Conductas: Investigación de la Universidad de California.
Confirman que el hombre y la mujer tienen emociones diferentes.
Estudiaron el cerebro de 36 hombres y de 36 mujeres. Analizaron imágenes a través de tomografías y confirmaron que las regiones que se activan ante al mismo hecho o circunstancia son distintas.
Eliana Galarza
Las parejas lo saben: frente a un mismo hecho, ella puede llorar sin medida y él mantenerse igual, como si estuviera viendo los goles del torneo Clausura.
Para la ciencia, esas postales de la vida cotidiana también son motivo de análisis. Y con cada investigación, más allá de plantear una absurda guerra de los sexos, lo que se intenta es dar una explicación a la gran cantidad de enigmas que sobrevuelan entre uno y otro género. Las conclusiones más recientes fueron divulgadas por científicos de la Universidad de California, en Irvine, EE.UU.
Luego de estudiar el cerebro de 36 hombres y 36 mujeres a través de imágenes de tomografías PET (por emisión de positrones) concluyeron que los procesos emocionales que influyen sobre la memoria son diferentes en hombres y mujeres. Y que eso tiene que ver con el modo distinto de reaccionar de cada uno frente al mismo hecho. Eso explicaría, por ejemplo, las lágrimas frecuentes de las mujeres por motivos laborales y la actitud impávida de los varones frente a idéntica circunstancia.
Para llegar a esas conclusiones observaron imágenes en las que se veía claramente que las zonas cerebrales que se activaban en cada uno frente al mismo hecho, eran diferentes.
Claro que no sólo las cuestiones fisiológicas influyen en este fenómeno. Lo cultural y lo sociológico no están ajenos. "Estos relevamientos sobre la base de modalidades de constitución y funcionamiento cerebral, no deben ser encuadrados dentro de los estudios de género. Son únicamente investigaciones acerca de las diferencias biológicas entre los sexos", comenta la psicóloga Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Meler advierte sobre el peligro de tomar a lo biológico como única explicación. Y lo hace enérgicamente: "El recurso de la biología para explicar las tendencias psicológicas diferenciales entre hombres y mujeres es riesgoso porque podría justificar estereotipos acerca de las mujeres. Por ejemplo: que somos más emocionales y menos racionales que los varones", sostiene.
Sin embargo, y afortunadamente, desde el campo de la neurología opinan igual que ella. "Hay diferencias funcionales y neuronales en la forma de procesamiento de estímulos con distintas cargas emocionales. Pero también las experiencias y aprendizajes en los diversos contextos socioculturales conforman y organizan el cerebro de cada persona originando capacidades y comportamientos propios y diferenciales", comenta Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
Continuando con un planteo social, la psicóloga Irene Fridman, del mismo Foro al que pertenece Meler, aporta otro enfoque: "La cultura marca un permiso mayor a las mujeres para poder sentir y expresar lo afectivo. Las mujeres han sido históricamente las representantes del mundo afectivo, en íntima asociación con la maternidad y la crianza. Al hombre, en cambio, se lo educa para tener más coartadas sus emociones. Se les dice "los hombres no lloran"; esa frase es un clásico", asegura.
Pero más allá de permisos y explicaciones sociológicas, ¿qué tienen de diferente los cerebros femenino y masculino? "Diversas investigaciones mostraron una mayor asimetría cerebral derecha/izquierda en el lóbulo temporal en hombres que en mujeres. Y estudios morfológicos encontraron, además, que el hipocampo (estructura que pertenece a ese mismo lóbulo) tiene mayor tamaño en los hombres. En tanto que el cuerpo calloso (ese conjunto de fibras que une a los dos hemisferios y que facilita el intercambio de información entre ellos) es más voluminoso en las mujeres", explica Manes.
Esas diferencias se hacen palpables en lo que revelaron otros estudios sobre reacciones frente a imágenes o a situaciones violentas. En 2001 se demostró que las mujeres presentan mayor predisposición a responder en forma defensiva frente a imágenes adversas. Los hombres, en tanto, confirmaron aquella frase que indica que "son más visuales". Se les notó un mayor interés motivacional al observar imágenes con contenido erótico.
En el terreno de la violencia, las emociones de uno y otro también afloraron distinto. "Un estudio de 2002 reportó diferencias de género en actos de agresión física hacia una pareja heterosexual. Se observó que las mujeres son más propensas a arrojar cosas al otro, dar portazos y patear, morder, dar puñetazos o golpear con un objeto. En cambio, los hombres se caracterizan por golpear físicamente o estrangular", detalla Manes. Esto último podría explicar por qué el recurso de arrojar ceniceros está instalado más en ellas que en ellos.
Con estas afirmaciones, pareciera que los enigmas se revelan. Pero nada más lejos. "Los nuevos conocimientos crean más intriga sobre cómo será de diferente el 'cableado' en cerebros de hombres y mujeres", dijo Larry Cahill cuando dio a conocer los resultados en California. Y es así.La violencia mundial contra las mujeres es ya otro Holocausto
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Violencia de género:
Por abortos selectivos e infanticidios, por discriminación cultural o religiosa o por maltratos de toda índole, se está practicando un verdadero genocidio femenino en múltiples regiones del mundo.
Ayaan Hirsi Ali.
Cuando me disponía a escribir este artículo, llamé a un buen amigo mío, que es judío, y le pregunté si era apropiado usar el término Holocausto para describir la violencia mundial contra las mujeres.
Quedó sorprendido. Pero, cuando le leí las cifras de un trabajo publicado por el Centro para el Control Democrático de las Fuerzas Armadas de Ginebra (DCAF, según sus siglas en inglés) en marzo de 2004, me dijo que sí, sin titubear.
Entre 113 y 200 millones de mujeres de todo el mundo están "desaparecidas" demográficamente. Cada año, entre 1,5 y 3 millones de mujeres y niñas pierden la vida como resultado de la violencia o el descuido basados en el género. Como lo expresó en noviembre pasado The Economist, que informó sobre el trabajo del DCAF: "Cada dos a cuatro años, el mundo aparta la vista de un recuento de víctimas de la misma escala que el Holocausto de Hitler".
¿Cómo es posible que esto sea así?
He aquí algunos de factores:
-En los países donde el nacimiento de un varón se considera un regalo y el nacimiento de una niña, una maldición de los dioses, el aborto selectivo y el infanticidio eliminan a las bebas.
-Las niñas de corta edad mueren en forma desproporcionada debido al descuido, porque el alimento y la atención médica se dan primero a los hermanos varones, el padre, el esposo y los hijos varones.
-En los países donde a las mujeres se las considera propiedad de los hombres, sus padres, hermanos y esposos las asesinan para elegir a sus propias compañeras sexuales. Estos reciben el nombre de crímenes de "honor", aunque el honor nada tenga que ver con ello. Jóvenes novias son asesinadas si sus padres no les pagan suficiente dinero a los hombres que las desposaron. Estas se denominan "muertes por dote", aunque no son simples muertes sino asesinatos.
-El brutal comercio sexual internacional de muchachas jóvenes mata a innumerable cantidad de mujeres.
-La violencia doméstica es una importante causa de muerte de mujeres en todos los países del globo. Las mujeres de entre 15 y 44 años tienen más probabilidades de ser asesinadas o lisiadas por sus parientes varones que de morir de cáncer, malaria, accidentes de tránsito o en la guerra.
-Se le da tan poco valor a la salud de la mujer que todos los años mueren de parto alrededor de 600.000 mujeres. Como señaló The Economist, esto equivaldría a que el genocidio de Rwanda se repitiera cada 12 meses.
-Cada día, sufren mutilación genital 6.000 niñas de corta edad, según la Organización Mundial de la Salud. Muchas de ellas viven el resto de su vida con un dolor invalidante.
-Según la OMS, una mujer de cada cinco probablemente sea víctima de una violación o un intento de violación en el curso de su vida.
El genocidio es el deliberado exterminio de grandes cantidades de personas. Lo que les está ocurriendo a las mujeres y niñas de muchos lugares del mundo es un genocidio. Estas muertes no son silenciosas —todas las víctimas gritan su sufrimiento—. No es tanto que el mundo no las escuche; es que los seres humanos decidimos no prestar atención.
A nosotros nos resulta mucho más cómodo ignorar estos temas. Y, cuando digo "nosotros", incluyo a las mujeres, porque a menudo traicionamos a nuestras compañeras. Con demasiada frecuencia, somos las primeras en apartar la vista. Incluso a veces participamos, favoreciendo a nuestros hijos varones y descuidando a nuestras hijas.
Vuelvan a leer la lista de factores mencionados más arriba. Todas las cifras son estimaciones. Casi nunca hay cifras precisas en este campo; registrar la violencia contra las mujeres no es una prioridad en la mayoría de los países. ¿Cuántos tribunales se han creado para someter a juicio a los culpables de estos delitos? ¿Cuántas Comisiones de Verdad y Reconciliación se han establecido? ¿Cuántos actos de conmemoración en todo el mundo nos recuerdan que debemos llorar por estas víctimas?
Puedo oír las excusas usuales para no actuar. "No sabemos con certeza si se trata de una aniquilación sistemática". "Es su religión, y a muchas mujeres no parece importarles pertenecer a esa religión". "No se puede atacar la cultura de un pueblo". "Es desafortunado para las víctimas pero, en tiempos de guerra y pobreza, la gente muere".
Pero, como informa The Economist, entre 1992 y 2003, los peores conflictos —los que acaban con más de 1.000 vidas— disminuyeron un 80 por ciento. Entre 1991 y 2004, se encendieron (o re-encendieron) 28 conflictos armados, pero otros 43 fueron contenidos o extinguidos.
Y la pobreza tampoco tiene mucho que ver con ello. Los países ricos también persiguen a las mujeres. En Arabia Saudita, las mujeres no pueden votar; no pueden salir de su vecindario o su país sin autorización de sus padres o esposos; no pueden trabajar ni elegir a su cónyuge, a menos que sus tutores se lo permitan. Las mujeres de Arabia Saudita nunca son adultas. En el mejor de los casos, son mascotas hogareñas; en el peor, esclavas domésticas. Y, sin embargo, nadie podría decir que Arabia Saudita es pobre, salvo en términos culturales.
Hay tres grandes obstáculos para avanzar.
Primero, las mujeres no estamos organizadas o unidas de ninguna manera. Las mujeres de los países ricos, que hemos logrado la igualdad ante la ley, nos debemos a nosotras mismas movilizarnos para ayudar a nuestras compañeras. Sólo nuestra indignación y nuestra presión política pueden llevar al cambio.
En segundo lugar, están las fuerzas del oscurantismo que quieren cerrar el mundo en lugar de abrirlo. Los islamistas están empeñados en restaurar y difundir leyes brutales y retrógradas.
Tercero, los relativistas culturales y morales minan nuestro sentido de indignación moral al defender la postura de que los derechos humanos son un invento occidental. Los hombres que maltratan a las mujeres rara vez dejan de usar el vocabulario que amablemente les suministraron los relativistas. Reclaman el derecho a adherir a un conjunto de valores diferente —un enfoque "asiático", "africano" o "islámico" de los derechos humanos. Según este punto de vista, cuando los esposos, los padres o los hermanos intentan poseernos como un bien de su propiedad, esto es una expresión de cultura o religión y debe ser respetado.
Debe quebrarse esta mentalidad. Una cultura que mutila los genitales de las niñas, le pone grilletes a su mente y justifica su opresión física no es igual a una cultura que piensa que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres.
Aun cuando auténticamente busquen la paz y la prosperidad, nuestros dirigentes rara vez se dan cuenta de que, mientras exista una guerra contra las mujeres, la humanidad nunca conocerá la paz. Desamparar a las mujeres es algo que atrofia a la sociedad entera.
Cuando somos violadas, concebimos en la humillación y les transmitimos nuestra furia a nuestros hijos varones. Si no somos queridas, no podemos dar amor; y si no se nos alimenta y protege, descuidamos. Las mujeres que son tratadas con crueldad crían mercenarios y opresores. Si se nos destruye, nosotras también destruimos.
Un tribunal similar a la Corte de Justicia de La Haya debería buscar a los 113 a 200 millones de mujeres y niñas desaparecidas. Convertir los números en rostros y nombres contribuirá enormemente a la erradicación de la violencia.
Así como terminamos con la esclavitud, debemos acabar con el genericidio.
* Ayaan Hirsi Ali vive bajo custodia las 24 horas debido a las amenazas de muerte que recibió de islamistas radicales a partir del asesinato de Theo van Gogh, con quien realizó el film "Sumisión" sobre las mujeres y el islam.
Copyright Clarín y Global Viewpoint, 2006. Traducción de Elisa Carnelli.