Alerta entre los especialistas

La anorexia comienza a afectar a chicos cada vez más chicos

Antes empezaban los trastornos a los 12 o 13 años; ahora hay casos a los 9 años

Drogas, alcohol y anorexia son tres de los problemas graves que marcan a las nuevas generaciones. Los tres son producto de múltiples factores que involucran las relaciones familiares y sociales y los mandatos culturales. Y la baja en la edad de inicio no sólo comprende el consumo de drogas y de alcohol, sino que ahora los especialistas en trastornos de la alimentación notan, con preocupación, que los síntomas de anorexia se ven en chicos cada vez más chicos.

Si lo común era empezar a detectarlos a partir de los 12 o 13 años, ahora se están encontrando casos a los 9 o 10 años, dijo Mabel Bello, asesora médica de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), quien también alertó que si bien estos trastornos siempre estuvieron asociados a las adolescentes, la relación hombre-mujer está cambiando.

Aluba calcula que uno de cada diez adolescentes sufre algún tipo de trastorno alimentario. Hace años los varones representaban el 5 % del total de los casos y hoy alcanzan el 15 por ciento. Muchos de ellos se volcaron hacia una nueva manifestación de la enfermedad, en la que también está presente la distorsión de la propia imagen, a la que denominan vigorexia. Son chicos que, en lugar de verse gordos, se ven flacos, de aspecto débil. Y por más que se pasen el día entero en el gimnasio para sacar músculos, y recurran a anabólicos, jamás están conformes con su cuerpo. "Pueden estar enormes, pero se siguen viendo chiquitos; al contrario de lo que ocurre con la anorexia, en la que se ven gordas aunque estén flaquísimas. Buscan en los músculos una sensación de fortaleza que no logran porque tiene una autoestima muy baja y una gran inseguridad", explicó Mariana Davidovich, psicóloga del Centro Dos.

¿A qué se debe que un chico de 9 años desarrolle una patología como la anorexia? Humberto Persano, médico psiquiatra, jefe del Servicio de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Borda y de la Red Intrahospitalaria del gobierno porteño, dijo que están apareciendo varios casos que ven en los hospitales pediátricos como el Ricardo Gutiérrez y el Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna) y que tienen, fundamentalmente, dos vertientes.

"Por un lado, hay casos en que los chicos se identifican con algún familiar que padece el trastorno -ya sea una madre, tío o prima- y lo copian. Por el otro, y son los casos más graves, vemos que se trata de situaciones de maltrato y abuso sexual, en la que las nenas desarrollan una conducta de rechazo a cualquier cosa que pueda ingresar al organismo", dijo Persano.

Es que todos estos trastornos -destacó Davidovich- son formas que los chicos adoptan para expresar un conflicto: "Puede haber una historia familiar complicada, un problema para relacionarse con los pares, una depresión, una necesidad de sentirse valorado, una autoestima muy baja y una gran inseguridad. Todo esto no necesariamente se manifiesta en una anorexia o una bulimia, puede ser que esto lleve a un chico al alcoholismo, a las drogas u a otro tipo de manifestación".

En una cultura en que la imagen es todo, es lógico que muchos adolescentes -mujeres, en especial- caigan en este tipo de patologías.

La relación familiar

Si bien cada caso es particular, Persano y Davidovich coinciden en que hay ciertas características que se ven en muchas de las familias de chicos con problemas de anorexia. "En general, son familias muy cerradas, con madres dominantes y padres ausentes, o en los que su rol está desdibujado -explicó Persano-. El eje de la familia pasa por la madre, que no da un sostén emocional a sus hijos y los somete a sus mandatos. El no comer es una forma defensiva del chico frente a la intrusión."

Davidovich cree que uno de los principales problemas se da cuando los roles están invertidos y las madres, en lugar de ser ellas las que apoyen y contengan a sus hijos, buscan en ellos apoyo y contención. Distinto es el caso de las pacientes con bulimia, en las que, según Persano, se asocian otras situaciones familiares y se acompañan con depresión, temor a ser abandonadas, cambios bruscos de estado de ánimo y conductas compulsivas.

En no pocos casos comienzan con una anorexia y con el tiempo se da un paso hacia la bulimia. A esto se suman los mandatos culturales que hoy le dan a la delgadez valores asociados al éxito, según Bello. Hoy el lema es "inclusión o exclusión" y los chicos pugnan por sentirse socialmente incluidos, reconocidos o aceptados a partir de un ideal estético signado por un cuerpo flaco.

Rosina Crispo, psicóloga y directora de la fundación La Casita, cree que muchas de estas conductas están fomentadas por los adultos y los medios, y que hay un trastorno en la comunicación y la relación familiar, asociado a la falta de contención.

"Hay mamás que ellas mismas no han resuelto su problema con su cuerpo y son obsesivas con sus hijas, para que no engorden -dijo Crispo-. En general, son gente muy rígida, con chicos muy perfeccionistas, con ideales difíciles de alcanzar y que sufren una gran angustia porque no pueden lograr lo que se proponen."

La autoagresión y el castigo son, según los especialistas, características de estas patologías. "A veces se confunden con intentos de suicidio, pero no lo son realmente. Los cortes en los brazos o las conductas en las que ponen en riesgo su vida, por ejemplo, tienen más que ver con un castigo, con la frustración de no lograr lo que se proponen, aunque puedan llegar a morir en ello." Más allá de estos actos puntuales, todos coinciden en que la anorexia y la bulimia son "suicidios lentos". "Y en el caso de la bulimia, no tan lento -advirtió Davidovich-, porque la pérdida de potasio, como producto de los vómitos, puede producir un infarto".

La colaboración de la familia en el tratamiento de la enfermedad es clave. Sin la familia, consideró Rosina Crispo, el paciente no se puede curar: "Es su red más próxima y la red de contención más importante que tiene".

Por Marta García Terán
De la Redacción de LA NACION

Tallas para todas las figuras

LA PLATA.- Debieron transcurrir más de cuatro años para que el gobierno bonaerense reglamentara y promulgara recientemente la ley 12.665, que establece la obligación para los comercios de indumentaria de la provincia de Buenos Aires de ofrecer "todos los talles correspondientes a las medidas antropométricas de la mujer adolescente". Las medidas citadas en la norma son las fijadas por las normas IRAM, por lo que los negocios no solamente deberán disponer de prendas de vestir correspondientes a talles grandes, sino que también deberán corregir la marcación actual de las tallas (S, M, L y XL) y ponerle números.

Adonde recurrir

Red Intrahospitalaria de Trastornos de Conducta Alimentaria. Teléfonos: 4861-6891/4304-2305, int. 308
Centro Dos. 4961-2197/4863-4025
Aluba. 4306-0033. 0800-222-ALUBA
Fundación La Casita. 4787-5432