Dentro de estas manifestaciones, la lesión de los nervios periféricos se presenta en 65% de los casos y es de tipo asintomático hasta en la mitad de ellos, de modo que esta patología se comprueba únicamente con la realización de un estudio electrofisiológico.
Por otro lado, la polineuropatía sensorio-motora y la mononeuritis múltiple ocupan un lugar importante tanto por la frecuencia de presentación como por el reto que representa el diagnóstico de las mismas. Dentro de los mecanismos fisiopatogénicos que intervienen en el desarrollo de estas alteraciones se encuentran: lesión por atrapamiento, daño axonal (ya sea tóxico o inmunológico), infiltración mononuclear y las secundarias a vasculitis.
Es difícil establecer el diagnóstico de daño al sistema nervioso periférico cuando las lesiones son leves o incipientes, más aún si están enmascaradas por otros signos y/o síntomas principales en el proceso inflamatorio articular, como el dolor persistente en el caso de actividad de la enfermedad. No obstante, es posible determinar este tipo de lesiones por medio de electrofisiología, la cual permite comprobar la existencia y distribución de lesiones neuropáticas asintomáticas. En los pacientes con artritis reumatoide se ha observado la presencia de daño axonal, electrofisiológicamente traducido en disminución de la amplitud y latencia de la conducción motora.
Generalmente, en los pacientes con artritis reumatoide las alteraciones neurológicas periféricas pueden anunciar lesiones en otros órganos que pueden llevar al paciente a una mayor discapacidad. De ahí que su identificación temprana podría modificar el curso de la enfermedad mediante el cambio de los lineamientos terapéuticos. En este rubro, la rehabilitación física tiene un papel importante. El estudio electrofisiológico constituye, sin lugar a dudas, una opción diagnóstica que además de ser inocua resulta accesible en un gran número de centros hospitalarios.
Bekkelund y Lanzillo realizaron algunos estudios en pacientes portadores de esta patología y encontraron una alta prevalencia de daño al nervio periférico, sin embargo, los procedimientos
utilizados no evaluaron de manera completa el daño axonal o desmielinizante. Asimismo, Bekkelund llevó a cabo estudios de nervios de extremidades tanto superiores como inferiores en mujeres con artritis reumatoide, todas ellas con títulos positivos para factor reumatoide. El método de evaluación que empleó incluyó las alteraciones mostradas en los potenciales motores y somatosensoriales, mismas que permiten identificar alteraciones axonales tanto centrales como periféricas. Este es un método específico para evaluar las enfermedades que afectan las raíces raquídeas, no obstante, no ayuda a evaluar las alteraciones desmielinizantes. La implantación de este tipo de evaluación es incómoda para el paciente, no es factible para valorar múltiples nervios y resulta poco accesible. Por su parte, Lanzillo usó mediciones como velocidad de conducción y amplitud de potenciales, lo que permitió diferenciar entre daño axonal y desmielinizante, aunque evalúa únicamente dos nervios, mediano y tibial. Esto puede ser una limitación para detectar la afección de otros nervios de extremidades superiores e inferiores. Lanzillo reportó una prevalencia
de 65% de alteraciones electrofisiológicas, en la que la neuropatía sensorio-motora distal fue la más frecuente.