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Pequeños ACV: No tan benignos como se pensaba

Un estudio desmiente que los pequeños accidentes cerebrales mejoren después de pasados 5 años

Los pacientes que han sufrido infartos cerebrales leves o accidentes isquémicos transitorios —conocidos como AIT—tienen peor pronóstico transcurridos 10 años de lo que se estimaba hasta ahora. Así lo confirma un estudio de seguimiento con cerca de 2.500 pacientes.

Fruto de la mejoría de los sistemas de salud, cada vez se viven más años y en mejores condiciones. Sin embargo a este alargamiento de la expectativa de vida le ha seguido un incremento de ciertas enfermedades como las cardiovasculares. Dentro de este gran grupo, las que afectan al cerebro son las que más discapacidad producen pues afectan decisivamente a la movilidad y facultades mentales.

No todos los accidentes cerebrales dejan secuelas tan graves como la hemiplejia o la demencia. Los episodios pueden afectar a zonas cerebrales pequeñas o durar tiempo escaso, con lo que los síntomas son leves o incluso desaparecen en menos de un día. A estas dos circunstancias se las denomina infartos cerebrales leves y accidentes isquémicos transitorios. Su tratamiento es tremendamente frustrante pues hay pocos remedios directos y, en la mayoría de las ocasiones, se dirige a evitar las complicaciones o que se repitan nuevos episodios. Estas enfermedades aunque sean locales, en cerca del 75% de los casos son el reflejo de una enfermedad arterial generalizada en todo el cuerpo llamada arterioesclerosis.

Hasta ahora, se creía que el pronóstico de los infartos cerebrales pequeños y los accidentes cerebrales transitorios —conocidos como AIT— tenían mas riesgo de durante los 5 años siguientes al episodio, pero que después de trascurrido ese tiempo, se igualaba a la población normal. Las dos enfermedades que hemos referido son cuadros clínicos que cursan con pérdidas de fuerza, equilibrio, sensibilidad etc., provocadas por una obstrucción arterial. Sus secuelas son mínimas o desaparecen en los primeros días.

Investigadores holandeses, desarrollaron un estudio de seguimiento de 2.447 pacientes durante 10 años, después de haber sufrido uno de estos episodios, infarto cerebral leve o accidente isquémico transitorio. El objetivo de este estudio, era confirmar o desmentir la creencia clásica de mejoría del pronóstico a partir de los 5 años del episodio. A los 10 años, 1.489 pacientes habían fallecido, y 1.336 padecieron al menos un episodio de índole vascular. Hasta el tercer año, se apreciaba una discreta disminución de muerte y accidentes vasculares, pero ya en el tercer año, se notaba un empeoramiento progresivo, que continuaba en el décimo año.

Factores de riesgo asociados

El riesgo anual de muerte se estableció en un 5’7%. Los principales factores de riesgo asociados a ese incremento de la mortalidad se ha relacionado con la edad superior a 65 años, diabetes mellitus, claudicación en las piernas (dolor al caminar originado por una estrechez arterial), haber sufrido operaciones de cirugía arterial o presencia de ondas Q en el electrocardiograma, reflejo de un infarto cardiaco previo.

Las conclusiones de este artículo no deben servir para atemorizar a quienes han sufrido uno de estos episodios vasculares, si no para concienciar a paciente y médicos de la conveniencia de ser tremendamente agresivos con el control de los factores de riesgo como hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia o abandono del tabaco.

Añadir fármacos profilácticos de propiedades antiagregantes, o anticoagulantes si es menester, es otra de las medidas a tener en cuenta. Actualmente la Sociedad Española de Neurología, entidad científica que entre otras tareas recoge las inquietudes asistenciales de los neurólogos, ha elaborado un documento instando a la administración a mejorar los cauces y presteza de atención especializada a pacientes con enfermedades neurovasculares, con el objetivo, ya demostrado, de mejorar el pronóstico funcional y vital de los pacientes.