Sociedad

Jaque al inconsciente: ¿el ajedrez tiene propiedades terapéuticas?

Es sabido que el juego milenario ayuda a desarrollar funciones como la memoria, la concentración, la imaginación, la creatividad y el pensamiento lógico, pero ¿hasta dónde llega su ayuda a la mente de los que lo juegan?

Fabricio Soza. Especial para Clarín.com

Que la práctica del ajedrez necesita cierta habilidad mental no es novedad, como tampoco lo es que esté netamente relacionado con la psicología. El mismo padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, afirmó que los pasos a seguir en el dominio de este juego eran similares a las técnicas psicoanalíticas y hay miles de estudios dedicados al ajedrez y psicología en lo que respecta al proceso y mejora de funciones mentales en los jugadores. Pero... ¿puede ser visto como terapia o portador de propiedades terapéuticas o capaz de curar ciertas patologías?

"No pensaría que tiene una función terapéutica. Personalmente me interesa el ajedrez y muchos otros juegos de estrategia o de tablero, porque es un instrumento muy útil para explorar, desarrollar y permitir un mejor desenvolvimiento de capacidades intelectuales en diversas áreas como el pensamiento matemático, desarrollo social y corporal con el espacio –especialmente con chicos-", contesta Hugo Mas, licenciado en psicología y profesor de ajedrez en el programa de la Dirección de Educación Inicial del Gobierno de la ciudad.

Y explica: "cuando uno trabaja con patologías utiliza determinados instrumentos que considera útiles; en un esquema -encuadre- podría ser que el ajedrez sirva como un instrumento para trabajar determinadas cuestiones, pero estaría funcionando como intermediario. He utilizado muchas veces el juego del ajedrez y es como una excusa para establecer una relación. En lo que son patologías, especialmente con los chicos - problemas de límites, habla, relación o aprendizaje-, se utiliza mucho el juego en general y lo que más puede aportar es a las funciones cognitivas, el desarrollo de la inteligencia y la interacción, pero no particularmente para una patología".

Es casi una obviedad que este deporte, como cualquier otro, modifica la personalidad de quien lo practica desde niño, pero al necesitar de concentración máxima y requerimientos mentales, la estrategia se puede se puede trasladar al día a día: "el ajedrez es llamado el rey de los juegos, donde no participa el azar. También se lo conoce como juego-ciencia, uno puede progresar indefinidamente y los progresos que hagan en el juego, servirán en la vida cotidiana", afirma Marina Rizzo, maestra FIDE y directora del Taller Infantil de Ajedrez Caballito de Palermo. Además, explica que "es un juego muy sabio y entrena muy bien ambos hemisferios. Les recomiendo a los padres que jueguen con sus hijos, que apaguen la radio, la TV, los videojuegos y tengan el 'ritual' de sentarse en un lugar cómodo y en silencio para crear el clima. El niño debe dejar a un lado el aspecto competitivo y disfrutar de la situación de ponerse a pensar".

Es claro que el ajedrez es un buen ejercicio mental y una forma de relacionarse con los demás, pero lejos está de ser una cura terapéutica a problemas puntuales. Igualmente, una buena celada o el dar un buen jaque mate a un oponente, a veces es tan o más satisfactorio que meter un gol en un partido de fútbol. Sin mucho marketing en sus espaldas el ajedrez es una práctica que no cura pero apacigua y no sana pero es sano.


El ajedrez en mi vida, por Pablo Adrián Zarnicki*

Me contaron que empecé a jugar al ajedrez a los 5 años. La afición de mi padre al noble juego tuvo una influencia directa en el desarrollo de mi carrera. Y a su vez, influyó definitivamente en mi personalidad, en mis costumbres, en mi forma de pensar y de moverme por la vida. Aún sin notarlo concientemente la forma de razonamiento que aprendemos cuando jugamos al ajedrez es aplicable a las cosas de las vida cotidiana. La anticipación de lo que va a jugar el otro se da en el día a día. Por el lado negativo vale mencionar que la abstracción del mundo real que se necesita para jugar una partida puede influir negativamente en los actos cotidianos. Siempre intenté tener una vida familiar y paralela al juego para no aislarme del mundo real, pero de todas maneras no me resulta especialmente fácil sociabilizarme, sobre todo con gente que no conozco.

En los niños me parece una herramienta útil que les permite desarrollar un interesante mecanismo de pensamiento sin darse cuenta. Es decir, que mientras el niño juega también aprende a pensar. Poder divertirse y aprender al mismo tiempo es una gran cualidad para cualquier chico. Más allá de su organización totalmente deportiva (torneos nacionales, internacionales, olimpiadas, etc) el ajedrez me resulta un arte. Como el pintor se expresa con sus cuadros, frente al tablero sale lo mejor y peor de cada uno. Las virtudes, como por ejemplo aplicar buenos conocimientos, tener talento para enfrentarse todo el tiempo a situaciones nuevas, etc.; y los defectos, como en mi caso, ser una persona por demás ansiosa me ha llevado a perder partidas increíbles por el solo hecho de apresurarme cuando me sobra el tiempo para pensar.

Si tuviera que poner en una balanza las ventajas y desventajas de jugar al ajedrez no habría dudas de que el lado del sí pesaría mucho más. Por eso me atrevo a recomendárselo a todo aquel que guste de crear, disfrutar con amigos, aprender y porqué no competir.

* Gran maestro internacional, Campeón mundial Juvenil (1992), Dos veces Campeón mundial Sub26 por equipos (1993 y 1997) y columnista de Clarín.