Thomas Edison fue sin lugar a dudas un inventor prolífico. A su muerte, en 1931 a los 83 años, había recibido un total de 1093 patentes, la mayor cantidad de patentes entregadas a una persona desde que el sistema se inventó. Estas patentes incluyeron las correspondientes a sus trabajos en el telégrafo, la lámpara de luz, la energía eléctrica, el fonógrafo, la batería y el teléfono entre otros.
Edison fue un visionario, particularmente dedicado a los medios de comunicación. Devoto al trabajo, una de sus máximas fue “Un genio es 99% transpiración y 1% inspiración”. De todos sus inventos, el más importante se considera que fue la lámpara de luz. Sin embargo, su preferido fue el fonógrafo. Lo que no es tan conocido, es que el inventor del fonógrafo fue prácticamente sordo la mayor parte de su vida.
Edison nación en Milan, USA, el 11 de febrero de 1847, siendo el séptimo y último hijo de Samuel Edison Jr y Mary Elliott. En la escuela, fue un mal estudiante. Se distraía fácilmente y no se concentraba en la tarea. Además, sufría supuraciones de oído frecuentes, lo cual afectó su audición y su asiduidad. A los 10 años de edad, su madre lo retiró del colegio, acusando a los profesores de no saber reconocer y estimular las naturales capacidades de el joven Thomas.
De niño fue un lector voraz. En su diario, Edison escribió: “ Mi refugio fue la biblioteca pública de Detroit. No leí algunos libros. Leí la biblioteca entera.”
La causa de su sordera persiste siendo debatida, ya que el mismo Edison centraba su inicio en un evento traumático, relacionado a su trabajo al borde de la vía del tren. “Primero comenzó el dolor de oído, luego una sordera leve, que aumentó hasta que actualmente en el teatro solo puedo oír algunas palabras sueltas”. Sin embargo, a la luz de las reiteradas supuraciones de oído, la teoría de la disrupción osicular traumática ha ido perdiendo fuerza.
Es conocida su brillante carrera como operador del telégrafo. Edison percibía su hipoacusia no como una minusvalía, sino como una ventaja. Él mismo escribe: “Desde el principio encontré que la sordera era una ventaja para un telegrafista. Mientras yo podía oír adecuadamente el fuerte sonido de mi instrumento, no podía oír otros sonidos que me distrajeran”. Los beneficios que Edison atribuye a su sordera no terminan en el ámbito del trabajo. Referido a su primer esposa, Edison cuenta: “Incluso al hacerle la corte mi sordera fue de ayuda. En primer lugar, me permitía acercarme mucho más a ella de lo deseable, con la excusa de poder escuchar lo que decía”.
A la invención del fonógrafo y su perfeccionamiento le dedicó muchísimas horas de su trabajo. Incluso se cuenta que el y sus colaboradores pasaron una semana entera sin dormir en una etapa crucial.
Los primeros fonógrafos desarrollados por Edison conservan las marcas de sus propios dientes en la cabina. Él los mordía para poder mejorar su percepción del sonido que emitían. Esta conducta permite inferir que se trataba de una sordera de conducción o mixta y que la conducción ósea era claramente superior que la aérea. Edison insistía en que su sordera le permitió perfeccionar su invento.
Como se ve, él atribuía muchas ventajas a su sordera. Él decía: “No tengo ninguna duda que mis nervios son más fuertes y mejores hoy en día que lo que hubieran sido si yo hubiera escuchado las inútiles conversaciones y sonidos que la gente normal oye. Lo que necesité oír, lo oí. Hace algunos años un especialista me planteó que él podía mejorar mi audición. Presumo que hubiera podido. Pero yo no se lo permití”.
En 1931 Edison murió de uremia. En el año 1927 solamente se produjeron 987.000 fonógrafos y se vendieron 104 millones de discos. Había nacido la industria de la música. A pesar que Edison probablemente nunca logró escuchar sus fonógrafos en la forma que la gente normal lo hacía, él comprendió perfectamente la importancia de lo que fue su pequeña y dilecta máquina parlante.