Simposio en Bs as

Las tensiones emocionales pueden agravar los problemas GI

Según un experto, los trastornos más frecuentes pueden originarse en el estrés.

Valeria Román

Los tres problemas gastrointestinales más frecuentes están causados o agravados por las tensiones emocionales que enfrentan (o han atravesado) las personas. La afirmación pertenece a Luis Soifer, presidente de la comisión organizadora de un simposio sobre neurogastroenterología que se desarrolló la semana pasada en Buenos Aires.

El encuentro fue organizado por el Círculo de Motilidad digestiva y la Sociedad Argentina de Gastroenterología. Además, la Fundación Argentina de Motilidad Gastrointestinal (www.famgi.org.ar) organizó una reunión para pacientes. "Algunos síntomas de los trastornos gastrointestinales, como las diarreas, los dolores de panza o la hinchazón, pueden aparecer recurrentemente, pero la gente no siempre consulta al médico", señaló.

Cuando la comida ingresa al organismo, los nervios del tracto digestivo les avisan a los músculos que se contraigan en movimientos que mezclan y propulsan la comida. Según Soifer, el sistema nervioso central interactúa con el "cerebro intestinal". Y los momentos de tensión en el trabajo, en la pareja, en la familia, entre otras situaciones, puede provocar alteraciones en esa interacción.

Los tres desórdenes más frecuentes tienen diferentes síntomas y tratamientos. La pesadez después de comer, la hinchazón y el dolor en la boca del estómago son los síntomas de la dispepsia funcional. El 15% de la población padece o ha padecido el problema. Consiste en que los alimentos tardan en acomodarse en el estómago o se produce una percepción molesta de la comida. Como tratamiento, los médicos recetan —según Soifer— inhibidores del ácido que se fabrica en el estómago, medicamentos que estimulan el movimiento del estómago, ansiolíticos, antidepresivos, terapia cognitiva, relajación muscular, hipnosis y dieta que evite grasas y salsas.

El reflujo gastro-esofágico se presenta en el 20% de la población. Hay una barrera que impide que el ácido del estómago vuelva al esófago. Pero esa barrera puede fallar: la persona siente acidez, ardor y dolor. El trastorno puede acarrear complicaciones serias, como daños en el esófago. Se usan fármacos que impiden la formación de ácido en el estómago y se practican cirugías (en casos graves) que corrigen la falla de la barrera antirreflujo.

Por último, el síndrome del intestino irritable se registra con síntomas como dolor abdominal, hinchazón, diarreas y constipación o su alternancia. Puede llegar a ser muy molesto y alterar la calidad de vida: es un motivo frecuente de ausentismo laboral y escolar.

En situaciones de estrés, el cerebro envía mensajes contradictorios al intestino y éste responde de modo exagerado. Es común que los síntomas del síndrome del intestino irritable sean más severos a la mañana o al comienzo de la actividad.

Para enfrentar este síndrome, según Soifer, se recetan fármacos contra la diarrea o la constipación, analgésicos viscerales que reducen el dolor abdominal y técnicas no farmacológicas, como psicoterapia, hipnosis y relajación muscular.