AMIENS, Francia.– Isabelle Dinoire, la mujer francesa que recibió el primer trasplante de cara de la historia, apareció ayer frente a un salón repleto de periodistas, mascullando sobre su odisea y agradeciendo a los médicos que le dieron una nariz, una boca y un mentón.
“Desde el día de la operación tengo una cara como todos los demás”, dijo la señora Dinoire, de 38 años, sentada con sus médicos en un anfiteatro del hospital donde se realizó el trasplante, en noviembre último. A pesar de que su labio inferior cuelga pendularmente, exponiendo sus dientes, y que su boca perpetuamente abierta apenas se mueve mientras habla, Dinoire dijo que había comenzado a sentir su piel trasplantada.
La conferencia de prensa se realizó para responder a la curiosidad del público acerca del trasplante y para mostrar al mundo que el innovador tratamiento posterior estaba funcionando. A pesar de que la parte inferior de la cara de Dinoire apenas se mueve y que ella habla con dificultad –el sonido de la “s” parece en realidad “sh”–, la angosta cicatriz que rodea el trasplante apenas se divisaba a la distancia. En cierto momento, durante la conferencia de prensa, ella tomó agua de un vasito de plástico. El doctor Jean-Michel Dubernard, a cargo de su tratamiento inmunosupresor, dijo que todavía hay peligro de que el organismo de Dinoire rechace el trasplante y que su medicación ya fue ajustada para suprimir signos de rechazo que aparecieron 18 días después de la operación. Pero también afirmó que había pedido permiso a las autoridades francesas para hacer otras cinco cirugías similares en el futuro.
"Queremos lanzar estas nuevas técnicas para dar esperanza a otros en todo el mundo", dijo Dubernard.
Dinoire describió cómo se había despertado y descubierto su rostro horriblemente desfigurado después que su labrador negro le había arrancado la parte inferior de la cara mientras estaba inconsciente por haber tomado pastillas para dormir en lo que muchos argumentan que fue un intento de suicidio.
"El 27 de mayo, después de una semana muy problemática y con montones de preocupaciones personales, tomé fármacos para olvidar", dijo Dinoire, agregando que se había desmayado y caído contra un mueble.
"Cuando me desperté y traté de encender un cigarrillo, no entendía porqué no podía mantenerlo entre los labios -dijo, su cara laxa e inexpresiva-. Ahí es cuando vi el charco de sangre y el perro."
Dinoire dijo que después fue a mirarse en el espejo y no pudo "creer lo que estaba viendo, era demasiado horrible". Sus labios habían desaparecido, junto con su mentón y gran parte de su nariz, dejando sus dientes y parte de su mandíbula inferior expuestos. Después de llamar a su madre, que vivía cerca, una ambulancia la llevó rápidamente al hospital. Los médicos la pusieron al cuidado del doctor Bernard Devauchelle, renombrado cirujano máxilofacial del hospital universitario de Amiens.
Los músculos faciales desgarrados de Dinoire se contrajeron, haciéndole imposible abrir la boca más que unos milímetros y forzándola a comer todos los alimentos en forma de puré. Incluso después de realizar una rigurosa terapia física, sólo podía abrir su boca menos de dos centímetros cuando se le realizó el trasplante.
Sentirse normal
"Ahora, simplemente abro la boca y como", les dijo a los periodistas durante la conferencia de prensa, a lo largo de la cual ella ocasionalmente sonrió con los ojos, sus músculos periféricos luchando para hacer que su boca sonriera.
Los médicos de Dinoire dijeron que pasarán meses antes de que puedan saber cuánto control motor desarrollará en la parte trasplantada de la cara. Dinoire dijo que espera ser capaz de sonreír y hacer muecas.
Contó que las miradas que recibía, incluso cuando usaba máscara quirúrgica, eran lo peor de estar desfigurada y que no había abandonado su cuarto del hospital durante un mes y medio después de su tragedia.
"Poco a poco, las enfermeras y médicos me explicaron el proyecto del trasplante y me devolvieron la confianza", dijo, agregando que la parte más difícil fue esperar que apareciera una donante. Ahora, agregó, es capaz de caminar entre el público sin llamar la atención, a pesar de que aclaró que continuaba viviendo en el hospital por la persecución de los medios de prensa.
Una segunda vida
También contó que no había pasado mucho tiempo con sus hijas, de 13 y 17 años, pero que estaba satisfecha con su reacción al trasplante. Dinoire espera volver a vivir con ellas y eventualmente comenzar a trabajar.
Defendió su decisión de recomenzar a fumar semanas después de la operación, lo que originó críticas agudas en los medios. "De todos modos, nunca dejé de fumar -dijo, pero agregó que- si hubiera podido evitarlo, hubiera sido mejor."
Dijo que había pasado por una larga odisea, pero que al final nunca había sufrido "realmente". Agradeció a la familia de la donante y les pidió disculpas por la presión que habían recibido de los medios.
La mujer de 46 años cuya cara recibió Dinoire se había suicidado en Lille, no lejos deAmiens.
"A pesar de su dolor, me dieron la posibilidad de una segunda vida -afirmó Dinoire-. Gracias a ellos se abrió una puerta hacia el futuro para mí y para otros."
Por A. Bernard y C. Smith
De The New York Times
"Es como unir dos cables con corriente"
La recuperación del control de los músculos faciales de Isabelle Dinoire es un proceso lento. Así lo explicó el doctor Guillermo Loda, destacado especialista argentino que fue presidente del reciente Congreso Mundial de Microcirugía Reconstructiva. "Es como unir dos cables por los que pasa corriente. Una vez suturadas las dos puntas, el nervio comienza a recuperar la sensibilidad y la motricidad, permitiendo la movilidad de los músculos del miembro trasplantado", afirmó Loda. Según detalló el especialista, la regeneración nerviosa (en cualquier parte del cuerpo) se produce a un ritmo de un milímetro por día. Por lo tanto, para saber cuándo recuperará su sensibilidad, hay que calcular la distancia entre la sutura nerviosa y el músculo que éste activa.
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A casi dos meses del implante de cara
"Si no hubiese sido la primera trasplantada, ya estaría en su casa"
Dijo uno de los cirujanos que la operaron
TUCSON.- El domingo último, la mujer francesa que recibió el primer trasplante parcial de cara caminó por una calle de Lyon, Francia, y visitó un bar sin ningún incidente. Nadie vio en ella algo inusual durante su aventura, a pesar de que la mujer, que por el momento no puede utilizar maquillaje, tiene finas escaras donde se le adhirió la nueva piel con cientos de puntos.
El viaje hasta el centro de Lyon -acompañada por un psiquiatra- fue parte de un proceso que los médicos organizaron para ayudar a la mujer identificada como Isabelle Dinoire, de 38 años, a prepararse para reintegrarse a la sociedad como la primera persona que lleva una cara nueva.
"Uno de los objetivos es ayudar a Dinoire a anticiparse y reaccionar ante lo que puedan decir sobre su nueva apariencia y adaptarse ante la eventual exposición a hordas de fotógrafos y periodistas", aseguró el doctor Bernard Devauchelle, cirujano que realizó el transplante en Amiens junto con el doctor Jean-Michel Dubernard.
Dos días después de la operación, Dinoire fue trasladada al hospital Edouard Herriot, de Lyon, donde el doctor Dubernard y un equipo de inmunólogos pudieron monitorear su evolución, pero la recuperación de Dinoire fue tan buena que los médicos planeaban transferirla a Amiens, más cerca de su casa, para continuar el tratamiento con psiquiatras y trabajadores sociales.
Antes de la visita del domingo, Dinoire había caminado alrededor del hospital, a menudo utilizando una máscara, hasta que se la sacó hace dos semanas. En una breve visita a Amiens, la semana pasada, Dinoire se detuvo ante un negocio y estuvo encantada porque nadie la reconoció o vio algo inusual en ella.
"Si no fuera la primera paciente trasplantada de cara, ahora ya estaría en su casa -aseguró el experto-. Ya no hay razones médicas para que siga en el hospital, excepto para prepararla para la reacción psicológica."
Uno de los estudios realizados el último domingo mostró que Dinoire estaba comenzando a tener sensibilidad en su nuevo labio superior. Los médicos también planean utilizar el mismo sistema para monitorear cuando comience a contraer los músculos para sonreír, abrir y cerrar su boca y realizar otras expresiones faciales.
Nada más que un susto
Dinoire experimentó un leve rechazo el día 22 posterior a la operación. En ese momento tenía una infección por hongos en la boca y la nueva piel se enrojeció. Los médicos incrementaron la cantidad de drogas contra el rechazo y calibraron los dosajes haciéndole una biopsia de una muestra de piel extraída de la donante y trasplantada debajo del pecho izquierdo de Dinoire.
Este trasplante de piel fue realizado para evitar la necesidad de realizarle biopsias en el tejido facial. En un principio Dinoire estaba asustada con el enrojecimiento, pero su ansiedad comenzó a ceder luego de que le explicaron que los pacientes trasplantados de riñón a veces experimentan una reacción similar que no es seria si se la toma a tiempo. La reacción desapareció luego de inyectársele una gran dosis de esteroides. Ahora, a 53 días de la operación, Dinoire no ha vuelto a experimentar más reacciones de rechazo.
Desde la histórica operación, familias de cuando menos tres donantes se ofrecieron para dar la cara de los fallecidos.
Por Lawrence K. Altman
De The New York Times
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Bernard Devauchelle, artífice de la hazaña
“El trasplante de cara nos permitió salir de un callejón terapéutico”
La paciente está en excelente estado
PARIS.– En su cama del hospital Edouard-Herriot, de Lyon (Francia), Isabelle Dinoire sueña imaginando cómo será su vida con una nueva cara, después de haber recibido el 28 del mes pasado el primer trasplante facial de la historia.
“Es el mejor regalo de Navidad que recibiré en toda mi vida”, le dijo el otro día al profesor Bernard Devauchelle, verdadero artífice de lo que se considera una hazaña científica, que duró 15 horas y movilizó a 45 personas.
Especialista en cirugía maxilofacial del Centro Hospitalario Universitario de Amiens, Devauchelle se encargó de la reconstrucción estética. Otra parte esencial de la intervención estuvo a cargo del doctor Jean-Michel Dubernard, un eminente profesor que tiene la particularidad de dividir su tiempo entre la inmunología, su especialidad, y la Asamblea Nacional, donde ocupa una banca de diputado por el partido neogaullista UMP.
Devauchelle no oculta ante LA NACION su satisfacción por la rápida evolución de la paciente: “Está en excelente estado. En el hospital hace deportes, anda en bicicleta, pasea. Todo es muy positivo. Desaparecieron el edema posoperatorio y los hematomas, y esto hace aún más bello el aspecto estético de la intervención”, explicó ayer, durante una entrevista. Esa evolución resulta para la ciencia casi milagrosa. Es que cuando ambos expertos decidieron realizar este trasplante sin precedente, la cara de Isabelle Dinoire había sido devorada por su perro y estaba tan desfigurada que la paciente debía usar una máscara para no asustar a sus vecinos y a sus dos hijas. Ahora, tres semanas después de ese triple trasplante (de labios, nariz y mentón), esa mujer de 38 años "está feliz con sus nuevos rasgos, consigue esbozar una tímida sonrisa, se pinta los labios y cambió de peinado para su nueva vida -aseguró Devauchelle-. Si todo sigue así, podrá irse a su casa dentro de dos o tres semanas".
Según el especialista, la insensibilidad facial durará todavía un tiempo hasta que se reconstruyan las terminaciones nerviosas. "Como Isabelle conservó la mitad de su propia cara, no será el trasplante el que prevalecerá en el resultado final, sino su propia expresividad: la conferida por los ojos y por la estructura ósea propia", indicó.
Por el momento, lo más inquietante es el riesgo de rechazo. "La paciente está sometida a un control biológico y clínico -señaló-. Extraemos regularmente muestras de mucosa y de tejidos que analizamos en el plano histológico. Hasta el momento, no ha manifestado ningún signo de rechazo."
-¿A partir de qué momento el rechazo es casi imposible?
-El rechazo es siempre posible. Esperamos poder reducir en forma gradual las dosis de medicamento inmunológico dentro de dos o tres años, gracias a un procedimiento llamado "microquimerismo".
-¿Así se llama la "implantación" de células de médula ósea de la donante que le practicaron?
-Así es. Cada trasplante se acompaña de un tratamiento inmunodepresor. Dubernard, que efectuó varios trasplantes de mano, no comprendía por qué esos injertos eran tan poco rechazados. Todo parece indicar que la presencia de estructuras óseas crea ese fenómeno de microquimerismo: produce una especie de reacción inmunológica en el sujeto receptor que le permite soportar el injerto.
-¿Cómo es ese tratamiento?
-En varias etapas: dos "implantes" de células óseas al quinto y al duodécimo día, seguidas de un tratamiento clásico de fondo y un control médico durante el resto de la vida.
-La paciente también recibió un segundo trasplante.
-Sí, bajo un seno. Se trata de un fragmento de piel que servirá de centinela. Numerosas muestras de piel nos permitirán saber si hay rechazo.
Controles de por vida
Pese a todo, será necesario mantener los controles durante toda la vida para evitar los riesgos de efectos secundarios: "La gente sometida a un trasplante corre un riesgo mucho mayor de desarrollar un cáncer de piel o un linfoma. Es un riesgo que la paciente conoce -aseguró-. La intervención fue posible porque la evolución de las técnicas lo permitía. También nos ayudó a salir de un callejón terapéutico que, en apariencia, estaba bloqueado. Siempre existieron pacientes deformados: están aquellos creados por los cirujanos cuando quitan tumores, están las deformaciones congénitas y las que resultan de traumatismos balísticos. La medicina sabe rehacer una nariz, una oreja, pero es mucho más difícil reconstruir un párpado y casi imposible hacer una boca completa", explicó.
El profesor Devauchelle les resta importancia a las críticas de quienes sostienen que no vale la pena someter a un paciente al riesgo de rechazo cuando no se trata de una cuestión de vida o de muerte. "En el caso de Isabelle -argumentó-, las consecuencias de la no reconstrucción de la cara empeoraban cada día. ¿Puede un médico negarse a probar la solución que considera más adecuada y con la cual el paciente está totalmente de acuerdo?"
Reconoce, en cambio, que son más inciertos los efectos psicológicos que puede tener el cambio de fisonomía: "Este tipo de intervención nos dará probablemente más respuestas. En el plano técnico, sólo hemos trasplantado tejidos blandos. La identidad de una cara se construye con tejidos blandos sobre un esqueleto, que le da los rasgos y el movimiento a ese rostro. En consecuencia, hay más posibilidades de que veamos al final un mayor parecido con la receptora que con la donante. Esta experiencia me hace pensar en los primeros trasplantes de corazón, cuando la gente se interrogaba sobre el valor simbólico del corazón. También hay que pensar que el paso del siglo XX al XXI también marca la transición de la cara como identificación a la identidad mediante un mapa genético. Gracias a ese cambio en la psicología de la gente pudimos encontrar una donante".
-A usted y al profesor Dubernard los invitan de todo el mundo para que presenten sus trabajos. ¿Tienen pensado ir a la Argentina?
-Es verdad que nos invitan de todas partes, pero nuestros pacientes están primero: es muy difícil desplazarse en esas condiciones. Sin embargo, la Argentina, que no conozco, y Brasil son dos países fascinantes. Ya hemos recibido una invitación de nuestros colegas brasileños. No dudamos de que la Argentina lo hará en poco tiempo más. En ese caso, iremos con todo gusto.
-¿Hay más proyectos de este tipo para un futuro próximo?
-El profesor Dubernard y yo no nos conocíamos. Nos acabamos de descubrir. No sólo trabajamos del mismo modo, sino que nos hemos hecho amigos. Es seguro que no nos detendremos aquí. Dentro de poco presentaremos a las autoridades médicas un nuevo proyecto que concierne a varios enfermos.
Por Luisa Corradini
Para LA NACION
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Página 12
La mujer que cambió de cara
Es el primer caso de implante de rostro. La operación fue en noviembre. Ayer se mostró en cámaras. Dijo que tener una cara nueva le cambió la vida. Aún vocaliza con mucha dificultad.
Isabelle Dinoire perdió los labios, parte de la nariz y la barbilla al ser mordida por su perro.“Desde que fui operada, tengo una cara como todo el mundo. Ha cambiado mi vida. Ahora puedo abrir la boca y comer. Siento mis labios, mi nariz y mi boca”, relató la francesa que recibió el primer trasplante parcial de rostro de la historia de la medicina. Su nombre es Isabelle Dinoire y ayer ofreció su nueva cara a las cámaras de televisión del mundo entero por primera vez desde que fue operada en noviembre. Dinoire perdió los labios, parte de la nariz y la barbilla al ser mordida por su perro en mayo del año pasado. Este primer trasplante parcial de nariz, labios y mentón, el triángulo facial, se realizó gracias a la donación de una mujer en estado de muerte cerebral.
“Espero que mi operación pueda ayudar a ciertas personas heridas, como yo, a vivir de nuevo”, subrayó Dinoire, quien develó al mundo su nuevo rostro y su identidad en una conferencia de prensa. Recuperar una vida “normal” con sus dos hijas y volver al trabajo, sin ser “acosada” por la prensa, es el principal deseo de Dinoire.
Medios de comunicación de los cinco continentes acudieron a esta conferencia de prensa organizada en el hospital de Amiens, al norte de Francia, donde esta mujer de 38 años fue operada. La paciente, visiblemente impresionada ante las cámaras, mostró que todavía no recuperó la movilidad de la parte inferior del rostro y tiene dificultades para expresarse y vocalizar correctamente.
Con dificultades para hablar, Dinoire leyó un texto, siguió muy atenta las explicaciones de sus cirujanos y luego respondió con monosílabos o frases muy cortas a las preguntas de los periodistas. Dinoire agradeció al hospital la atención recibida.
Los doctores mostraron a las cámaras numerosas fotografías del período posoperatorio para explicar la intervención, dirigida por el profesor Bernard Devauchelle, que duró más de 16 horas.
Esta “primicia” quirúrgica es “una aventura” que pone en marcha una “mecánica para que otros pacientes de Francia y del mundo puedan beneficiase de este progreso”, destacó el profesor Jean-Michel Dubernard, que intervino en la operación y es mundialmente conocido por haber llevado a cabo el primer trasplante de mano en 1998 y de las dos en el año 2000. El especialista anunció que va a pedir autorización para efectuar cinco nuevos trasplantes de cara.
“Es una investigación clínica en el sentido noble”, subrayó Dubernard, quien reconoció que en el caso de Dinoire “no se puede hacer ningún pronóstico para el futuro”, pues la piel –dijo– es uno de los órganos que más rechazo presentan en los trasplantes.
La mujer sufrió un conato de rechazo a los 18 días de haber sido intervenida por el equipo de Devauchelle. Pero tanto Dubernard como Devauchelle indicaron que, por el momento, la paciente evoluciona con “normalidad”.
Isabelle Dinoire se mostró consciente de que aún tendrá que “hacer mucha quineterapia y trabajo personal para reactivar todos los músculos” de su rostro, pero “después de la operación tengo una cara como todo el mundo”.
“Quiero decir que nada de esto habría sido posible si no hubiese habido una donación”, dijo la mujer.
La mujer contó que la noche del drama, el 27 de mayo de 2005, se había “desvanecido” tras tomar “medicamentos para olvidar” una “semana perturbadora y con muchas dificultades personales”. Cuando se despertó y trató, en vano, de encender un cigarrillo, fue cuando vio que a su lado estaba su labrador y que había un reguero de sangre. Al mirarse en el espejo se dio cuenta, “horrorizada”, de la amplitud de los daños causados por la mordedura del animal.
“Su labio inferior, poco a poco, va a ir recuperando su tonicidad y ya ha mejorado mucho”, subrayó Devauchelle.
Dinoire aseguró que se apropió de su nueva cara, que es “completamente diferente” a la anterior, que no tiene dolores y que siente un gran placer al poder generar “emociones con una sonrisa”.
Los médicos explicaron que se recurrió a la donación porque un “autotrasplante” (con piel y tejidos de la propia paciente) habría exigido unas seis o siete operaciones”.
Tras el accidente, la mujer sólo era capaz de abrir la boca tres milímetros y luego, justo antes de la operación y gracias a la terapia, logró alcanzar una apertura de 1,9 centímetros.