El balance forma parte del informe anual de la Cruz Roja, presentado ayer en Ginebra Añade que el promedio entre 1994 y 2003 fue de 67.000 víctimas mortales
GINEBRA.- La cifra de muertes ocasionadas por el devastador tsunami de fines del año pasado en el sudeste asiático llevó el total de víctimas mortales en desastres naturales en todo el mundo en 2004 a un cuarto de millón, un número tres veces superior al registrado el año anterior y el más elevado en casi 30 años, según indicó ayer la Cruz Roja internacional.
Por lo menos 176.000 personas en 11 países murieron a raíz de las olas e inundaciones que causó el tsunami, el 26 de diciembre pasado, una de las mayores tragedias de las últimas décadas. De hecho, si no se tuvieran en cuenta sus devastadores efectos el total de 2004 habría sido de alrededor de 25.000 víctimas, una de las cifras anuales más bajas, señaló el organismo en su informe anual sobre desastres globales, dado a conocer ayer en Ginebra.
Las cifras más elevadas de muertes por desastres naturales -que excluyen problemas de causas de más largo plazo, como las hambrunas- se registraron en 1970, cuando unas 500.000 personas murieron en un ciclón en Bangladesh, y en 1976, cuando un terremoto mató a 240.000 habitantes de Tangshan, China, observó Sian Bowen, vocero de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Según el informe, 250.000 personas murieron durante todo 2004 en 719 catástrofes naturales, una cifra claramente superior al promedio de 67.000 muertos registrado entre 1994 y 2003.
Muchas vidas pueden salvarse con alertas eficientes y generalizadas, señaló el informe. "Las advertencias a tiempo son el modo más evidente en que una información oportuna puede salvar vidas", señaló, por su parte, Markku Niskala, secretario general de la federación, en una nota introductoria al informe, de 251 páginas. "Pero hay baches en nuestro proceso de compilar y compartir este recurso tan poderoso", agregó.
En este sentido, aunque los científicos del océano Indico tuvieron a su disposición tecnologías suficientes como para registrar el potente sismo frente a la costa de Sumatra, no tenían manera alguna de avisar al público acerca de lo que sobrevendría luego.
El informe resaltó el papel que cumplieron las advertencias durante la temporada de huracanes de 2004 en el Caribe, cuando muchos países de la región alertaron a sus poblaciones acerca de las tormentas que se avecinaban y muchas vidas fueron salvadas.
Alerta a tiempo
Cuba, por ejemplo, logró impedir pérdidas de vida en gran escala por el devastador paso del huracán Charly, que destruyó 70.000 viviendas en agosto de 2004, pero que sólo causó cuatro muertes en la isla.
En septiembre de ese mismo año, además, el gobierno de La Habana evacuó a más de 2 millones de personas del extremo occidental de la isla poco antes del paso del huracán Iván, y no se registró ninguna muerte ligada a ese fenómeno. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, de hecho, las evacuaciones en Cuba son de cumplimiento obligatorio.
En Jamaica, también ante la amenaza de Iván, voluntarios de la Cruz Roja recorrieron las aldeas en motocicleta e invitaron a la gente por medio de megáfonos a buscar refugio.
Pero una vez ocurrida una catástrofe -señala el informe- la información también puede reducir el sufrimiento de las víctimas, como pasó en diciembre último en Sri Lanka, donde los equipos de la Cruz Roja explicaron las causas naturales del tsunami a poblaciones que se creían víctimas de un castigo divino.
Pero la información también ayuda a combatir ciertos "mitos", como el que lleva a creer que los cadáveres transmiten enfermedades, una creencia que incita a los sobrevivientes a enterrar a los muertos rápidamente en fosas comunes, lo que priva a los familiares de un duelo natural. Además, la falta de certificados de defunción complica luego los pedidos de indemnización.
Agencias AP y AFP