Todavía no está desarrollada

Otra batalla contra la obesidad: ahora prueban con una vacuna

Científicos de EE.UU. ya lo hicieron con éxito en ratas. Y afirman que podría beneficiar a los que hacen dietas y luego vuelven a engordar. Los expertos temen que la gente piense sólo en soluciones farmacológicas.

Llevo toda mi vida haciendo dietas. Empecé a los 9 años. Tomé todas las pastillas y preparados posibles. Siempre perdí kilos, pero volví a recuperar más de lo perdido. Por la última dieta, que me hizo morir de hambre, bajé 20 kilos, pero engordé otros 35", dice Silvia A. a Clarín. Ya tiene 56 años, trabaja en una financiera y es mamá de tres chicos. Está cansada de tantos intentos frustados en su lucha contra la obesidad.

Para esta mujer y muchos otros —se calcula que mil millones de personas en el mundo padecen sobrepeso y obesidad—, se está desarrollando una vacuna que ya fue probada con éxito en ratas en los Estados Unidos. La desarrolló el grupo de la científica Kim Janda, del centro de investigación Scripps, del Instituto Skaggs de Biología Química, en La Jolla, California, que difundió el resultado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de esta semana.

La vacuna puede marcar un punto de ruptura con otros tratamientos: si se llegase a comprobar su eficacia en seres humanos, esta nueva herramienta haría suprimir las ganas de comer y llevaría a reducir de peso. Janda escribió a Clarín por correo electrónico: "Cualquier adulto que no tenga su sistema inmune comprometido, podría usar la vacuna. El atractivo de este acercamiento es que usa nuestro propio sistema natural de defensas y no obliga a introducir drogas en el organismo" .

Janda le tiene confianza a su vacuna. Afirmó que en un año y medio podría estar probándose en seres humanos. "Puede desacelerar la tasa de ganancia de peso entre el 15 y el 30 por ciento", aseguró. Aunque sus efectos fueros exitosos en animales, no genera una adhesión absoluta por parte de otros especialistas. La obesidad es una enfermedad compleja y un factor de riesgo para otros males como el infarto, el ataque cerebral, algunos tipos de cáncer, la diabetes tipo 2, la artritis, y la depresión.

En la actualidad, el tratamiento de la obesidad funciona como "una pirámide", señaló Mónica Katz, docente de la Universidad Favaloro y especialista en trastornos alimentarios. "En la base está la alimentación y la actividad física. Después viene el aprendizaje de comportamientos saludables. Luego, se usan tres fármacos y, como última opción, se recurre a las cirugías bariátricas (como el bypass gástrico)".

En el futuro, se sumaría la vacuna que actúa contra la hormona ghrelina, que se produce en el estómago y fue identificada en 1999. Se sabe que los niveles de esta hormona suben cuando se pierde peso por dietas y lleva a que aliente el consumo de alimentos. Por esto, muchas dietas no funcionan. La vacuna estadounidense inmunizó a ratas: produjo anticuerpos contra la forma activa de la hormona ghrelina. Así, se logró que esa hormona no llegue al cerebro y también redujo la ganancia de peso, aunque los animales siguieron comiendo normalmente.

"La vacuna puede llegar a ser una opción, pero hay que ver si el mismo éxito se repite en humanos", dijo Alfredo Ghione Pelayo, ex presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación (SAOTA). "Me parece una estrategia terrible", opinó Marcelo Rubinstein. "La obesidad no se debe a la presencia de un agente infeccioso. Por lo cual, tomar una vacuna para no comer es como tomar una vacuna para no pasar un semáforo en rojo".

Para Katz, "la vacuna contra la hormona ghrelina suena una estrategia lógica, pero podría tener efectos colaterales que todavía no se han descubierto". En tanto, para Eduardo Gobbi, experto en obesidad y coordinador del servicio de medicina preventiva del FLENI, también mostró su cautela: que la ghrelina no es la única hormona relacionada con la alimentación y la obesidad.

"Hasta ahora los inmunofármacos no han tenido buenos resultados. Habría que ver si esta novedad no produce inflamación en los humanos", afirmó.

Como toda búsqueda de la investigación científica, la vacuna antiobesidad deberá sortear más pruebas, para confirmar que sus beneficios son mayores que sus riesgos. Por el momento, los expertos en nutrición insisten en que hoy es mejor consumir menos azúcares simples (en golosinas, facturas, miel, etc.), menos grasas saturadas (en panificados y en carnes, con la excepción del pescado) y más verduras y frutas (5 porciones al día), acompañados de 30 minutos diarios de trote, caminata o baile. "Hay que —dijo Ghione Pelayo— empezar a sacudir la pereza".

"Lo mejor es cambiar de hábitos"

Pasó por pastillas, masajes con cintas vibratorias y hasta por inyecciones con gases, que —según le prometieron— podían reducir su obesidad. Pero nada funcionó en Ana María Gori porque esos métodos apuntaban más a recetas mágicas que a un plan controlado.

Sus problemas con el exceso de peso aparecieron cuando tenía 12 años y se agravaron más tarde por complicaciones endocrinológicas. Desde entonces tuvo épocas de altas y bajas. Hasta que empezó con un buen tratamiento y modificó algunas costumbres.

"Lo mejor es cambiar de hábitos; eso es lo principal: no llegar a la obesidad. Yo empecé a comer seis veces por día, pero en porciones pequeñas, e incorporé la actividad física. En este momento sólo estoy 5 kilos arriba de mi peso ideal", dice.

Ahora tiene 58 años, marido y tres hijos. Trabaja en la Asociación de Lucha Contra la Obesidad y cuatro veces por semana hace gimnasia y caminatas.