Es un estudio realizado por investigadores del Conicet, la UBA, la Universidad de Entre Rios y el Hospital Ramos Mejía. La siesta despertaría el mismo mecanismo que produce los ya conocidos infartos matutinos.
El sueño puede ser reparador, pero el despertar puede traer sus riesgos para el corazón. Se descubrió ahora que en la Argentina y en Uruguay hay picos de infartos tanto alrededor de las 10 de la mañana como a las 7 de la tarde. Y se supone que las siestas largas disparan el mismo mecanismo que produce los infartos matinales.
Desde hace cincuenta años, se sabía que la mayoría de la gente sufre más los infartos por la mañana. Que también el lunes es el día con más infartos. Y que también hay más casos en invierno que en el verano. Pero uruguayos y argentinos se destacan del resto del mundo.
Sufren también muchos infartos por la tarde. La siesta extensa por las tardes, una costumbre típica en ambos países (aunque no se practica tanto en grandes centros urbanos) podría ser el factor que incide en el pico de infartos que ocurre entre las 16 y las 20 (27%). En tanto, el pico máximo de infartos (el 40%) se da entre las 8 y las 12.
Los resultados surgieron a partir de un estudio realizado por investigadores del Conicet, la Escuela de Bioingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos, la Facultad de Medicina de la UBA y el Hospital Ramos Mejía, a partir de los registros de 1063 pacientes que habían sufrido infartos y habían estado internados en 63 unidades coronarias de la Argentina y en 2 del Uruguay.
El trabajo fue publicado en enero por la revista especializada Biomedical Cardiovascular Disorders (www.biomedcentral.com/1471-2261/6/1). "Se trata de un estudio descriptivo que hicimos para ver cómo varía la incidencia de infartos durante el día y la noche —dijo a Clarín el investigador superior del Conicet, Daniel Cardinali—. Y la costumbre de la siesta es una hipótesis que sugerimos para entender la diferencia con el resto del mundo".
Según Cardinali, una siesta de más de 90 minutos es "peligrosa", especialmente para gente con antecedentes cardíacos.
Durante la noche, cuando alguien se acuesta a dormir, el cuerpo se paraliza y se desconecta. Al llegar a la fase de sueño profundo, se produce un estado de inestabilidad del organismo, de acuerdo con Cardinali. Y poco antes de despertarse, se aumentan los niveles de producción de ciertas hormonas, las catecolaminas, desde el cerebro.
Según explicó Luis Girotti, otro de los autores del trabajo, las hormonas se liberan en la sangre y desencadenan varios cambios en el organismo. Sube la presión arterial. Se altera la frecuencia cardíaca. Y si las paredes de las arterias del corazón están muy débiles, se pueden romper sus placas internas. Al roturarse la placa, la sangre no puede pasar fácilmente y empieza a formarse el coágulo, algo que también está alentado por las hormonas catecolaminas, según Girotti, quien trabajó también con Carlos D´Negri, Leonardo Nicola-Siri y Daniel Vigo.
Del coágulo al infarto hay un paso. Porque al obstruirse las arterias coronarias, se impide que llegue sangre rica en oxígeno y nutrientes a una sección del corazón. Si la sangre no puede llegar al músculo cardíaco, se muere. Esto significa "que al dormir una siesta de más de 90 minutos, se repite toda la activación de lo que ocurre durante el sueño profundo de la noche", señaló el doctor Cardinali.
Entonces, sumado a los factores de riesgo, como ser fumador o tener hipercolesterolemia, hipertensión, insuficiencia cardíaca o diabetes, esto podría conducir a subir el riesgo de un infarto tras el sueño por la tarde.
De todas maneras, se recordó el valor de la siesta. "Dormir menos de 90 minutos puede ser reparador, especialmente en estos tiempos en que la sociedad ha limitado el tiempo de sueño por las noches", opinó Cardinali.
"Es posible que las siestas largas sean el factor que incide en los picos de infartos", dijo a Clarín Branco Mautner, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Favaloro. "Es como si el despertar disparase el infarto en gente que estaba al borde de padecerlo".
Síntomas para tener en cuenta
En la Argentina se producen entre 80.000 y 100.000 casos de infartos por año. Según el cardiólogo Luis Girotti, la mortalidad en pacientes internados ronda el 14 por ciento. Pero se estima que el 50 por ciento de las muertes se producen antes de que se llegue al hospital.
Los síntomas pueden ser un dolor intenso en el pecho, que puede extenderse al brazo, a la mandíbula, al hombro, a la espalda o al cuello. Otros síntomas son la falta de aliento, la confusión, el mareo, el desvanecimiento, la sudoración o las náuseas de origen desconocido.