Para llegar a estas conclusiones, los investigadores recogieron datos de 323 pacientes con cáncer de mama metastásico justo tras recibir el diagnóstico, comparando a estas pacientes con 649 personas sin antecedentes de cáncer. Los datos analizados incluyeron la existencia de factores de riesgo para contraer cáncer y el uso de inhibidores selectivos de la COX-2, como celecoxib y rofecoxib, y otros antiinflamatorios no esteroideos.
Tras el análisis, los resultados mostraron que los inhibidores selectivos de la COX-2 estaban asociados con una reducción significativa del riesgo de cáncer de mama cuando las pacientes los tomaban diariamente durante un período de al menos dos años. Así, una dosis diaria de 200 miligramos de rofecoxib reducía el riesgo de sufrir un tumor en un 83%, mientras que una dosis de 25 miligramos rebajaba el riesgo en un 64%.
No obstante, el uso regular de los inhibidores no selectivos de la COX-2, como el ácido acetilsalicílico (325 mg), el ibuprofeno (200 mg) o el naproxeno (250 miligramos) mostraban también una capacidad de reducción del riesgo de cáncer, pero inferior al de los inhibidores selectivos.
En concreto, el ibuprofeno y el ácido acetilsalicílico rebajaban el riesgo de desarrollo del cáncer de mama siempre que fueran administrados durante un período de cinco años, mientras que la ingesta regular de analgésicos sin actividad sobre la COX-2 no se traducía en reducción de riesgo.
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