WASHINGTON (EFE).- El sentido del olfato de los recién nacidos se desarrolla como resultado de la exposición a sus primeras experiencia olfatorias, y esto se encuentra en estrecha relación con el vínculo que establece con su madre, que pone en marcha los complejos mecanismos de maduración de los circuitos cerebrales olfatorios.
Según un artículo que aparece hoy en Neuron, para los mamíferos recién nacidos, incluidos los humanos, el hecho de identificar a la madre a través del olor es fundamental para el desarrollo, pero hasta ahora los investigadores no habían determinado cómo se ponía en marcha este proceso de identificación.
Los científicos Kevin Franks y Jeffrey Isaacson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, señalan en el artículo que se publica hoy en la mencionada revista que el proceso se desarrolla básicamente de la misma forma en que el sistema visual del recién nacido aprende a reconocer el entorno.
En sus experimentos con cerebros de ratas, los científicos identificaron dos receptores -llamados AMPA y NMDA- como los componentes clave del circuito olfatorio en que se basa esa adaptación.
Estos receptores son proteínas "incrustadas" en los puntos de recepción de las neuronas y se activan a través de señales químicas, en este caso el neurotransmisor glutamato. Las alteraciones en los números relativos de tales receptores "sintonizan" o ponen a punto a las neuronas para que sean más o menos susceptibles de ser disparadas por los neurotransmisores.
De esa forma, los cambios en las redes de neuronas establecen las sendas neurales que luego constituyen el aprendizaje. Los investigadores determinaron en los tejidos de cerebros de ratas que, a medida que los roedores envejecían, la fracción de receptores NMDA tendía a disminuir en una región del cerebro que procesa el olfato llamada tramo olfatorio lateral.
Esta reducción tiende a activar las conexiones entre las neuronas de esa región. Para avanzar en su investigación, Franks e Isaacson taparon un orificio de la nariz de las ratas recién nacidas, con lo cual privaron a un lado del cerebro del mensaje olfatorio. De esta manera pudieron comparar, en el cerebro del mismo animal, los cambios en el desarrollo olfatorio, con y sin mensaje de los sentidos.
Los investigadores hallaron, al cabo de pocas semanas después del nacimiento, que el lado privado de proceso olfatorio en los cerebros de los animales mostraba una disminución de la actividad del receptor NMDA comparado con el lado que sí recibía sensaciones. Esta reducción relativa de la actividad del receptor NMDA en un lado del cerebro hizo que las neuronas se tornaran más activas, dado que los receptores AMPA hacen que las células nerviosas sean más funcionales y menos "silenciosas".
Los investigadores encontraron pruebas de que los cambios en las neuronas olfatorias durante este período tienden a hacer que la experiencia olfatoria temprana de los animales sea más importante, lo cual reduce el significado de los olores que se experimentan más adelante.