Sin precedente en América latina

Implantan el primer corazón artificial infantil

Fue en la ex Casa Cuna de Bs. As; la paciente tiene apenas 18 meses.

“Señor Jesús, te suplico que cuides de mi bebe; dale fuerzas para que salga adelante. Que tu poder se refleje en ella, y que esta operación salga muy bien...”

Con estas palabras, Andrea Armanino pidió por la salud de su hija Berenice, de 18 meses, antes de que la pequeña ingresara en el quirófano del hospital Pedro de Elizalde, ex Casa Cuna. Allí, hace exactamente una semana, la beba, de sólo siete kilos, fue sometida a una intervención quirúrgica sin precedente en América latina: un implante de corazón artificial, que debería permitirle sobrellevar la espera de un trasplante cardíaco durante varios meses y con buena calidad de vida, aunque su pronóstico es todavía reservado y se trata de una paciente de riesgo.

La beba, oriunda de la ciudad santafecina de Villa Gobernador Gálvez, llegó al hospital porteño con un diagnóstico de anomalía coronaria y miocardiopatía dilatada. Los médicos habían detectado esa afección hace cinco meses, cuando la beba padeció su primera neumonía. "Es importante diferenciar que no se trata de una bomba de circulación extracorpórea, como usualmente se utiliza. En este caso, es un corazón artificial que reemplaza al ventrículo izquierdo del paciente". Así definió el doctor Florentino Vargas, jefe de Cirugía Cardiovascular y Trasplante del hospital Pedro de Elizalde, la principal ventaja del prototipo que fue implantado en esa institución.

La intervención a la que fue sometida Berenice, que llegó al hospital luego de ser derivada para un trasplante cardíaco (con diagnóstico de anomalía coronaria y miocardiopatía dilatada), ya fue realizada en más de 70 niños en Berlín, Alemania. Desde allí, gracias a las gestiones de la Secretaría de Salud porteña, fue importado este corazón artificial pediátrico (denominado Berlín Heart), que costó alrededor de 290.000 pesos.

Debido al severo deterioro del ventrículo izquierdo, que se hallaba dilatado y aneurismático, se descartó la posibilidad de efectuar el reimplante de la arteria coronaria izquierda en la aorta (cirugía convencional que se realiza en estos casos), y se le indicó trasplante cardíaco.

Pero una vez en lista de espera, la situación de Berenice empeoró. "Comenzamos a notar que la dilatación del ventrículo izquierdo había progresado hasta un diámetro mayor que el del corazón de un adulto, y, teniendo en cuenta que la paciente sólo pesa siete kilos, esto significaba un grave problema. El cuadro nos obligó a internar a la beba en nuestra unidad de cuidados intensivos, con goteo de medicación para que su corazón pudiera contraerse."

Pero esta dependencia de medicamentos, junto con la aparición de un trombo de gran tamaño en la aurícula izquierda, representaba un pronóstico sombrío, razón por la cual Berenice fue elevada a categoría de urgencia en la lista de espera del Incucai.

En detalle

En diálogo con LA NACION, el doctor Vargas, que viajó a Alemania para perfeccionarse en esta nueva tecnología, confesó que la única alternativa para salvar la vida de Berenice era el implante de corazón artificial. "Hace dos semanas perdimos a una paciente que estaba en lista de espera con la misma falla cardíaca que la pequeña Berenice", se lamentó Vargas. Por eso, una vez evaluada la situación por el Comité de Bioética del hospital, y con el apoyo de la Secretaría de Salud porteña, se decidió que el experto instrumentara los pasos para realizar la intervención, en la que ayudó el jefe de cirugía cardiovascular del hospital Argerich, Victorio Piccone.

Para realizar la operación, "se colocó a la paciente en circulación extracorpórea, se le bajó la temperatura corporal a 25 grados y se le detuvo el corazón -precisó-. Luego se extrajo el trombo de la aurícula izquierda, se dividió la arteria pulmonar y se reimplantó la arteria coronaria anómala en su sitio normal en la aorta de la niña, corrigiendo la malformación congénita".

Recién entonces se procedió al implante del corazón artificial. "Se colocaron las cánulas en sendos orificios abiertos (ventrículo izquierdo y aorta) y se conectaron a la bomba artificial. Esta, a la unidad de control y finalmente se le sacó la circulación extracorpórea, ya con el corazón artificial funcionando".

Vale mencionar que el órgano implantado funciona fuera del cuerpo de la beba, sobre el abdomen, conectado simultáneamente a una unidad de control.

Aunque la evolución de Berenice es favorable -incluso fue desconectada del respirador artificial y desde el domingo se alimenta por boca-, Vargas y su equipo son cautelosos. "Su estado es reservado, y hay que tener en cuenta que es una paciente en riesgo", advirtió. Sin embargo, según los médicos, existiría a largo plazo una remota posibilidad de que la beba fuera excluida de la lista de espera. "Si mejorase la función cardíaca, el daño ventricular podría llegar a ser parcialmente revertido y, eventualmente, la nena sería desconectada del corazón artificial", dijo Vargas, y luego insistió: "Pero esta posibilidad es remota".

Por otra parte, los especialistas Vargas y Piccone trabajan en un proyecto conjunto para crear una unidad de asistencia circulatoria para enfermos terminales en la ciudad de Buenos Aires.

Por Soledad Vallejos
De la Redacción de LA NACION

 Berenice: la vigilia tras la cirugía

La primera palabra que dijo fue "agua"

Emocionados todavía por la alegría de Berenice al despertar de la operación de casi ocho horas de duración, sus padres, Andrea y Daniel, contaron a LA NACION que al abrir los ojos lo primero que dijo fue "agua". Berenice, que nació en el hospital Italiano de Rosario el 2 de junio de 2004 y pesó 3,200 kilogramos, hoy, a los 18 meses, volvió a nacer. Desde su primer día padeció cardiopatía congénita, pero en ningún momento se le notó, ya que era una beba activa y feliz.

"Reía mucho y estaba siempre muy alegre. «Papi» fue su primera palabra", contó orgulloso Daniel, que es carnicero y trabaja en un importante frigorífico de Villa Gobernador Gálvez.

Andrea, la mamá, es portera de escuela y recuerda que sus hermanas, Alicia y Erica, la ayudaron a cuidarla durante el primer año, cuando tuvo que volver a trabajar.

Berenice tiene una hermana llamada Milagros, que este mes cumple cinco años. Y aunque sus padres no le explicaron la gravedad de la situación, ella intuyó que la beba "tiene enfermito el corazón, pero la están curando".

"Ahora hay que esperar a que se recupere y que vuelva a ser una nena normal, con muchas ganas de jugar como ella siempre tenía", agregó la mamá.

"Es una nena muy despierta y alegre. Juega con una guitarrita que tiene melodías que, cuando suenan, ella se pone a cantar", dijo emocionada Andrea. Pero, decididamente, su juguete preferido son las muñecas.

"Tiene una colección [de muñecas] a las que les pone nombre y les canta, mientras las abraza y las acurruca en su pecho", contó Daniel. Lo que no sabe Berenice es que Andrea y Daniel le tienen una sorpresa: una nueva muñeca de regalo para cuando pueda volver a abrazarla fuerte contra su pecho, bien cerquita de su corazón.


El tema en Clarín:

Le colocaron un corazón artificial externo a una beba de 17 meses
Se llama Berenice, sufría una cardiopatía congénita y su estado era desesperante. En la ex Casa Cuna aplicaron esta técnica, con un aparato traído de Alemania, hasta que pueda recibir un trasplante.

En la oficina del doctor Florentino Vargas, jefe del Area de Cirugía Cardiovascular del Hospital de Niños Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna), la palabra que define todo es satisfacción. Su celular no para de sonar con pedidos de más y más detalles sobre un nuevo logro médico que, junto con su equipo, protagonizó el miércoles 14 de diciembre: el implante de un corazón artificial en una beba de 17 meses. El primero de esas características realizado en un hospital público de América latina.

La cirugía es una esperanza más para el cuerpito de 7 kilos de Berenice Molina, una beba santafesina que ahora, con el corazón artificial implantado, debe continuar a la espera de un donante para recibir un corazón humano y definitivo. "La beba (que nació con una malformación congénita) llegó al hospital con un diagnóstico de anomalía coronaria y miocardiopatía dilatada. Su anomalía era de implante de las arterias coronarias (ver detalles en infografía) y le había causado un infarto de larga evolución que había deteriorado severamente la mayor parte de su músculo cardíaco (la miocardiopatía dilatada)", explica Vargas.

Así se presentó el panorama. Continuó con una internación de dos meses, por insuficiencia cardíaca, tras la cual fue incluida en la lista de espera para del INCUCAI. Los días siguientes no dieron tregua; al poco tiempo volvió a la sala de terapia del Servicio de Cirugía Cardiovascular. "Su corazón requería la ayuda de medicación para poder contraerse y la dilatación de su ventrículo izquierdo había progresado hasta tener el diámetro mayor que en un adulto. También notamos que había desarrollado un trombo grande en su aurícula izquierda. Por eso se la pasó a la categoría de Urgencia en la lista de espera", comenta el cardiólogo Ricardo López.

Fue en ese momento que apareció la posibilidad del implante. "Su vida corría peligro. Por eso buscamos una alternativa para que pudiera llegar bien al trasplante", puntualiza Vargas. La tecnología necesaria para llevar a cabo la operación es de origen alemán: se trata del corazón Berlín Heart, que viene en dos versiones, interior y exterior (a la beba le implantaron el que va fuera del cuerpo). Luego que el comité de bioética del hospital evaluara la situación se comenzó con los trámites para hacer la importación.

Hubo apoyo de la Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad, y del sector de Cirugía Cardiovascular del Hospital Argerich. Con el antecedente de 70 casos de niños alemanes que recibieron el Berlín Heart, la misión siguió adelante. El equipo de Vargas, con Ricardo López y Jorge Rozenbaum, cirujano cardiovascular, inició entonces un proceso en el que se vieron involucradas alrededor de 30 personas.

La cirugía se hizo el 14 de diciembre. Primero se extrajo el trombo (coágulo) de la aurícula izquierda. Luego se dividió la arteria pulmonar y se reimplantó la arteria coronaria anómala en su sitio normal: en la aorta de la beba. De ese modo se corrigió la malformación congénita. Después se hizo el implante del corazón artificial. "La corrección del problema congénito se hizo porque cabe una posibilidad, aunque remota, de que al haber sido corregida la malformación de las arterias coronarias, que causó la dilatación del corazón, permita que con el paso de las semanas el músculo cardíaco se recupere", comenta Vargas.

Mientras tanto, la beba continúa en la lista de espera, con el corazón artificial apoyado sobre su abdomen, conectado (a través de dos cánulas) a su corazón y a la unidad de control. Evoluciona favorablemente. Después del post operatorio inicial crítico (la noche siguiente fue operada nuevamente por acumulación de sangre en el tórax), las esperanzas están renovadas. El próximo objetivo es el trasplante.

http://www.clarin.com/diario/2005/12/21/sociedad/s-04615.htm

Esperanzas
Oscar Angel Spinelli
ospinelli@clarin.com

Un millar de niños mueren al año por cardiopatías congénitas. La mayoría de esas muertes son evitables con cirugías correctivas. Sin embargo, esos pequeños nunca reciben tratamiento. Son vidas que se pierden por una desidia incomprensible. Tras décadas sin respuestas a un problema gravísimo, las autoridades sanitarias estarían formulando un plan para efectuar las cirugías necesarias. Ojalá que muchos chicos puedan tener la esperanza que hoy envuelve a Berenice.


Testimonio de los padres

Andrea y David Molina son pura esperanza. Ella portera; él empleado, nacieron y acunaron sus sueños en Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe. Al año de casarse tuvieron a Milagros, a punto de cumplir 5 años.

Hace 17 meses fueron papás de Berenice. "Cuando era bebita tenía broncoespasmos que se repetían, y después, una neumonía. Le hicieron los estudios y se halló que había tenido infartos que no se notaban: no lo podíamos creer. Estamos agradecidos por el implante. Ahora esperamos con ilusión el trasplante", dice la mamá.

El tema en Página 12:
 
Un motor para la vida de Berenice

Por primera vez en América latina, en un hospital público porteño una beba con una peligrosa insuficiencia cardíaca recibió un corazón artificial a la espera de un órgano donado.

En lo que fue una operación pionera en América latina, médicos del hospital porteño Pedro de Elizalde implantaron un corazón artificial a una beba de 17 meses que, a raíz de una malformación congénita, sufre de una insuficiencia cardíaca. Berenice había llegado desde la ciudad santafesina de Villa Gobernador Gálvez a la ex Casa Cuna hace dos meses. Desde entonces se encontraba internada y forma parte de la lista de emergencia del Incucai a la espera de un donante. Como el corazón no llegó y el suyo se deterioró demasiado, los médicos optaron por suplantarlo por una máquina traída desde Alemania. Ahora, podrá continuar aguardando por un trasplante definitivo. Aunque el pronóstico es reservado.
Cuando llegó al hospital, Berenice pesaba unos siete kilos y su diagnóstico hablaba de una anomalía coronaria de nacimiento que provocó una miocardiopatía dilatada congénita. Es decir que, a partir de un problema en una de sus arterias coronarias, experimentó la expansión de una de las cavidades de su corazón: el ventrículo izquierdo, que al ser más grande que lo normal causa que la sangre no pueda ser bombeada a los órganos y se acumule.

Mientras esperaba un corazón, “la situación requirió la internación en la sala de terapia del Servicio de Cirugía Cardiovascular porque el corazón de Berenice requería la ayuda de medicación para poder contraerse”, explicó Florentino Vargas, jefe del Servicio, que encabezó la operación.

“La dilatación de su ventrículo izquierdo había progresado hasta un diámetro de seis centímetros, como el de un adulto, lo que es una barbaridad”, comparó Vargas ante Página/12. También “había desarrollado un trombo (coágulo) de gran tamaño en su aurícula izquierda, por la contracción inefectiva y el estancamiento de la sangre en las cavidades cardíacas”, detalló. Por eso, además de incluir a la beba en el listado de emergencia del Incucai, los médicos implantaron un corazón artificial.

La operación, realizada el 14 de diciembre, no fue sencilla. El equipo de treinta personas trabajó durante más de diez horas. Primero bajaron la temperatura corporal de Berenice hasta los 25 grados, para luego detener el corazón y extraer el coágulo. El paso siguiente fue dividir la arteria pulmonar y reubicarla en su sitio normal, con lo que se corrigió la malformación congénita.

“Recién entonces se procedió al implante del corazón artificial, colocando sus cánulas en los orificios abiertos en el ventrículo izquierdo y en la aorta”, contó el médico. Las cánulas se conectaron a una bomba que, coordinada por una máquina, reemplaza la función del ventrículo izquierdo pero fuera del cuerpo y hace que la sangre llegue a los órganos.
El nuevo ventrículo, conectado a su corazón y al aparato que bombea, descansa sobre el abdomen de la nena. En definitiva, “su ventrículo izquierdo no se contrae y está reemplazado por el artificial que aspira y bombea la sangre”, señaló.

No obstante, el estado de Berenice “continúa siendo de altísimo riesgo por los próximos quince días. Aunque habla con los papás y hasta pide la leche, el método no es milagroso y su estado inicial era grave”. Según el profesional, existen pacientes que vivieron con la ayuda de un corazón artificial hasta 415 días, y luego recibieron un trasplante.
El procedimiento usado tiene su origen en Berlín, desde donde la Secretaría de Salud importó el corazón con un valor de 290 mil pesos. En esas tierras la cirugía se llevó a cabo con éxito en setenta chicos, y allí también el doctor Vargas recibió el entrenamiento necesario para concretar el implante. Operaciones de este tipo se realizaron en Estados Unidos, pero es la primera vez que se implementa en América latina. Existe una posibilidad de que al haberse corregido la malformación que causó la dilatación del ventrículo, con el paso de las semanas, el corazón retome su tamaño normal. Pero es remota. Por eso, las esperanzas residen en la recepción de un órgano para un trasplante. El padre de Berenice, David Molina, fue claro: “Sigue estable, pero hay que seguir luchando hasta que llegue un corazón de un donante”.