Aproximadamente 1.2 millones de personas por año son afectadas de neumonía en los EE>UU. En los pacientes pediátricos, la efusión parapneumónica complica a la neumonía en un 36% a 57%, con un rango de incidencia entre 0.4 y 6.0 casos por 1000 admisiones pediátricas. Aunque las efusiones parapneumónicas son una entidad relativamente común, el manejo óptimo permanece en discusión. Las opciones terapéuticas incluyen antibióticos, toracocentesis, tubos de drenaje por toracotomía, fibrinolisis, cirugía asistida por videotoracoscopía y toracotomía.
En 1962, la Sociedad Torácica Americana describió la formación de una efusión parapneumónica a lo largo de 3 fases continuas. Basado en la patofisiología de la enfermedad, todos los procesos parapneumónicos son exudados que son el resultado de una membrana pleural inflamada por una neumonía adyacente. En la fase exudativa temprana (fase 1), el exudado parapneumónico tiene una glucosa y pH normal. En la (fase 2) hay un aumento de fibrina, neutrofilos polimorfonucleares y de la deshidrogenasa láctica, con disminuciones en la glucosa y pH. Debido al acúmulo de fibrina, el fluido se organiza y se tabica en el espacio del pleural. Finalmente, en la fase tardía de la organización (fase 3), el crecimiento fibroblástico que se extiende de la pleura visceral y parietal causa la formación de una cáscara pleural restrictiva que atrapa al pulmón y daña su función.
Históricamente, el tratamiento de las efusiones parapneumónicas ha incluido un régimen no quirúrgico primario (antibióticos y toracentesis o tubos de drenaje pleral). Aunque la administración antibiótica y los tubos pueden ser la terapia adecuada para la fase temprana (fase 1) de las efusiones parapneumónicas, la presencia de loculaciones y adherencias de fibrina a menudo limita el éxito de esta terapia. Muchas veces es clínica y radiográficamente difícil diferencian entre fase 1 y 2 de enfermedad. Así, este manejo no quirúrgico primario frecuentemente produce hospitalizaciones prolongadas.
Agunas series retrospectivas han sugerido que los niños que experimentan fallos con la terapia de drenaje pleural convencional, exhiben mejoría después de la toracotomía o videotoracoscopía principalmente si es realizada tempranamente. Muchos cirujanos pediátricos basados en estos resultados han considerado videotoracoscopía como manejo primario bueno para niños que padecen procesos parapneumónicos.
Un reciente metaanalisis ha sugerido que la intervención quirúrgica primaria para las efusiones parapneumónicas pediátricas era mejor que era consistente con los resultados del estudio prospectivo, aleatorizado hecho por el Waite et al en los adultos. Según los autores no ha habido nunca, un estudio pediátrico prospectivo para confirmar esta hipótesis. Este ensayo de pacientes pediátricos con neumonía adquirida en la comunidad y los procesos parapneumónicos asociados compara el drenaje bajo videotoracoscopía versus el drenaje pleural convencional.
Se realizó un ensayo prospectivo, aleatorizado, dirigido en el Hospital de Niños de DeVos Children's Hospital (Grand Rapids, MI) entre noviembre de 2003 y mayo de 2005. Todos los pacientes menores de 18 años de edad con efusiones parapneumónicas grandes fueron acercados para la matriculación en el estudio. Después de la matriculación, cada paciente fue asignado para recibir al azar o cirugía mediante videotoracoscopía o toracostomía con tubos de drenaje de la efusión. Las terapias subsecuentes ( fibrinolisis, imaging, y los procedimientos de drenaje extensos) eran similares para cada grupo por el protocolo.
Se matricularon dieciocho pacientes en el estudio: 10 en la cirugía asistida por video toracoscopía y 8 por toracostomía convencional. Los grupos eran demográficamente similares. No ocurrió ninguna muerte en ambos grupos y todos fueron dados de alta del hospital con resultados aceptables. Había variables múltiples que demostraron la diferencia estadística. La estadía en el hospital, el número de días de tubos, el uso de narcóticos, el número de procedimientos radiográficos y los procedimientos intervencionistas eran todos menores en los pacientes en los que se le realizó video toracoscopía. Además, ningún paciente del grupo de cirugía asistida por video requirió terapia fibrinolítica también era estadísticamente diferente al grupo de drenaje convencional.
Los resultados de este estudio sugieren fuertemente que la cirugía asistida por videotoracoscopía primaria para la evacuación de las fases I o II de las efusiones parapneumónicas son superiores al drenaje por toracostomía convencional.
Los autores concluyen que los resultados de este estudio sugieren fuertemente que la videotoracoscopía para la evacuación de efusiones parapneumónicas es superior al drenaje pleural por toracostomía convencional. Este hallazgo es consistente con los informes de casos y metaanálisis que se han hecho previamente.
Se necesitan estudio multicéntricos para verificar estos resultados dentro de la población pediátrica.