MAR DEL PLATA.- Si el hombre que está junto a usted de pronto se ha vuelto hipersensible, fácilmente irritable o el mínimo problema doméstico dispara su necesidad de discutir, mantenga la calma y considere sugerirle la visita a un endocrinólogo. Puede estar padeciendo de lo que desde 2004 se conoce como Síndrome del Hombre Irritable (SIM) o Gruñón y que puede estar ocultando una patología más grave: la depresión.
"En realidad, el SIM que se describe ahora es algo que desde hace mucho tiempo se observaba en el hombre alrededor de los 40 o 50 años: disminución de energía y vitalidad, especialmente sexual, menos ganas de vivir y cambios en el humor. Este cuadro puede estar dado por distintos factores: uno de ellos es la reducción del nivel de testosterona asociada con la edad", explicó el doctor Gastón Rey Valzacchi, jefe de la Sección Andrología del Hospital Italiano, que participa del XXI Congreso Argentino de Psiquiatría
que finalizará mañana en esta ciudad.
Se estima que la disminución normal de testosterona a partir de los 40 años es de un 1,5% anual. Sin embargo, cuando esa disminución es mucho más rápida, aparece la andropausia o menopausia masculina.
"El 25% de los hombres de más de 50 años tiene déficit de testosterona, lo que se incrementan con la edad. Y cuando falta esa hormona, tanto en los jóvenes como en los adultos, aumenta la frecuencia de los síndromes depresivos crónicos", dijo el doctor Pablo Knolovits, andrólogo del Servicio de Endocrinología del Hospital Italiano.
Se estima que la prevalencia de bajos niveles de testosterona varía cada 20 años. Así, entre los 20 y los 40, es del 1%, de los 40 a los 60 sube al 7%, a partir de los 60 llega al 25% y asciende al 35% en los mayores de 80.
Entre los síntomas más fáciles de reconocer está la disminución del deseo sexual, disfunción eréctil, alteraciones en el estado de ánimo, fatiga, somnolencia, desconcentración y reducción de la capacidad intelectual, ansiedad y depresión. Los cambios físicos incluyen pérdida de vello corporal, reducción de la masa y la fuerza muscular, aumento de la grasa abdominal y disminución de la densidad ósea.
Un estudio en 750 pacientes con niveles normales y bajos de testosterona, cuyos resultados publicó la revista Journal of Clinical Psichiatry, demostró que el 18% de los pacientes con un bajo nivel de testosterona para la edad sufrieron depresión dentro de los dos años de la medición. Entre los pacientes con un nivel hormonal normal, ello ocurrió en un 8% menos de casos.
"Esto demuestra que la testosterona puede ser un predictor de depresión en el paciente -opinó Knolovits-. Claro que hay que analizar que no existan otros problemas que afecten la producción hormonal, como tumores en la hipófisis o las apneas del sueño."
Una de las condiciones previas a que el especialista pueda proporcionarle al paciente una solución farmacológica para compensar ese déficit hormonal es estudiar en los mayores de 40 años la salud de la próstata, ya que uno de los riesgos de esas terapias es que si el paciente tiene cáncer de próstata aumente el tamaño del tumor.
"El peligro de los productos que suministran testosterona es que están reemplazando una hormona que, al agregarla, inhibe directamente la secreción normal. Por eso, el uso de estos fármacos sólo está indicado en aquellas personas en las que está certificada clínicamente la disminución del nivel hormonal y no para mejorar el rendimiento del paciente", dijo el doctor Luis María Zieher, presidente del Comité Independiente de Etica para Ensayos en Farmacología Clínica de la Fundación Estudios Farmacológicos y Medicamentos.
A diferencia de otros especialistas, el doctor Zieher no considera que la depresión pueda atribuirse a la falta de testosterona. "Es muy posible que acompañe a la incubación de un cuadro depresivo, pero son las situaciones de conflicto las que le generaron ese estado al paciente."
A medida que el hombre comienza a envejecer, afirma, comienza a vivir en un entorno cada vez más desfavorable para su realización en cada etapa de la vida. "Junto con la declinación en las funciones nerviosas, llegan síndromes de estado de ánimo disminuido. La pérdida del interés sexual es también una característica de las sociedades modernas y hasta se ve en los jóvenes: acompaña a las sociedades excesivamente competitivas, donde el hombre y la mujer tienden más a tratar de perjudicarse mutuamente o a ganar en una competencia en la que desapareció el rol femenino y masculino."
El resultado, para el investigador, es estrés y alteraciones que llevan a cuadros depresivos. "Hoy en día, el hombre tiene que rendir examen a diario y, quizás, estas medicinas buscan más hacer salirlo de una posición de dominado que a corregir patologías."
Depresión dolorosa
Además de la irritabilidad, como máscara de la depresión, ésta puede presentarse con fuertes dolores en todo el cuerpo, como los lumbares, los cervicales y las cefaleas. Se estima que el 30% de las personas con depresión tienen síntomas somáticos, es decir, manifestaciones físicas y que pueden transcurrir hasta cinco años para que la persona consulte a un médico.
Un estudio para determinar la prevalencia en América latina del dolor en los pacientes con depresión, cuyos resultados se publicarán en la edición de mayo de la revista Journal of Affective Disorders, demostró que en la Argentina el 90% de los pacientes tienen síntomas emocionales y físicos.
"En el mundo occidental, la presencia de síntomas somáticos es cada vez más creciente y, en una alta proporción de casos, la depresión de hipocondriza; cada vez más encontramos a un paciente depresivo que no se manifiesta triste, sino enfermo. El esfuerzo adaptativo a las exigencias de la vida cotidiana suma riesgos a personas vulnerables y el derrumbe depresivo es cada día más frecuente", señaló el doctor Carlos Soria, presidente de la Asociación Argentina de Psicofarmacología, durante un simposio sobre el dolor que causa la depresión.