El "último tabú médico", llama la Organización Mundial de la Salud (OMS) a ese incómodo escape de orina que afecta en forma frecuente a una de cada diez mujeres adultas. Porque muchas de las que sufren de estas micciones, cuando no dolores, se resisten a aceptar este padecimiento, o evitan hablarlo con su médico. Sin embargo, es fundamental tratarlo, para mejorar la sociabilidad cotidiana, la vida sexual y evitar complicaciones orgánicas.
Los especialistas estiman que también dos de cada diez mujeres menopaúsicas sufre de incontinencia urinaria en forma frecuente, y que la mitad padece este problema en forma ocasional (por un esfuerzo físico).
La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina que, si no está bien tratada, genera gran incomodidad en cualquier situación social. Con la familia, en el trabajo, en la escuela de los hijos, o en el club. Y además supone un problema higiénico para la paciente.
El origen de la falta de control de la micción es el debilitamiento de los músculos que sostienen los órganos que están alojados sobre la pelvis: la uretra, la vagina y el ano. Aunque no es sólo un problema femenino. Los hombres también lo sufren, con menor frecuencia.
Para ambos sexos se presenta en diferentes niveles de gravedad."Cuando en las mujeres se trata de un grado 1, este problema se trata con ejercicios físicos, y con medicación específica que contrae la zona. Pero cuando la elasticidad de estos músculos se agrava, hasta un grado dos o tres, cuando los órganos que sostiene la región perineal empiezan a exteriorizarse (prolapso), suele resolverse con cirugía", explicó la obstetra, sexóloga y educadora sexual Silvia Salomone.
Los principales factores de predisposición a la extensión del músculo perineal son:
· El peso que ejerce el bebé sobre estos músculos en el embarazo. Sobre todo, en madres de más de un hijo.
· La reducción de los estrógenos durante la menopausia.
· La falta de ejercitación de estos músculos, una realidad que pese a lo que podría presuponerse a menudo afecta a deportistas, que hacen mucho esfuerzo físico, pero que, en particular, no tonifican esos músculos.
A diferencia de la incontinencia frecuente, que supone micciones involuntarias constantes, molestas y si el caso es grave, dolorosas, la incontinencia ocasional sólo ocurre cuando las mujeres hacen esfuerzo al toser, reírse con fuerza, estornudar o hablar en forma enérgica. "Cuando la mujer se familiariza con toda la zona del periné, aprende a manejar y controlar los músculos, se previene de problemas y mejora su vida sexual", explica, Viviana Tobi, directora de un centro de salud corporal y psicológica.