Todos quieren ser Maradona, coinciden los expertos en cirugías de la obesidad, que ven llegar a sus consultorios un número cada vez mayor de personas excedidas de peso, que sueñan con que una corta estada en el quirófano los vuelva delgados. Como si de magia se tratara... y no de la última opción terapéutica para quienes han fracasado en todos los tratamientos y en los que la obesidad se ha convertido en una amenaza para su calidad y expectativa de vida.
“La demanda de cirugía bariátrica o de la obesidad creció un 500% el último año; antes de Maradona operábamos cuatro pacientes al mes y hoy operamos a veinte”, dijo a LA NACION el doctor Ezequiel Fernández, director del Centro de Rehabilitación Quirúrgica de la Obesidad. “Estamos operando al límite de nuestra capacidad (17 cirugías por semana), mientras que las consultas, cuando menos, se duplicaron a partir de la operación de Maradona”, agregó el doctor Oscar Brasesco, director del programa de cirugía bariátrica del Instituto Fleming y del Hospital Austral.
"Hoy los pacientes directamente piden la cirugía de Maradona", dijo por su parte el doctor Alberto Cormillot, director del Instituto Argentino de Nutrición. Tanto es así que, completó el doctor Brasesco, "los pacientes piden un bypass gástrico, que es la operación de Maradona, cuando antes pedían una banda gástrica".
Pero el impacto del fenómeno Maradona no sólo alcanza a las instituciones médicas privadas. Según la doctora María del Carmen Burgui, jefa de la Unidad de Cirugía del hospital Vélez Sarsfield, "las reuniones informativas mensuales del hospital, a las que acuden los pacientes que quieren una cirugía bariátrica, el año pasado convocaban a un promedio de 30 personas; en la última reunión vinieron trescientas".
Claro que el número de pacientes que accede a una de estas cirugías en el medio público todavía es bastante restringido. "Los tiempos hospitalarios son muy distintos: en nuestro hospital sólo podemos operar a cuatro pacientes por mes", comentó Burgui, cuyo equipo de cirugía bariátrica tiene pacientes en lista de espera.
Camino a la saciedad
"El tratamiento quirúrgico de la obesidad no es el mejor, pero es el último cuando ya han fracasado todas las instancias previas", comentó el doctor Fernández. Es que uno de los requisitos que debe reunir un buen candidato a estas cirugías es -además de tener entre 16 y 60 años, y no estar descompensado psiquiátricamente- haber fallado en otros tratamientos médicos.
Por otro lado, continuó el doctor Cormillot, "el paciente en el que se puede indicar estas cirugías debe tener un índice de masa corporal [que se calcula dividiendo el peso por la altura al cuadrado] mayor que 40, o mayor que 35, pero asociado con otras enfermedades, como la diabetes o la hipertensión; lo que significa que hablamos de personas con por lo menos 40 a 50 kilos de exceso de peso".
En estos pacientes, agregó Fernández, "la tasa de fracaso con los tratamientos no quirúrgicos es del 98 por ciento". ¿Qué ofrecen las cirugías bariátricas? "La banda gástrica tiene un 60% de éxito, mientras que el bypass gástrico tiene entre un 85 y un 90% de éxito", respondió Cormillot.
El bypass gástrico ha traspasado las fronteras del conocimiento científico de la mano de Maradona. "Maradona instaló en la Argentina la cirugía bariátrica -opinó el doctor Brasesco-. Hay mucha gente que supo lo que era un bypass gástrico gracias a él, ya que antes ni los médicos ofrecían a sus pacientes obesos con problemas cardíacos esa posibilidad."
Quienes se someten a esta cirugía ven reducida en un 90% la capacidad de su estómago. Para ello, relató Fernández "se lo secciona el estómago en su región superior, dejando una pequeña cavidad gástrica de 20 a 25 mililitros, que se une al intestino". Así, el paciente logra saciar su hambre con poca comida.
Una variante es la gastrectomía en manga: "Se secciona todo el estómago, dejando un pequeño estómago tubular. Esta cirugía se emplea como primer paso en pacientes que pesan 250 kilos, para que bajen a 150, y luego se los somete a un bypass gástrico, ya que de lo contrario el estómago vuelve a recuperar su capacidad".
Una tercera opción es la derivación bilio-pancreática: "Se secciona el 60% del estómago, pero se lo comunica directamente con los últimos 60 centímetros del intestino grueso; así sólo una pequeña parte de los nutrientes es absorbida, y el resto se elimina con la materia fecal".
Por último, está la banda gástrica. "Es un cinturón ajustable que se coloca en la región superior del estómago, dividiéndolo en dos -explicó Fernández-. El estómago se llena entonces con poco alimento, y produce sensación de saciedad."
Candidato al PMO
Los entre 20 y 30 mil pesos que cuesta una cirugía bariátrica son uno de los obstáculos para acceder a ella. Afortunadamente, comentó Burgui, "cada vez son más las obras sociales que las cubren". En el hospital cuyo servicio de cirugía dirige, las bandas gástricas se colocan sin costo para los pacientes, pero éstos deben traer las bandas, que cuestan entre 1700 y 2000 dólares.
Según el doctor Rubén Torres, a cargo de la Superintendencia de Servicios de Salud, "las obras sociales nacionales, que dan cobertura a 12 millones de argentinos, cubren estas operaciones en uno ciento por ciento. Lo que pasa es que las obras sociales que dependen de los gobiernos provinciales no están sometidas al mismo régimen".
El proyecto de Programa Médico Obligatorio (PMO) definitivo que Torres elevó esta semana al Ministerio de Salud para su aprobación "incluye los protocolos de cobertura de la cirugía bariátrica". De ser aprobado, las prepagas estarán obligadas a cubrir las cirugías. Para Torres no será tan fácil: "Hay cosas que están en el PMO pero que las prepagas no cumplen. Falta un organismo de control".
Burgui ve otros problemas en el horizonte: "Hoy el país no está preparado para atender a estos pacientes: en los hospitales no hay sillas de ruedas, camillas, tomógrafos ni equipos de resonancia para pacientes de 140 kilos. Hemos tenido que recurrir al zoológico o al hipódromo de San Isidro para realizar tomografías". Para Cormillot, "hoy no alcanzarían los quirófanos ni los cirujanos para operar a todas las personas con este exceso de peso. Hay que empezar de a poco".
"Famosos" que influyen en la decisión de operarse
Santillán y Juárez, con distinta suerte
La difusión de declaraciones de las celebridades que se sometieron a la cirugía para la obesidad influyó poderosamente en el imaginario colectivo. Bastó que una de las personas más famosas del mundo se sometiera a la operación de bypass gástrico y lograra bajar 40 kilos en cinco meses, para que miles de argentinos comenzaran a pensar que ése era el camino para solucionar en forma definitiva la obesidad mórbida.
Fue a partir del 5 de marzo último, cuando Diego Maradona ingresó con 121 kilos en el quirófano de la clínica Medihelp de Cartagena, en el Caribe colombiano.
"Estamos muy conformes con el bypass gástrico laparoscópico que le hicimos a Diego, al que le redujimos un 90 por ciento su estómago", señaló en conferencia de prensa el doctor Francisco Holguín, cirujano y director de la clínica, cuyo equipo médico ya había efectuado unas 750 operaciones de este tipo.
Después de verlo brillar por televisión en su programa "La noche del 10", el conductor bailantero Daniel "La Tota" Santillán quiso emular al astro futbolístico.
Con el asesoramiento de la producción del programa televisivo "Transformaciones", que en su segunda edición iba a mostrar todo lo que pasaría dentro del quirófano, Santillán accedió a que le colocaran un "cinturón gástrico".
Pero la idea resultó no ser tan buena. "La operación salió mal. Cuando volví a casa comencé a sentir dolores terribles de estómago, con mucho ardor. No podía ni tragar mi propia saliva", dijo Santillán a LA NACION.
El conductor tuvo que volver a ser operado 12 horas después de haber dejado el quirófano. Allí le quitaron la banda que le habían colocado, con un alto riesgo de muerte, según los médicos que lo intervinieron.
Otra de las celebridades que recientemente se operó fue el cantante y bandoneonista Rubén Juárez, que pesaba 150 kilos y no se sentía cómodo en los escenarios.
"Rubén estuvo dos meses con tratamiento psicológico para controlar la ansiedad antes y después de la operación. Luego se internó en un spa y a los diez días le hicieron la «manga gástrica vertical»", dijo Silvia Juárez, esposa del cantante. A una semana de la cirugía, Juárez -que habló mucho de su experiencia con el periodismo- está bien y planificando actuaciones.
"Recuperé la alegría, y la movilidad"
Dice Fernando Siminari, que bajó 90 kilos
Un buen negocio, así define Fernando Siminari, contador, de 45 años, la decisión de someterse a una cirugía bariátrica. En 2003, cuando su 1.84 metro de altura contenía más de 200 kilos, Fernando gastaba 600 pesos al mes en medicamentos para combatir la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia asociadas con su obesidad.
Hoy gasta sólo 400 pesos en la cuota del préstamo que pidió para acceder a una banda gástrica ajustable. Los medicamentos ya no son una preocupación, ya que con los casi 100 kilos que perdió también se fueron la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia.
"Recuperé la alegría, pero también la movilidad -cuenta Fernando-. Hoy, por ejemplo, puedo disfrutar de mis sobrinos, mientras que antes no podía llevarlos a pasear porque sencillamente no entraba en ningún lado."
Siempre fui un poco gordito, recuerda Fernando. "Pero después de los 18 años, cuando dejé de hacer actividad física, empecé a engordar de veras. Hice todo tipo de dietas; bajé y reboté." En algún momento de ese camino, Fernando superó los 200 kilos de peso.
En 2003, un endocrinólogo le sugirió consultar a un experto en cirugía bariátrica. Fernando aceptó el desafío. "Me pusieron una banda ajustable, pero el posoperatorio fue terrible porque tuve una especie de rechazo: durante 10 días no pude comer nada y tuve que ser alimentado con sonda."
Una vez superado el inconveniente, Fernando siguió las generales del tratamiento: alimentación líquida, para luego incorporar gradualmente alimentos sólidos. "Bajé entre 6 y 9 kilos por mes, hasta pesar 100", cuenta.
Ahora, tras haber dejado de hacer actividad física y por descuidar su alimentación, volvió a subir 12 kilos. "Yo no estoy curado de la obesidad -reconoce-. Por eso, voy a volver a hacer ejercicio y a dejar de comer las cosas que sé que me engordan."
"Los pacientes creen que es mágica"
Coinciden profesionales que les brindan atención psicológica
"Desde que lo operaron a Maradona recibimos mensualmente a cientos de pacientes que vienen a buscar algo mágico: creen que después de operarse se despertarán como Maradona", dijo a LA NACION Liliana Pierini, psicóloga que integra el equipo de cirugía bariátrica del hospital Vélez Sarsfield.
"Lo primero que les pregunto es qué van a hacer con su vida cuando adelgacen -comentó su colega, el psiquiatra Armando Gatti-, porque si la idea es tirarse a mirar televisión, da lo mismo pesar 300 que 100 kilos."
Y es que la cirugía bariátrica por si sola no es garantía de un descenso de peso. "La banda gástrica, por ejemplo, ayuda a que el paciente obtenga saciedad con poca comida, pero si éste boicotea el tratamiento va camino al fracaso", retoma la licenciada Pierini.
Tantas trampas
Las formas de trampear a las cirugías de la obesidad no son desconocidas para quienes acompañan a los pacientes durante el tratamiento. Hay quienes licuan pizza y la beben, para así poder ingerir una gran cantidad sin alcanzar saciedad, o comen kilos de helado que al derretirse pasan de largo sin saciar el hambre.
¿Por qué el boicot? "El gordo come por aburrimiento, come por tristeza, por soledad... muchas veces la comida resulta ser la única compañía. Si uno se la saca, la persona se queda sin todo eso, solo, y pensando en él, y eso da miedo", respondió Pierini.
"Estos pacientes ponen en la comida muchas cosas que no pueden poner en la vida -completó el doctor Gatti-. Por eso no sólo tienen que cambiar la forma de comer, sino también hay que ayudarlos a que encuentren la forma de hallar alegría y paz."
Para eso, concluye Pierini, "muchas veces hace falta que el paciente haya tocado fondo".