Alerta sanitaria

Admiten que el dengue llegó para quedarse en el norte argentino

Los afectados por la enfermedad superan los 220 casos en el país

El ministro de Salud, Ginés González García, reconoció que el mal "seguirá por unos cuantos años más"

Convivir con el dengue en las provincias del Norte empezó a tomarse como algo de todos los días. Los habitantes de esa "región de riesgo" ya conocen de cerca el peligroso rostro de esta enfermedad que hace siete años reapareció en el país nadie sabe bien por qué.

En rigor, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, admitió que el dengue "seguirá en el país por unos cuantos años más, por lo que habrá que prepararse para una carrera más larga, para un cambio de conducta de los habitantes", dijo la semana pasada.

Esta vez, a diferencia de otros años, la situación parece diferente y bastante más grave. Sucede que en Paraguay, que limita con las provincias de Formosa, Misiones y Salta, la epidemia de dengue afecta a unas 22.000 personas, con un saldo lamentable de 17 muertos hasta ahora. El cuadro en ese país vecino podría definirse como de "zozobra sanitaria".

El virus, que se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti , no reconoce las fronteras geopolíticas. Basta decir que sólo 80 kilómetros separan Asunción del Paraguay de Formosa, por ejemplo. Y en Clorinda, la aduana para cruzar al país vecino consiste en apenas un puente sobre el río Pilcomayo, que, muchas veces en el año, es un hilo de agua. En una recorrida por esa zona, LA NACION pudo observar cómo es vivir con esta enfermedad acechando a diario.

En Formosa, el dengue mantiene a la población en estado de alerta. Saben que no importan las jurisdicciones donde uno resida porque, como dicen los vecinos, el mosquito ataca al rico y al pobre.

María Leal de González, del barrio 2 de Abril, madre de tres hijos, entiende que todos tienen que fumigar sus casas. "Ahora estamos preocupados por la gran cantidad de casos que hay en Paraguay. Por eso hacemos caso cuando nos dicen que hay que eliminar las botellas, evitar las aguas estancadas en el fondo. Está muy fea la situación. Cuando escucho que se muere la gente nos asustamos un poco", expresó.

Según el Ministerio de Salud nacional, en Salta ya se confirmaron cinco casos de dengue "autóctono", seis en Formosa y otros cuatro en Corrientes. Aunque la gran mayoría de los más de 220 enfermos que se registraron hasta ahora se trató de personas que provenían de Paraguay o de Brasil, el hecho de que aparezcan infectados dentro del territorio nacional encendió una luz de alerta.

Guillermo Romero es un vendedor de garrafas del barrio San Juan, de Formosa. "Bastante mal me sentí cuando comenzó este problema del dengue, porque hay muchos mosquitos en mi barrio", consideró. Reconoció que la falta de higiene es el mayor problema. "Cuando escucho que aumentan los casos prefiero tomarme las cosas con calma, porque el miedo no conduce a nada bueno. Estoy listo para reaccionar", sostuvo, como si se tratara de un conflicto bélico.

Una delgada línea

Carmen Lezcano dice que tiene la difícil misión de velar por sí y por su esposo, ocho hijos y un nieto. "Somos once en casa. Gracias a Dios no hay ninguno de ellos que esté enfermo. Cuando comenzaron a aumentar los casos, la verdad es que me preocupé un poco", admitió. Según comentó, tiene miedo, ya que al principio fueron pocos casos, pero luego fueron aumentando y, sobre todo, tras las muertes registradas en Paraguay. "Desde ese momento me dio miedo viajar hacia allá, como era mi costumbre. Ya ni a Clorinda me quiero ir. Me da miedo, porque por allí los casos son muchos más que en Formosa. No quiero ni pensar en que alguno de mis hijos se enferme de dengue."

En esta provincia hay 25.000 paraguayos, muchos de los cuales diariamente se trasladan hacia Asunción u otras ciudades limítrofes por razones laborales o estudiantiles.

Falta de prevención

En Misiones los habitantes de la zona fronteriza con Paraguay no duermen tranquilos por la falta de campañas de prevención. Alba Sosa tiene un puesto ambulante en la cabecera del puente que une Posadas con Encarnación, Paraguay. "Nunca vi pasar un camión de fumigación ni nada de eso", se quejó preocupada, porque del lado paraguayo murieron dos personas a causa del dengue hemorrágico, la variante más peligrosa de esta enfermedad.

Hugo Amarilla, de 41 años, es un repartidor de soda que recorre casi la totalidad de los barrios de Posadas. "Nunca vi que nadie estuviera trabajando en terrenos baldíos y pantanosos, donde se cría el mosquito transmisor del mal", afirmó Amarilla.

Carlos Villalba, de 73, ex intendente de Puerto Iguazú, dijo estar muy preocupado. Es que, según Villalba, esa ciudad turística "está abandonada a la mano de Dios, el gobierno municipal ni tan siquiera barre las calles mientras el dengue avanza en Paraguay y Brasil".

En las áreas ribereñas de Posadas hay una gran proliferación de mosquitos en varios arroyos que funcionan como cloacas a cielo abierto. Debido a las lluvias y el calor, el agua se acumula y la vegetación crece en medio de terrenos baldíos.

Por estas horas, en tanto, miles de turistas han llegado a Puerto Iguazú para disfrutar de la Semana Santa. Pese a los casos de dengue, según fuentes oficiales, no hubo cancelaciones de pasajes ni de estadías en hoteles; por el contrario, cada vez son más las reservas que se realizan.

Con la colaboración de las corresponsalías de Formosa y de Misiones

En el interior de Salta temen por la enfermedad

TARTAGAL, Salta.- Kilómetro 6 es la comunidad aborigen en la que se registraron tres de los cincos casos autóctonos de dengue confirmados en el norte salteño, y sus pobladores sienten temor porque son contagios que se produjeron dentro del país.

Sobre la ruta 86, que llega hasta la frontera con Paraguay, hay 42 comunidades indígenas, algunas con problemas por la posesión de la tierra y cada vez más limitadas en sus costumbres por el avance de los campos cultivados. Una de ellas es la del Kilómetro 6, situada a unos 20 minutos en auto de Tartagal. Casas de madera y de material que no tienen paredes ni alambrados componen el paisaje de esta población.

Julio Pérez, presidente de la comunidad, en diálogo con LA NACION, recordó que 20 días atrás llegaron médicos y enfermeros a asistirlos, pero que últimamente ya no aparecieron de nuevo. Afirmó que "el miedo existe, porque hubo enfermos sin salir del país, pero hemos vivido así con nuestros hijos, cuidándolos para que no pasaran cosas más graves".

Luego de la detección de casos se hicieron fumigaciones, pero las cuadrillas no volvieron por aquí. El cacique, Esteban Soruco, dijo que viven 1800 personas de las cuales 820 son niños. En los primeros días había muchos casos sospechosos, pero ahora "se bajó mucho ya", dijo. Los que estaban enfermos están recuperados tras sufrir "mucha fiebre, dolores de hueso, de cabeza y vómitos".

Los pobladores intentan hacer frente a la situación con las herramientas que tienen a mano. "Nos da un poco de miedo, porque nunca hemos conocido a este mosquito -dijo Soruco-; es verdad que nos atemoriza, pero nosotros decimos que es un bichito que hay que manejar y hacer las cosas de limpieza para que no se produzca."

Cerca del poblado, Margarita García, dueña de un pequeño almacén, contó que médicos y enfermeros llegaron y sacaron sangre a algunos chicos. "Después volvieron a decirnos si era o no dengue. Mi hijo estaba con síntomas del dengue, decían ellos, pero no nos han traído los análisis. Un doctor nos sugirió que no vendamos aspirinas", dijo, pues la aspirina es un anticoagulante y la variante mortal de la enfermedad produce hemorragias. "Mi hijo ya está bien", respiró aliviada García.

Gloria Gutiérrez de Ponce tuvo un chico enfermo. Le hicieron los análisis, pero nunca le informaron el resultado. "A los cuatro días estuvo bien", y se mostró extrañada por los efectos de la enfermedad, porque, según señaló, en la zona hay muchos mosquitos, "pero ninguno en mi casa era zancudo como los del dengue".

Las tareas sanitarias se realizan en bicicleta. Los agentes recorren casa por casa periódicamente para realizar controles que incluyen, entre muchas otras patologías, alertar sobre el dengue. Pero, como si fuera poco, hace una semana, según comentaron los pobladores, los agentes iniciaron un paro de actividades en reclamo de aumentos salariales.

Por Carlos F. Pastrana
Enviado especial

Escenario
 
Un mosquito que está de campaña
 
Información confusa en la ciudad
 
Resulta que ahora un florero, el agua del gato o hasta la cándida "pelopincho" en la terraza pueden transformarse en una trampa mortal. Para colmo, esos millones de mosquitos que acechan y hacen imposible el sueño aparecen como potenciales criminales de "patitas a rayas blancas" en medio de la noche.

¿Qué es esto del dengue?, cabría preguntarse a estas alturas. Las campañas de prevención de esta enfermedad casi colonial que, junto con el cólera, parecía desterrada, coparon todas las radios, la televisión y los medios gráficos de la Argentina.

La información oficial añade que no existe vacuna contra la enfermedad y que los tratamientos deben realizarse con urgencia a los primeros síntomas de una gripe común. El dato "fundamental" que aportan las autoridades sanitarias para distinguirlo de un típico resfrío radica en un mayor dolor "retroocular", es decir, detrás de los ojos. Así, miles de personas acudieron a los centros de atención como el hospital Muñiz y el Hospital de Niños al creer que habían contraído el dengue. Incluso algunos, según comentaron en esos centros de atención, acercaron frascos con algunos mosquitos aplastados.

Detectar que uno de esos molestos insectos podría tratarse de un Aedes aegypti, nombre del transmisor del virus, no es una tarea sencilla en medio de la noche, por ejemplo. Casi sería necesario contar con una lupa para desenmascarar al agresor. Ojo: debe tratarse de un mosquito hembra, pues los machos no pican, no utilizan la sangre para reproducirse y sólo dedican su tiempo a recolectar el néctar de las flores.

A todo esto, el Ministerio de Salud porteño distribuyó la semana pasada folletos entre los alumnos de las escuelas en los que identifica al mosquito como Aedes aegypti , aunque dos líneas más abajo lo rebautiza Aesdes egypti . Pequeños detalles, pero decisivos.

Como sea, los caminos de la prevención no son demasiados. Aseo de las viviendas y el uso masivo de repelentes, en todas sus variantes (aerosol, crema o lo que sea) y hasta agotar stock. No hay mucho más.

En el Ministerio de Salud reiteran que no debe perderse la calma porque "el riesgo" de contraer el mal "es muy bajo". Alguien intrigado podría preguntarse, entonces, para qué se hace semejante campaña si es que no hay ningún motivo de alerta.

La respuesta, tal vez sin querer, llegó del ministro de Salud, Ginés González García, al admitir que en la Argentina había que acostumbrarse a convivir con esta amenaza.

Mientras en el Norte se padece el mal, en la ciudad de Buenos Aires, más que el dengue, lo que realmente afecta es sólo la "sensación" del dengue.

Por Franco Varise
De la Redacción de LA NACION