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México: Células porcinas salvan diabéticos

El xenotrasplante permite en pacientes de la enfermedad del tipo 1 (juvenil) sustituir la función de las células Beta que producen insulina, sustancia reguladora de la glucosa en la sangre

Especialista en trasplantes

El xenotrasplante permite en pacientes de la enfermedad del tipo 1 (juvenil) sustituir la función de las células Beta que producen insulina, sustancia reguladora de la glucosa en la sangre.

Los pacientes con diabetes juvenil (tipo 1) podrían dejar de inyectarse diariamente insulina, gracias a un xenotrasplante (de xeno, “extranjero”) de células porcinas neonatales. Así, éstas sustituirían a las células beta destruidas por anticuerpos, las cuales tienen como objetivo producir en el páncreas esa hormona que regula la glucosa en la sangre.

Un estudio experimental —hecho por un equipo de investigadores y médicos clínicos mexicanos coordinado por Rafael Valdés González, de la Facultad de Medicina— mostró que el xenotrasplante de las células porcinas en seres humanos permite reducir en forma significativa los requerimientos diarios de insulina exógena.

A 12 pacientes del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, con una edad promedio de 14.7 años, ya se les practicó un xenotrasplante de células porcinas neonatales, después de múltiples ensayos en animales experimentales, y de la revisión y aprobación del protocolo por parte de los comités de investigación y bioética de dicho hospital y de la UNAM, así como de los centros nacionales de trasplantes de México y de Estados Unidos, y del National Bioethics Committee de Inglaterra.

Novedoso dispositivo

Las células trasplantadas se aislaron de órganos de cerdos de siete días de nacidos. Como son células neonatales, inmaduras, resultan menos antígenas y no permiten que sean reconocidas como extrañas. De esa manera son aceptadas por el organismo humano.

Del páncreas de esos animales se obtuvieron los llamados islotes de Langerhans, que contienen células Beta y pueden madurar y reproducirse para producir insulina; y de los testículos, las células de Sertoli, que protegen contra el rechazo inmunológico.

“Para trasplantarlas –dice Valdés González– diseñamos en el Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina un pequeño dispositivo subcutáneo, más corto y grueso que un cigarrillo. Se trata de una malla cilíndrica de acero inoxidable grado médico de 6 centímetros, con dos tapones de politetrafluoretileno. Este dispositivo ya está patentado.”

Los xenotrasplantes no se aplicaron implantaron en el sistema porta del hígado de los niños, ya que se corría más riesgo de ocasionar problemas de funcionalidad y fibrosis a largo plazo. Además, por primera vez se trasplantaron las células de Sertoli a seres humanos, mezcladas con islotes de origen porcino.

Alternativa viable

Así se lleva a cabo un xenotrasplante: el dispositivo se implanta bajo la piel del abdomen del paciente, con el fin de generar una capa de colágena vascularizada que lo cubra (ésta crea un medio propicio para la supervivencia de las células trasplantadas).

Dos meses después del implante se mezclan los islotes de Langerhans con las células de Sertoli y se depositan en el dispositivo, donde entran en contacto directo con la colágena y no con los vasos sanguíneos, lo cual evita el reconocimiento inmunológico. Así, los islotes pueden secretar insulina por estímulo de los niveles de glucosa del paciente. Pasan de seis a ocho semanas antes que se pueda evidenciar la funcionalidad de este fenómeno, que consiste en hipoglicemias que el paciente no tenía y que obligan al médico a disminuir las cantidades de insulina.

Según los resultados del estudio –publicado en septiembre de este año en la revista European Journal of Endocrinology– 6 de los adolescentes redujeron su necesidad diaria de insulina a lo largo de los cuatro años del seguimiento. Dos de los pacientes no requirieron insulina durante meses. Ninguno tuvo complicaciones de la enfermedad ni problemas relacionados con los trasplantes. En la actualidad, permanecen funcionales y sin signos de rechazo.

Todos recibieron células procedentes de granjas de Nueva Zelanda, donde son producidas por la compañía Diatranz Ltd., que tiene certificación internacional de control de calidad.

Ahora, las células se obtienen de cerdos de Pig Improvment Company, empresa cuyas granjas se localizan en los estados mexicanos de Querétaro y Sonora, y cumplen con las normas internacionales de bioseguridad.

“Hay que aclarar –apunta el investigador universitario– que este procedimiento médico no cura la diabetes juvenil, pero sí detiene sus efectos a largo plazo (estos efectos se presentaron en pacientes diabéticos no trasplantados que integraron el grupo control). En este sentido constituye una alternativa para que los diabéticos tipo 1 tengan una mejor calidad de vida. Incluso, con los cuidados correspondientes, sus expectativas de vida pueden llegar a ser las mismas que las de una persona sana.”