Maternidad tardía

Se duplicaron en cinco años los embarazos con óvulos donados

Unas 1500 mujeres fueron mamá por ovodonación

La cifra ya es récord. La técnica se emplea mayoritariamente en mujeres de entre 45 y 50 años que dejaron de ser fértiles y necesitan óvulos jóvenes. En el país hay debate y vacío legal sobre el tema.

Mariana Iglesias

De a una van cayendo las barreras que impedían concretar el sueño de la maternidad. Los tratamientos de fertilización asistida ya están instalados como una opción válida (para quienes pueden pagarlo). Pero hay parejas que ni siquiera así logran el embarazo, y la única salida es la ovodonación, que ya es todo un éxito: en los últimos cinco años se duplicaron los tratamientos con óvulos donados. Sólo en el 2006 hubo 1.500.

"Esta técnica se aplica en el país desde hace 15 años. Pero estalló ahora. En 2002 representaba el 20% del total de las fertilizaciones que se hacían en el país; ahora, el 40%", explica a Clarín Claudio Chillik, director de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer). Es justamente uno de los temas que se debatirán entre hoy y mañana en Buenos Aires, en un congreso sobre Medicina Reproductiva.

Entre los 45 y los 50 años, la mujer atraviesa la perimenopausia, que es la etapa previa a la menopausia. "En ese período las chances de embarazo son prácticamente nulas. Por eso a las mujeres que quieren ser mamás directamente se les propone la ovodonación", cuenta Chillik.

¿A cualquier mujer? ¿No importa la edad? En el país se estipuló un límite: 50 años, que es la edad promedio en que las mujeres entran biológicamente en la menopausia. Pero no hay marco legal. Samer tiene un Anteproyecto de Ley para la Regulación de las Técnicas de Reproducción Humana Asistida. La polémica está abierta, y hay un debate ético en el mundo.

El tratamiento es como un embarazo producto de una fertilización in vitro, pero con la diferencia que los óvulos son de otra mujer. A la donante se le provoca una estimulación ovárica con inyecciones de hormonas. Y a las dos semanas se le hace una punción. Una vez que se forma el embrión, se coloca en el útero de la receptora, que llega al parto como cualquier otra mujer. Se busca compatibilidad genética entre las dos mujeres: mismo grupo sanguíneo, color de piel, ojos.

"Los tratamientos aumentan porque la mujer retrasó la maternidad diez años, en general, por motivos profesionales. Antes las consultas por infertilidad eran a los 25 años, ahora, a los 35" —dice Marcos Horton, de Samer—. Luego de los 40, no hay mucho para hacer en forma natural".

El tema, además de costoso —entre 10 y 15 mil pesos el tratamiento— es complejo. ¿Qué pasa con la identidad de esos chicos? Los especialistas aseguran que en los institutos hay psicólogos que asesoran a los futuros padres: la recomendación es que hay que decir la verdad sobre el origen.

Para Gabriela Pedrotti, psicóloga del Centro Dos, especialista en temas de familia, el tema es tan nuevo que aún tiene más interrogantes que certezas: "¿La identidad sólo tiene que ver con el óvulo? Además, al implicar a tres personas, se disparan muchas fantasías. La mujer siente que pone en juego no sólo su maternidad sino también su sexualidad, y el hombre puede sentir que le es infiel a su mujer".


La realidad se impone.

"Pongo más que el cuerpo"

Estela Torres, contadora, 47 años, embarazada de cinco meses, de mellizos. A su marido, un comerciante de Adrogué, lo conoció de joven. Igual, la idea de tener hijos surgió después de los 30. Buscaron, buscaron, y cuando quisieron acordarse ya tenían más de 40 los dos. Y ningún bebé.

Hubo varios intentos fallidos de fertilización in vitro y probaron con la ovodonación.

"Dudamos, pero los psicólogos nos explicaron que la mujer recibe un óvulo pero pone mucho más que eso: su cuerpo para el embarazo, para el parto, para darle la teta al bebé... Me tranquilizó pensar que la semejanza también se da por lo corporal, más allá de una célula. En este embarazo estoy haciendo el 80% del trabajo y siento que realmente van a ser mis hijos. Y les vamos a decir la verdad: ya les estoy escribiendo un diario".


Nueva humanidad
Diana Baccaro
dbaccaro@clarin.com

Nunca se puso en duda que "madre hay una sola". Para la ley argentina, desde lo biológico es la que da a luz, y esto es así aunque otra mujer le haya donado sus óvulos. Sin embargo, existe un vacío legal sobre las múltiples formas de parir que la ciencia hizo posible en los últimos años. Por ejemplo, aún no hay una norma que contemple si debe revelarse la identidad de la donante del óvulo para evitar la confusión de identidad del chico. Tampoco se estableció la edad máxima que debe tener una mujer para acceder a un tratamiento de fertilidad. La Nueva Tecnología Reproductiva, sin duda, alumbró una nueva humanidad, y la legislación debe acompañar este proceso. El camino de evolución que impuso la ciencia no tiene marcha atrás.

"Doné dos veces y fue hermoso"

Débora Medina es una feliz ama de casa de 31 años, madre de dos chicos, una nena de 14 y un nene de 6. A principios del año pasado una amiga le habló de ovodonación y algo se le movió en su interior. Navegó un poco por Internet, indagó sobre el tema y se decidió nomás: quería ser donante. Y allá fue. Le hicieron todos los estudios para descartar cualquier tipo de enfermedad, y como todo dio perfecto, le inyectaron las hormonas y tres semanas después le hicieron la punción. "No tuve ningún inconveniente físico", asegura a Clarín. Aunque Débora cobró mil pesos cada vez que donó sus óvulos, deja bien en claro que la motivación económica no fue tan importante. Asegura que lo que la motivó realmente a donar sus óvulos fue puro altruismo. "Siempre fui muy solidaria, de ayudar a la comunidad. Veo el sufrimiento de las parejas que no pueden tener hijos y me parece que es una muy buena causa poder colaborar con ellos. A mí Dios me dio dos bellezas que son mis hijos, y me gusta sentir que puedo dar alegría y felicidad. Doné dos veces y fue para mí una experiencia hermosa. Lo haría otra vez".