AZD2281, un inhibidor del PARP (poli ADP-ribosa polimerasa), para tratar a pacientes con cáncer de mama o de ovarios asociados a una mutación germinal en uno de los oncogenes BRCA1 o BRCA2.
Fiel a este objetivo se ha mostrado el investigador principal de los ensayos y oncólogo médico, el Dr. Andrew Tutt, quien afirmó al haberse demostrado el potencial de los inhibidores del PARP que espera que los resultados "den lugar al desarrollo de un tratamiento a medida" para el cáncer de mama y ovario.