En un intento por ponerle freno al avance de la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil, legisladores porteños y de la provincia de Buenos Aires proponen medidas drásticas para que los más chicos adopten una alimentación más saludable.
Dos proyectos de ley establecen la prohibición de la venta de gaseosas y de alimentos hipercalóricos e hipergrasos en las escuelas para fomentar una mayor presencia de frutas y productos lácteos en la dieta infantil.
Al mismo tiempo, en la provincia de Córdoba, un programa piloto del Ministerio de Educación ha puesto al alcance de los alumnos frutas y verduras a precios accesibles, lo que está logrando que caiga la venta de golosinas durante los recreos.
Para quienes trabajan en obesidad infantil, las razones detrás de las propuestas son claras: “El 75% de los alimentos que se venden en las escuelas tiene un excesivo contenido de grasas y de calorías”, dijo a LA NACION el doctor Sergio Britos, director asociado del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), autor de un estudio que evaluó la oferta alimenticia en veinte escuelas de la Capital y del Gran Buenos Aires.
“Se necesitan políticas gubernamentales para hacer frente a la actual epidemia de obesidad infantil”, opinó la doctora Carmen Mazza, jefa del Servicio de Nutrición del hospital Garrahan. La experta en nutrición pediátrica justificó esa necesidad con un solo dato: “Uno de cada cuatro chicos en el país, de entre 10 y 19 años, está excedido de peso, según reveló una encuesta realizada por la Sociedad Argenitna de Pediatría (SAP)".
Las propuestas que actualmente están siendo debatidas en las legislaturas porteña y bonaerense se encuentran en sintonía con otros proyectos antiobesidad que ya han puesto en marcha varios países desarrollados. En los Estados Unidos, por ejemplo, una ley federal ha establecido recientemente la reducción progresiva de la oferta de alimentos poco saludables en las escuelas.
En ese país, hasta algunas de las principales empresas alimenticias se han sumado a la propuesta: Pepsi, Coca-Cola y Cadbury Schweppes anunciaron el mes pasado que retirarán sus bebidas gaseosas o con adición de azúcar de los colegios estadounidenses.
Mientras tanto, hoy, en las escuelas argentinas, los chicos tienen a su disposición alimentos que distan bastante de poder ser catalogados como "snacks saludables", y que se asemejan más a la definición básica de "comida chatarra": alimentos con excesivo contenido de calorías y de grasas.
"En nuestro estudio sobre los alimentos que se venden en las escuelas de Capital y Gran Buenos Aires nos hemos encontrado con alfajores que contienen más de 300 calorías, y que en combinación con una gaseosa suman unas 500 calorías, que es lo que un chico, que requiere entre 1500 y 1600 calorías diarias, debe consumir en una de sus comidas principales", advirtió el doctor Britos.
Qué dicen los proyectos
"Lo que propongo es que se limite la posibilidad de que en los colegios primarios se instalen máquinas expendedoras que vendan productos hipocalóricos, como contribución a la lucha contra la obesidad infantil", dijo a LA NACION el legislador porteño kirchnerista Helio Rebot, autor de un proyecto que actualmente se debate en la Comisión de Usuarios y Consumidores, y en la de Salud, y que en su artículo primero establece:
"Queda prohibida la instalación y el uso de máquinas expendedoras de alimentos y/o bebidas, con excepción de lácteos y bebidas naturales o hipocalóricas, en los Establecimientos Educativos a los que concurran alumnos de nivel primario ubicados en la ciudad de Buenos Aires, tanto públicos como privados con subvención estatal."
Para Rebot, "ayudar a limitar el expendio sin control de alimentos hipercalóricos es una forma de ayudar a los padres a que sus hijos hagan un cambio en sus hábitos de alimentación en favor del consumo de comida más sana".
Por su parte, el legislador bonaerense radical Luis Bruni ha presentado un proyecto de similar espíritu, que propone que se elabore una lista de alimentos saludables que puedan ser vendidos en las escuelas de esa provincia.
En su artículo 8°, el proyecto de ley establece: "Prohíbese la venta en los establecimientos educativos de aquellos productos que no estén incluidos en ese listado en razón de ser considerados desfavorables para ser incluidos en la dieta de los menores."
¿Qué alimentos tiene en la mira el proyecto de Bruni? "En los colegios de España -dijo a LA NACION el legislador-, las máquinas expendedoras de jugos y gaseosas están prohibidas. Lo que buscamos es que se vendan en los quioscos de las escuelas alimentos más saludables, como los yogures, los lácteos y las frutas."
Bruni va incluso más allá, y plantea una prohibición que se base también en la forma en que son promocionados ciertos productos alimenticios: "Prohíbese la comercialización de productos en los que se incluyan figuritas, stickers, juguetes o cualquier otro incentivo para favorecer el consumo de aquellos alimentos que no sean propicios para incluirse en la dieta infanto-juvenil", puede leerse en el proyecto que actualmente es analizado por la Comisión de Salud de la Legislatura bonaerense.
Cambio de hábitos
Pero más allá de la buena voluntad de los legisladores, ¿es posible modificar positivamente los hábitos alimentarios de los chicos a través de un simple cambio en la oferta de los alimentos que cotidianamente se les ofrecen?
La doctora Mazza aporta una respuesta: "En estas edades, los chicos aceptan los cambios. Por otro lado, está demostrado que ningún cambio en la alimentación es aceptado si el alimento nuevo es probado menos de entre 8 y 10 veces. Si al primer intento se lo deja de ofrecer, los chicos no aprenderán a comerlo. Si uno persiste de buenas maneras, en cambio, la conducta alimentaria puede ser modificada".
Un cambio en la actual oferta de los quioscos escolares, en favor de los lácteos y las frutas y en detrimento de las golosinas y las gaseosas, según sugirió la médica nutricionista, "sería una buena manera de empezar a enseñar buenos hábitos alimentarios desde el colegio".
"Es importante que las escuelas tomen una conducta más activa en la prevención del sobrepeso y la obesidad infantil", concluyó la doctora Mazza.
Por Sebastián A. Ríos
Padres e hijos, a favor de una alimentación más saludable
La propuesta de un legislador bonaerense para prevenir la obesidad infantil por medio de la oferta de productos saludables en los buffets escolares, entre otras medidas, es bien vista por padres y alumnos.
En una consulta efectuada por LA NACION, la mayoría de las opiniones respecto de la iniciativa fueron positivas, pero en varios casos se mencionó la necesidad de complementarla con la promoción de hábitos saludables en el hogar.
Gena Dura tiene tres hijos y opinó: "No está mal, pero además de prohibir o evitar golosinas en los colegios habría que enseñar sobre la alimentación. En casa comemos sano: verdura, pescado, carne, leche, yogur y ese tipo de cosas. Hay que comprender que el crecimiento intelectual y físico van juntos".
La mujer le compró un pancho a su hijo Mauricio, de 3 años, pero aclaró: "Esto es una excepción, y él lo sabe. Sólo le compro golosinas o comidas rápidas cuando tenemos que estar varias horas en el centro para hacer trámites. Hoy, los padres trabajan mucho y no tienen el tiempo suficiente para controlar qué comen los chicos, pero hay que hacerlo".
Por su parte, Griselda González, madre de Leandro, de 7, y Ariadna, de 4, dijo: "Es una buena idea, pero es probable que los chicos lleven golosinas de sus casas a la escuela. Ahí tenemos que estar los padres para explicarles qué es más sano".
A Ariadna no le gustó demasiado la idea de restringir el consumo de golosinas. "Son muy ricas", afirmó. En cambio, su hermano Leandro se mostró más flexible: "A mí también me gustan, pero bueno... No me molestaría comer frutas en el recreo".
Andrea Pereyra sostuvo que para sus hijos, Tomás, de 5, y Marcos, de un año y tres meses, no sería problemática la instrumentación de la iniciativa: "Por suerte, no piden golosinas con frecuencia. Pero la cuestión de la alimentación es todo un tema y, a veces, no se le da la importancia que tiene. La idea del proyecto de ley me parece buena".
Malena Pérez, alumna del sexto año de una escuela del centro de La Plata, opinó que a la propuesta habría que hacerle una modificación: "El quiosco de la escuela tendría que seguir vendiendo golosinas, pero también agregar frutas y cereales y que cada uno compre lo que quiera".
"Hay un lugar para todos en la dieta"
"Todos los alimentos, aun aquellos con alto contenido de calorías y de grasas, pueden tener un lugar en la dieta -comentó el doctor Sergio Britos, director asociado del Cesni-. El tema es cuál es la frecuencia y cuál el tamaño de la porción adecuados." Este especialista propone un ayuda memoria para padres, que permita discernir cuál es el lugar de las golosinas en la dieta de sus hijos. Claro que para ello hace falta leer las etiquetas que informan sobre el contenido de calorías: "Un alimento que dice que tiene menos de 90 calorías por porción puede ser comido una vez al día; otro que tiene entre 90 y 125 calorías hasta 5 veces por semana; mientras que el que tiene entre 125 y 150 calorías por porción no debe ser consumido más de 4 veces a la semana".
Contra la obesidad: alientan en Córdoba el consumo de alimentos saludables
Frutas en lugar de golosinas
Por Orlando Andrada
De la Corresponsalía Córdoba
La escuela enseña a escribir, leer y sumar, pero también debe enseñar a vivir. En este momento, les está enseñando a comer, a desechar los caramelos y sustituirlos por fruta. Es una manera de aprender a vivir." La definición pertenece al ministro de Educación de la provincia, Eduardo Mundet, al fundamentar el programa piloto puesto en práctica en las escuelas para erradicar el consumo excesivo de golosinas en los escolares.
La iniciativa "Por un recreo más sano y solidario", concretada junto con el Ministerio de la Solidaridad y la Cámara Frutihortícola, ha conseguido una adhesión más que satisfactoria entre los alumnos de los colegios primarios donde comenzó a implementarse.
El reemplazo de las golosinas por frutas se ensayará durante el año, en forma alternada, dos veces por semana en escuelas de la capital y el interior para incentivar el consumo entre los niños. "Este programa surge ante el mal hábito instalado, sobre todo en los niños, de consumir golosinas, para tratar de hacer conocer una dieta sana y rica", subrayó el ministro de la Solidaridad, Daniel Passerini.
En las escuelas donde se ejecuta el plan, los alumnos de sexto grado, constituidos en una suerte de cooperativa, son los encargados de montar el puesto y "comercializar" las bolsitas con tres frutas a 25 centavos por unidad, y ello ha generado mayor entusiasmo entre los propios compañeros. El dinero recaudado se reinvierte en la escuela.
"El último grado será premiado, de acuerdo a cómo hayan administrado el puesto de frutas, con unas vacaciones en las sierras de Córdoba", señaló Passerini.
En la escuela Deán Funes, de barrio Pueyrredón, LA NACION pudo comprobar la buena acogida del programa entre alumnos, docentes y padres. Entre los 220 alumnos del establecimiento se vendieron unas 700 bolsitas con tres frutas cada una.
Una de las más entusiastas es la propia directora, Marcela García, que está trabajando para que este programa tenga continuidad hasta fin de año. "Buscamos concientizar a los niños, promover la buena alimentación y el valor de la solidaridad. La iniciativa se recibió muy bien, tuvo buena aceptación y hay que potenciarla", manifestó.
Destacó que "el niño priorizó la fruta en lugar de las golosinas" y reveló que por ello en el quiosco de la escuela, explotado por docentes y madres, habían bajado las ventas en un alto porcentaje y que había estado unos días cerrado. Acotó que los chicos se llevaron las frutas a sus casas para compartir con la familia.
Pero aclaró que la iniciativa no termina allí. "Dentro de la currícula escolar, las maestras enseñan en el aula a los niños sobre las bondades del consumo de frutas".
En igual sentido, la docente de sexto grado Mónica Susana Campos, puntualizó: "Ahora estamos haciendo un trabajo para que los niños puedan tomar conciencia sobre la necesidad de consumir fruta en lugar de golosinas. Se realizan adivinanzas, trabalenguas, mensajes e informes sobre las bondades de las frutas, todo adaptado en las distintas materias".
También indicó que "los papás se mostraron muy gustosos" y que se los había incentivado a que compraran frutas para llevar a sus casas.