Un grave problema social

El terror casero

La UMSA realiza la jornada “La violencia familiar va a la escuela”, donde muestra la estrecha relación entre ambos males sociales. Acá un adelanto de las cifras y la opinión de las especialistas.

De qué se habla cuando se menciona el tema, muchas veces tabú, de la violencia familiar?
Mejor que lo defina Adolescentes por la Vida, una asociación civil apoyada por la Unesco y la Secretaría de Educación porteña. La institución dice que “la violencia en la familia no es igual a la que se presenta en la calle ni entre personas desconocidas. Ocurre en donde debería ser el lugar más seguro: nuestra propia casa. Esta violencia se ha convertido en un problema social”.
Para conocer un poco más de este mal, el Posgrado de Especialización en Violencia Familiar de la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA), organiza la Jornada “La violencia familiar va a la escuela”. La cita es a partir de las 17 en la sede de la institución, avenida Corrientes 1723, con entrada libre y gratuita. Para la U, la directora del posgrado y su coordinadota, Elisa Arias y Patricia Blanco respectivamente, adelantan los números y los conocimientos que revelarán en el evento.
En principio hay que decir que, según datos oficiales del Centro de Informática Judicial dependiente del Poder Judicial de la Nación, en el período comprendido entre 1995 y 2005, diez años exactos, las denuncias por violencia familiar en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires se han triplicado con “generosidad”.

Mucho se habla de la “visibilización de la violencia”, es decir que la violencia no creció sino que se tornó visible, salió a la luz. Es cierto. Pero también es cierto que ningún proceso de visibilización es eterno. Para Elsa Arias, es “a partir del año 2000 que comienza claramente un período de expansión y escalada de violencia, no sólo en cantidad sino también en la gravedad de los hechos que la provocan”.
Por su parte, Patricia Blanco asegura que “la multiplicidad de factores que concurren entrecruzadamente para dar origen al acto violento dificulta dar una única razón suficientemente clara y contundente respuesta. Esta característica multicausal de la violencia es el mayor obstáculo para su comprensión”.
La situación social aporta lo suyo, ya que tal como explica Arias “las nuevas variables de las crisis familiares, difíciles modelos comunicacionales, y efectos devastadores de las turbulencias macro y micro-económicas han aparecido en escena, estallando en las puertas o adentro de los establecimientos escolares”.
Lo que no es variable es que el 76 por ciento de las víctimas son mujeres, el 16 por ciento son niños y el resto (8 por ciento) corresponde a otros sectores de la población (varones, ancianos, discapacitados, otros).

Pero esto no es todo, las causas sobre protección de personas que son las que reflejan el maltrato más grave, pues provienen de denuncias de hospitales, escuelas, Policía Federal, Defensorías de Menores e Incapaces, vecinos y ciudadanos en general que toman conocimiento de hechos que ponen en riesgo a menores, “se han mantenido relativamente estables en los últimos diez años, aunque se aprecia un pico ascendente significativo en 1998 y 1999 y más recientemente en 2003 y 2004”, dicen las especialistas.
De esta manera, cruzando las variables de las denuncias por violencia familiar y las protecciones de personas, las cifras cambian significativamente. En efecto sobre un universo de 35.605 causas, las víctimas menores de 21 años representan el 44 por ciento. El porcentaje restante entre los mayores señala que las mujeres se llevan el 50 por ciento y otros, el 6 por ciento (varones, ancianos, discapacitados, otros).
Profundizando un poco en la cuestión: “Dentro del 50 por ciento que afecta a mujeres, hay que considerar que la gran mayoría de denunciantes son mujeres madres de hijos menores (el 92 por ciento), y es precisamente esta condición de madres la que las empuja a buscar solución al problema, por lo que cabe concluir que dentro de este 50 por ciento hay un significativo número de hijos ‘testigos de violencia’, categoría ésta que corresponde a uno de los tipos de maltrato emocional pero que no suele generar denuncias autónomas”, señaló Patricia Blanco.
La coordinadora también advirtió que la violencia escolar viene de la mano de la familiar y la comunicación entre ellas es bidireccional. O sea, “no todos los niños que padecen situaciones de violencia en sus hogares la trasladarán a la escuela, muchos de ellos seguirán retraídos, con problemas de aprendizajes, apáticos y antisociales. Pero seguramente, aquel que tenga comportamientos violentos en la escuela padecerá alguna severa disfunción en el seno familiar”.
¿Cómo prevenir el problema? Parece la pregunta del millón. Blanco dijo que “la búsqueda de alternativas para ayudar a los niños a aprender conductas no violentas requiere de un profundo análisis de las prácticas institucionales, las políticas públicas, y los programas de los medios que perpetúan actitudes, imágenes y conductas repetitivas de violencia, que reflejan la cruda realidad pero a la vez resultan inconvenientes a la hora de ejemplificar y prevenir”.

Violencia infantil, abordada desde la prensa

Violencia y educación son los temas sobre los que más escriben los diarios argentinos cuando abordan cuestiones relacionadas con la infancia y la adolescencia, según un estudio que se presentó ayer
Las notas gráficas que relatan episodios violentos –tengan a los niños como agentes o receptores de las agresiones– y desarrollan temas vinculados cib la educación, absorben el 44,6 por ciento de los artículos que se publican sobre menores de edad.
La información se desprende de un relevo hecho en 2004 por el área de infancia de Periodismo Social, una organización que entre otras cosas asesora a periodistas y monitorea medios de comunicación masiva.
El estudio, Niñez y Adolescencia en la Prensa Argentina, se hizo sobre unos 22.905 textos periodísticos publicados en diez diarios de circulación nacional y provincial, entre marzo y diciembre del año pasado, y clasificados por los técnicos en forma temática.
"Contra la sensación a veces predominante que le atribuye a niños y adolescentes una responsabilidad que no tienen en actos violentos, los hechos que más ocuparon los diarios de 2004 fueron los que tuvieron a los niños como víctimas de situaciones de violencia", destaca el informe.
La clasificación "Violencia- Víctima" incluyó casos de abuso y explotación sexual y, en total, abarca el 65,6 por ciento del total de notas de violencia, esto es cinco veces más que aquellos episodios en los que los niños fueron agentes de la agresión, que representan el 12,6 por ciento.
En cuanto a las notas sobre educación, la investigación de Periodismo Social destaca que "el nivel medio mereció más atención (14,5 por ciento), seguido del primario (6,7)".
"Lo que inquieta es que la educación inicial haya tenido tan pocas inserciones, (1,7 por ciento)", agrega y advierte que el dato llama la atención si se tiene en cuenta que el 50 por ciento de los menores de 5 años no asiste al preescolar.
Asociados a la Red ANDI, una organización brasileña pionera en el monitoreo y análisis de medios sobre cuestiones de infancia, el equipo de Periodsimo Social identificó entre los temas más relegados en la cobertura gráfica la mortalidad infantil, el trabajo y situación de calle.
"Esta misma tendencia se ha comprobado en los demás países de la Red ANDI Latinoamerica", destacaron.

A la orden del día

Ayer se dio a conocer un claro hecho de violencia escolar, que remarca la necesidad de buscar una solución al problema. Dos grupos de alumnos de octavo y noveno año de una escuela de Rosario se enfrentaron con armas blancas tras una clase de educación física.
Precisamente fue una discusión entre alumnos de Newells y de Rosario Central que derivó en una agresión con trinchetas y cuchillos entre dos alumnos y luego involucró a otros contendientes.