Muchos estudios han investigado la alteración del flujo ocular sanguíneo. Desafortunadamente, las variadas técnicas utilizadas para evaluar los diferentes aspectos de la circulación ocular, hacen difícil comprender el rol del flujo sanguíneo en el glaucoma. Varias afecciones tales como el glaucoma congénito, glaucoma de ángulo cerrado o los glaucomas secundarios, muestran claramente que el aumento de la presión intraocular es suficiente para provocar una neuropatía óptica glaucomatosa.
No obstante, la existencia de glaucoma de tensión normal, por un lado y la de pacientes con hipertensión intraocular (aumento de la PIO sin daño visible) por el otro indican que otros factores deben estar involucrados en la patogénesis de la neuropatía óptica glaucomatosa, lo que perjudica directamente al ojo o lo hace más sensible a la PIO. Entre ellos, los factores vasculares son de especial interés.
Resulta difícil interpretar los datos disponibles. El flujo sanguíneo reducido puede deberse, en parte a una adaptación a la demanda reducida. Finalmente, queda por clarificar la influencia de otros factores adicionales como sexo, niveles de endotelina-1 en plasma, presión sanguínea sistémica y vasoespasmo. En el presente estudio se analizaron los parámetros hemodinámicos oculares en pacientes con glaucoma de ángulo abierto y se evaluaron las diferencias con respecto a factores de riesgo entre los grupos.
Pacientes y métodos:
Intervinieron 56 pacientes con glaucoma de ángulo abierto. Se midieron los parámetros de flujo sanguíneo de ambos ojos en la arteria oftálmica y retiniana central mediante Doppler color, como así también la circulación coroidal y borde neuroretiniano del nervio óptico por flujometría Doppler láser. Sobre la base de dichos parámetros hemodinámicos, se realizó un análisis por conglomerados (dos grupos) y se evaluaron las diferencias entre ambos grupos con respecto a factores de riesgo.
La diferencia entre ambos grupos estuvo dada, principalmente, en los parámetros del flujo del nervio óptico y coroidal. No hubo diferencias entre ambos grupos de distribución por sexos, propensión a glaucoma de tensión normal, edad, niveles plasmáticos de endotelina-1, daño del campo visual, presión intraocular, parámetros de presión sanguínea sistmémica o valores de perfusión ocular.
En el presente estudio, las diferencias más marcadas se dieron en los parámetros del flujo sanguíneo coroidal y del nervio óptico (ambos ojos mostraron la misma tendencia). La velocidad sistólica final de la arteria oftálmica (probablemente la menos "ocular" de las controladas) fue más elevada, pero sólo muy poco significativamente y únicamente en los ojos izquierdos de pacientes que, en general, presentaban presión intraocular baja. Por lo tanto, este resultado, en nuestra opinión, no invalida la consideración de dos conglomerados: un grupo con flujo ocular sanguíneo bajo y otro alto.
Los pacientes con valores bajos de flujo ocular sanguíneo no presentaron mayor daño de campo visual, lo que indica que las alteraciones del flujo sanguíneo no son el único factor que afecta el daño del campo visual. Dichos pacientes, no necesariamente, fueron pacientes con glaucoma de tensión normal y no tuvieron valores notoriamente más bajos de PIO en la lectura de la curva de tensión diurna, lo que indica que las alteraciones del flujo sanguíneo no son el único factor que influye en el aumento de la PIO.
Además, los valores bajos de flujo ocular sanguíneo no estuvieron relacionados con una presión sanguínea sistémica baja, lo que señala que las alteraciones del flujo sanguíneo ocular no se producen únicamente en respuesta a perturbaciones sistémicas. La única asociación positiva de los valores bajos del flujo ocular sanguíneo se observó en la reacción vasoespástica de los capilares. El hecho de que casi la mitad de los pacientes con valores altos en los parámetros de flujo ocular sanguíneo mostraron una respuesta vasoespástica de los capilares sugiere que la presencia de respuesta vasoespastica sistémica no necesariamente significa que el flujo ocular sanguíneo se vea alterado.
Sin embargo, el hecho de que cuatro de los cinco pacientes con valores bajos de flujo ocular sanguíneo mostrara respuesta vasoespástica de los capilares, señala una asociación entre la alteración del flujo ocular sanguíneo y la propensión vasoespástica. Es importante tener en cuenta que los resultados del análisis por conglomerados proporcionan una idea acerca de lo que debe investigarse. Por lo tanto, los presentes resultados requieren una futura confirmación.
Con respecto a los factores de riesgo en el glaucoma, la diferencia entre daño mecánico, como consecuencia de la PIO y las teorías vasculares, que consideran que la neuropatía óptica glaucomatosa es una consecuencia del suministro sanguíneo insuficiente, hasta ahora han tenido poco impacto en los tratamientos ya que la reducción de la PIO es el único método terapéutico disponible contra el glaucoma. Estudios clínicos han probado el rol y los beneficios del tratamiento de disminución de la PIO. Una vez agotados los métodos farmacológicos y de cirugía láser, lo único que resta es un procedimiento de filtración con los consiguientes riesgos y posibles complicaciones. Para encontrar nuevas alternativas terapéuticas es necesario elucidar como influyen otro tipo de factores en la enfermedad glaucomatosa.
Conclusiones:
Las alteraciones del flujo ocular sanguíneo en pacientes con glaucoma, parecen estar relacionadas, al menos en parte, con la desregulación vascular sistémica.