Las características que más valoran los profesionales en la implantación de un stent son su eficacia y seguridad. En los liberadores de fármacos estas propiedades se traducen en una reducción de la reestenosis cercana al 5 por ciento, así como el descenso de los eventos cardiacos adversos y la revascularización, entre otros. Resultados como estos han provocado que algunos especialistas se atrevan ya a decir que los liberadores de fármacos están entre los progresos más importantes de la hemodinámica en la última década. Su análisis y perspectivas de futuro se han convertido en temas centrales de diversas sesiones del EuroPCR, celebrado en París entre el 24 y el 27 de mayo.
Martín B. Leon, presidente de la Fundación de Investigación Cardiovascular de la Universidad de Columbia, en Nueva York, ha coordinado una de estas reuniones donde se han presentado en Europa los resultados de un análisis sobre el Endeavor II. El trabajo se ha desarrollado como un estudio aleatorizado y doble ciego con 1.197 pacientes de 72 centros en 17 países. Los datos que se desprenden del angiograma de control muestran que este liberador de fármacos en comparación con un stent metálico logra reducir la reestenosis hasta en un 71 por ciento. El sistema, desarrollado por Medtronic, libera un análago de la rapamicina -de la familia de los limus-, el ABT-578, que bloquea la función de la proteína mTOR y evita el proceso de división celular. El fármaco llega directamente a la pared arterial a través de un polímero de fosforilcolina que recubre el dispositivo.
Según las conclusiones del ensayo, “a los 9 meses de la implantación de Endeavor II, el 95 por ciento de los pacientes no necesitó ni tratamiento extra, ni revascularización”. Asimismo, los resultados revelaron una tasa de 0.5 por ciento de trombosis a los 30 días. Pasado este período no se detectaron ni episodios trombóticos ni mala posición del stent: “En las terapias hay que tener siempre en cuenta que no se comprometa la seguridad de los pacientes a largo plazo. Los resultados obtenidos por el Endeavor II están entre los mejores conseguidos hasta la fecha en estos mecanismos”, ha afirmado Leon.
El experto de la Universidad de Columbia es el responsable de los análisis que se están realizando para valorar la eficacia de Endeavor III y IV: “Estos liberadores de fármacos pertenecen a la llamada segunda generación de stents activos. Las principales diferencias con los primeros están en su diseño y la mayor biocompatibilidad de sus componentes”. Los nuevos modelos pretenden, entre otras cosas, mejorar la accesibilidad a zonas complicadas del árbol coronario: “Existen zonas tortuosas que resultan difíciles de alcanzar. Lo que vamos a ver en los diseños futuros es que serán más flexibles y esto facilitará su colocación”.
Otro de los objetivos que se persigue es aumentar la compatibilidad para reducir el riesgo de eventos adversos: “Se están investigando nuevos materiales más biológicos tanto para el stent como para su vehículo, los dispositivos que utilizamos en la implantación. El propósito es que el organismo reaccione mejor ante sustancias más biocompatibles reduciendo las inflamaciones y, por tanto, el riesgo de trombosis”.
Los efectos del fármaco en los pacientes diabéticos, un grupo más susceptible de sufrir reestenosis, han sido expuestos en la misma sesión por Ian Meredith, del Centro Médico Monash, en Melbourne, Australia. A partir de las cifras obtenidas en el estudio AusDiab con pacientes australianos, se pudo concluir que la reducción en la tasa de revascularización alcanzaba en este subgrupo el 7.6 por ciento.
Por otro lado, Aloke V. Finn, del Hospital General de Massachussets, en Boston, ha mostrado un análisis sobre la superposición de stent: “Esta técnica puede estar recomendada como solución en lesiones difusas y disecciones, entre otras”. Durante su intervención Finn ha presentado los datos obtenidos en una comparación de Taxus versus Cypher. Entre las primeras comprobaciones se ha observado que ambos dispositivos mostraron endotelización posterior en los lugares de solapamiento en comparación con los stent metálicos simples. En el análisis pormenorizado de los dos liberadores de fármacos el investigador ha subrayado que “en segmentos con stents combinados, Taxus induce mayor depósito de fibrina, pérdida de la capa media, infiltrado heterófilico/eosinofílico y engrosamiento neointinal más tardío que Cypher”. Las características de la respuesta inflamatoria valoradas en ambos stent parecen estar inducidas por el polímero usado en cada uno. “En este ensayo hemos comprobado también que en la superposición de dispositivos activos el índice terapéutico del paclitaxel es más reducido que el de sirolimus”.
En sus conclusiones el experto ha anunciado que “los futuros DES deberán equilibrar el beneficio del reducido late loss con el riesgo de endotelización retardada y trombosis tardía”.
Además de los stent activos, Leon ha comentado a JANO otros programas de investigación que se están desarrollando en la Universidad de Columbia para conseguir técnicas de tratamiento del daño cardiovascular isquémico menos invasivas: “En términos generales trabajamos para lograr protocolos no quirúrgicos que sean seguros, predecibles y viables desde el punto de vista de resultados a largo plazo”. Entre los proyectos en desarrollo ha destacado los dedicados a la implantación de células madre que regeneren los daños en el corazón, así como los trabajos que investigan la insuficiencia cardiaca “con la intención, entre otras cosas, de reducir la magnitud de los ataques”.
La institución neoyorquina promueve también intervenciones de prevención de las lesiones cardiovasculares y favorece el estudio en ciertos subgrupos de pacientes: “actualmente investigamos las cardiopatías en mujeres de países desarrollados -colectivo en que estas dolencias constituyen la primera causa de mortalidad en mayores de 40 años-, y en individuos que además de daño isquémico presentan algún tipo de defecto estructural en el músculo cardiaco”. Estas iniciativas se completan con la creación de una base de datos que observa los efectos a largo plazo de los distintos tratamientos. “En definitiva, se trata de extender los resultados de las terapias más innovadoras con seguridad para que sean aplicables al máximo número de enfermos posible”, ha concluido Leon.
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