Valeria Román
En la Argentina, ya estamos en condiciones de hacer un trasplante total de cara", dijo a Clarín el cirujano y miembro de la Academia Nacional de Medicina, Fortunato Benaim. Con su equipo, ya identificaron a tres niños que son potenciales receptores del trasplante. Estiman que podrían practicarlo durante 2007.
Hasta ahora, en el mundo no se reportó ningún trasplante total de cara con éxito. Sólo fueron dos trasplantes parciales: uno en Francia en noviembre del año pasado y otro en abril en la China. Pero hay una carrera mundial por alcanzarlo.
Se preparan cirujanos de una clínica de los Estados Unidos (la Cleveland Clinic, de Ohio), de un hospital de Inglaterra y de dos universidades de Holanda. El grupo de Benaim, formado por cirujanos, kinesiólogos, psicólogos, se sumará ahora.
"Nosotros no estamos en una carrera mundial. Sólo tenemos pacientes que sufrieron quemaduras muy graves y que no encuentran solución con las técnicas tradicionales. Con ellos, intentaremos realizar un trasplante de cara, que permitirá atenuar la desfiguración, mejorar su calidad de vida y que recuperen su integración social", explicó Gustavo Prezzavento, subjefe de cirugía plástica del Hospital Alemán.
Los tres candidatos a recibir el trasplante son niños que tienen secuelas de quemaduras severas en el rostro. Son dos nenas de 7 y 13 años y un varón de 9. El implante se haría en el Hospital Alemán o en el Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan.
"Contamos con un equipo multidisciplinario, con equipamiento y con experiencia en el manejo y el tratamiento de quemaduras que hacen factible que el trasplante total de cara se puede lograr en la Argentina", recalcó Benaim. Aunque —como con todo emprendimiento en medicina—, aclaró que el éxito no será muy sencillo de alcanzar.
En nuestro país, se producen aproximadamente 100.000 quemaduras por año. De ese total, 10.000 personas quemadas necesitan internación. Cerca de mil casos de internados son considerados graves porque la extensión y la profundidad de las quemaduras ponen en riesgo la vida.
En la actualidad, las personas que sufren quemaduras importantes se tratan con autoinjertos (que toman piel de la espalda o de las piernas del propio paciente) o con técnicas de colgajos por las cuales se transporta piel, grasa y músculo de un sector a otro del cuerpo. Otra opción son los "expansores", que consisten en globos que estiran la piel sana para llevarla a la lesión.
Pero hay pacientes graves que no encuentran una solución en esas técnicas. Para ellos, el trasplante de cara, a partir de un donante cadavérico, sería una esperanza: los cirujanos extraerían piel, grasa y músculos del donantes y con suturas microscópicas unirían arterias, venas y nervios al receptor. "Por esta modalidad, se le brindará irrigación, sensibilidad y movimiento al implantado", puntualizó Prezzavento.
Según Benaim, "lo más difícil será tener un donante compatible y conseguir que el tratamiento de inmunosupresión funcione bien en el receptor". Los donantes deberán tener sexo, color de piel y edad similar a los candidatos a recibir la cara. Se chequeará la histocompatibilidad.
Aún falta la autorización oficial del Incucai (que aprobaría caso por caso) y de los comités de ética del hospitales que intervendrían en la operación que llevaría más de 20 horas.
El otro posible obstáculo es la inmunosupresión, que se aplica en los trasplantes para hacer que el organismo del receptor no rechace al nuevo órgano o tejido. Si bien puede ser beneficiosa, la inmunosupresión también puede debilitar al organismo contra gérmenes, según otros integrantes del equipo, Alberto Bolgiani y Juan Carlos Rodríguez.
Los expertos advirtieron que los pacientes graves o sus familiares (en el caso de menores) tendrán que ponerse a evaluar: sus vidas no están en riesgo, pero la deformidad de la cara hace que no tengan una vida social normal. El trasplante de cara implica riesgos, pero también puede servir.
Sonrisas
Eliana Galarza
egalarza@clarin.com
La sonrisa de Isabelle Dinoire, la francesa que se convirtió en la primera persona en recibir un trasplante parcial de cara, es algo más que un símbolo. La cirugía fue compleja, el posoperatorio mucho más: hubo que sortear dos episodios riesgosos. Para comprobar que todo podía ir bien, los médicos se guiaron por una especie de "índice de la mueca risueña". Cuando esbozó la primera, hubo tranquilidad. Dicen que ahora esperan que dé su primer beso, así podrán comprobar que sus músculos faciales están funcionando a pleno. Con la posibilidad de hacer este tipo de cirugías en el país, se podrán recuperar más sonrisas.
Un pionero en cirugías reparadoras
Fortunato Benaim se recibió de médico en 1947 y a los dos años un incendio lo llevó a ser un pionero en cirugías para tratar quemaduras severas. Un fuego había afectado las caras de una familia entera en La Boca. Y un jefe en el hospital Argerich le ordenó a Benaim: "Ocúpese de los quemados". Esa frase lo marcó para siempre.
Más adelante, Benaim ganó una beca en la Universidad de Texas, en los Estados Unidos. Volvió a la Argentina y trabajó durante 28 años en el Instituto de Quemados. En 1981, Benaim creó una Fundación que lleva su nombre. En 1989, fundó el primer banco de piel en el país, donde se procesan y almacena piel de donantes cadavéricos que han dado su consentimiento (la conservan a menos de 80 grados centígrados).
Los logros siguieron: en 1992 con su equipo de médicos, realizó el primer cultivo de células de la capa superficial de la piel de los propios pacientes afectados (es como un autotrasplante de piel). A esta opción se le agregó otra: en 1999 usó por primera vez la piel artificial.
Hoy, a los 87 años, Benaim sigue activo. Su fundación brinda un programa de asistencia gratuita para pacientes sin coberturas y tiene un grupo de autoayuda. Espera con ganas concretar el trasplante total de cara en un paciente argentino.