Obesidad y alimentación

Un buen desayuno es clave para combatir la obesidad

Surge de un estudio donde observaron que así se come mejor y menos el resto del día.

El desayuno es visto por algunos como una pérdida de tiempo. Prefieren quedarse más tiempo en la cama por la mañana y después salir apurados para cumplir con sus obligaciones. Pero ese momento para alimentarse tiene su razón de ser: el desayuno ayuda a prevenir el sobrepeso y la obesidad.

Su beneficio fue difundido en el congreso anual de la Asociación Americana de Diabetes, que se termina hoy en el Centro de convenciones de Washington D.C. Se realizó un estudio con 2.701 chicos de entre 13 y 19 años y se halló que el sobrepeso se registraba en el 37% de los adolescentes que no tomaban el desayuno diariamente. En cambio, sólo el 22% de los que desayunaban regularmente tenía sobrepeso.

Al despertar, después de más de 8 horas en ayuno, los niveles de glucosa están bajos. Y el cuerpo necesita consumir alimentos. Está hambriento. Por lo cual, aunque parezca una pérdida de tiempo, un buen desayuno por la mañana hace que se necesiten menos alimentos durante el resto del día y así se reducen las posibilidades de padecer sobrepeso y obesidad, dijo a Clarín la investigadora que realizó el estudio en la ciudad de Santa Bárbara, California, Alison Wollitzer, quien tiene un doctorado en la Universidad de Pensilvania y trabaja en el Instittuto de Investigación de la Diabetes Samsum.

La investigadora está interesada en aclarar mejor los factores ambientales que contribuyen a la obesidad, un problema que preocupa dramáticamente en los Estados Unidos. El sobrepeso afecta al 19% de los adolescentes de 11 a 19 años. Y la obesidad ya está presente en el 30% de los adultos (son 60 millones de adultos obesos).

En la Argentina, en cambio, el problema no llegó aún a niveles tan dramáticos, pero el alerta ya se dio. El 7,9% de los chicos de la escuela primaria tiene sobrepeso y el 4,4 por ciento es obeso.

Antes, Wollitzer había realizado con su equipo otro estudio en la misma dirección. Le permitió afirmar que varias horas diarias de mirar televisión también favorecen el sobrepeso. "Por mirar tanta televisión, hacen menos actividad física. Comen más mientras miran TV y a la vez son alentados a consumir por las publicidades", afirmó. Como su interés es sugerir cambios en el estilo de vida, ahora se concentró en el desayuno y encontró que tomar el desayuno previene la obesidad. Incluso, descubrió que en chicos que desayunaban a veces pero no diariamente, el sobrepeso estaba presente en el 33% de los casos.

"Mucha gente tiene la idea de que los estadounidenses comen mucho durante el desayuno, pero eso ocurre generalmente los fines de semana —aclaró—. Los que no toman el desayuno o desayunan a veces es porque piensan que así bajarán de peso o porque la organización de las familias no es buena". En cambio, en los chicos que desayunaban a diario se encontró que eran menos propensos a probar "comida basura" durante el almuerzo y estaban más habituados a consumir frutas y verduras y realizar actividad física.

"Los chicos que no desayunan suelen llegar con mucho hambre a la escuela y como falta tiempo para el almuerzo consumen alimentos con grasas malas, con papas fritas y snacks", contó.

Además, con el mismo cuestionario que se les hizo a los chicos participantes del estudio, se pudo saber que no tomar el desayuno es un factor de riesgo de obesidad tan alto como tener antecedentes de familiares con diabetes. Del total de 2.701 participantes, 90 desayunaban regularmente y tenían algún familiar con diabetes. En este grupo, el 18% era obeso. En tanto, entre los que no tomaban el desayuno regularmente y no tenían familiares con diabetes, la obesidad llegaba al 16%.

Un ejemplo a seguir
Oscar Angel Spinelli
ospinelli@clarin.com

Cada tanto aparece una nota en un medio de comunicación sobre los riesgos de la obesidad y la relación con la diabetes. Fuera de eso, nada.

No se conocen campañas públicas para que las familias y los chicos tomen conciencia de los beneficios de una buena alimentación. Argentina podría seguir el ejemplo de varias ciudades europeas que se han unido en un proyecto de prevención de la obesidad y la diabetes infantil. Se llama Odysseus, y entre otras ciudades lo han suscripto Bolonia, Murcia y Copenhague. Harán menús para las escuelas, programas de educación nutricional y analizarán las campañas publicitarias de la industria de la alimentación. También instruirán a los docentes, proveedores de los colegios y dueños de los comercios en los barrios donde harán el estudio.


En la Argentina, el sobrepeso es "una bomba sanitaria"

Lo advirtió el ministro de Salud, que está elaborando planes contra la obesidad.

El sobrepeso alcanza al 60% de los argentinos, y de ese porcentaje, la mitad son obesos. El titular de la cartera de Salud, Ginés González García, lo define como "una bomba sanitaria", ya que está asociado a enfermedades graves. Pero "comer es natural en la especie humana", recuerda el ministro, lo que da una idea de la complejidad del problema, que también preocupa a los legisladores. Con cautela, en ambos frentes comenzó a encararse su solución.

"La obesidad es una enfermedad crónica, metabólica, inflamatoria, caracterizada por un exceso de grasa depositada en diferentes localizaciones que confieren diferente riesgo", define la doctora Mónica Katz, directora del posgrado en Nutrición en la Universidad Favaloro.

Sin embargo, el Plan Médico Obligatorio (PMO) no la reconoce como enfermedad. "Es consecuencia de los trastornos de la alimentación, de enfermedades que pueden ser psiquiátricas, de trastornos endócrinos, de hábitos de vida no saludables, de una adicción alimentaria", argumenta el doctor Néstor Vázquez, gerente general de la Superintendencia de Servicios de Salud.

Vázquez agrega que la obesidad está contemplada "en muchos capítulos" del Plan Médico Obligatorio, y recuerda que la cirugía bariátrica está incluida desde este año.

Otro es el diagnóstico del diputado y médico Juan Acuña Kunz (UCR), autor de uno de los cinco proyectos de ley que se analizan en la Comisión de Salud, de la que es vicepresidente.

"Algunas obras sociales y prepagas no autorizan los tratamientos nutricionales, ni los medicamentos, ni la cirugía bariátrica", observa Acuña Kunz.

"Hay dos drogas aprobadas por la ANMAT para uso crónico, y el PMO no las incluye. Además, muchas prepagas no reintegran el valor de la consulta por sobrepeso. Se cubren las enfermedades que resultan de la obesidad, pero no lo que la origina", alerta Katz.

"Ya a partir del sobrepeso hay un aumento de todas las enfermedades metabólicas, de la cual la más importante es la diabetes", advierte Marcela de la Plaza, médica especialista en nutrición y vicepresidenta de la Federación Argentina de Diabetes.

Los cinco proyectos de Diputados, que seguramente se fusionarán en uno solo, apuntan a subsanar estas falencias. Guillermo Baigorri propone además crear el Programa Nacional de Lucha contra la Obesidad, con medidas de prevención en todos los niveles.

En el Senado hay otros seis proyectos, cuatro de ellos con características similares. El de Miguel Angel Pichetto apunta a incorporar la temática en la Ley Federal de Educación. Y el de Jorge Capitanich busca prohibir la publicidad de alimentos de bajo aporte nutricional y bebidas y jugos azucarados, en todo tipo de medios dirigidos a niños.

Alicia Kirchner, presidenta de la Comisión de Salud y Deporte del Senado, asume que la cuestión es prioritaria y debe ser abordada dentro de la Ley Básica de Salud, que se está discutiendo en esa comisión. "Esto no significa que los proyectos de ley hayan sido dejados de lado —aclara—. Pero estamos trabajando sobre los problemas secundarios, no los de fondo. Los programas los tiene que hacer el Ejecutivo; y decir a los legisladores qué necesita".

El Ministerio de Salud comparte los criterios: intervenir en el sistema educativo y promover el consumo de alimentos saludables.

González García contó que en mayo se reunió por primera vez con la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), con la intención de lograr una publicidad responsable por parte de las empresas. Convencido de que el abordaje debe ser intersectorial, informó sobre reuniones con el Consejo de Políticas Sociales, con la cartera de Educación y con el Ministerio de Economía, "donde estamos pensando en un sistema intervencionista para estimular el consumo sano, pero también el acceso por precios".

"Los resultados se van a ver en 15 años —promete González García—. La mejor vacuna para la prevención en salud es una buena alimentación".

Cómo engordar sin comer
por Ricardo Roa
 
 Hay un verdadero bombardeo de noticias médicas. Y los medios somos uno de los blancos preferidos: acaso porque si no hubiera quien la trasmita, esa información se apagaría sola. Pero no sólo aparecen investigaciones valiosas para entender qué nos pasa y mejorar la calidad de vida. También llegan otras, que bajo un barniz científico encubren operaciones de marketing.

Vale la pena leer la encuesta sobre adolescentes de la Asociación Americana de Diabetes en "Afirman que tomar un buen desayuno es clave para combatir la obesidad". La síntesis es que quienes no desayunan cuando son jóvenes corren más riesgo de ser obesos. Parece una ironía que dejar de comer produzca sobrepeso. Pero sin comer a la mañana el día se desequilibra y el metabolismo se distorsiona. Los que desayunan son menos propensos a alimentarse después con comida basura. Los otros, aunque coman salteado, terminan comiendo de más y consumiendo más calorías que las necesarias.

Claro que no son los únicos desórdenes alimenticios de los adolescentes. La contracara de la obesidad son la anorexia y la bulimia, cuando comer es un pecado porque puede generar kilos de más. Este temor incontrolable a engordar tiene que ver con el mito de la delgadez: un supuesto ideal de belleza al que muchas se empeñan en perseguir a cualquier costo.

En la Argentina, el 60% de la gente tiene sobrepeso y de ellos la mitad es obeso. La obesidad es una bomba sanitaria, como se afirma desde el Ministerio de Salud, porque genera otras enfermedades, entre ellas la diabetes.

A esta altura ya no debieran quedar dudas de la necesidad de una alimentación equilibrada y suficiente. En general, hay conciencia de esto. Pero no es suficiente con entender: llevarlo a la práctica precisa voluntad y constancia. Esa racionalidad es un largo proceso y algunos jóvenes lo alcanzan tarde, cuando el cuerpo ya ha padecido el precio de comer mal.