Un programa de OMS

Investigan los efectos sobre la salud y el medio ambiente del DDT residual tras su uso para controlar la malaria

El programa de la OMS Roll Back Malaria (RBM), que tiene como objetivo reducir a la mitad su prevalencia e incidencia en el mundo en el año 2010, está suscitando un renovado interés de la comunidad científica por los distintos aspectos relacionados con el control, prevención y tratamiento de la malaria.

El RBA se basa en, entre otras medidas, asegurar el acceso precoz a los tratamientos disponibles, la especial prevención y el control de la malaria en las mujeres embarazadas, el uso de mosquiteras impregnadas y un sistema más efectivo de vigilancia epidemiológica.

El objetivo principal de estas medidas es minimizar el riesgo de infección al que se enfrenta un 40% de la población mundial, evitando el uso de insecticidas altamente persistentes como el DDT, utilizado durante decenios como principal herramienta para luchar contra el Anopheles, y hoy descartado en muchos países del mundo por sus riesgos para el medio ambiente y la salud humana. El modelo propuesto por la OMS cuenta con precedentes como el de México, que en 1996 puso en marcha una serie de acciones para reducir en un 80% el uso del DDT en 2002, objetivo que superó al eliminar totalmente su uso en 2000.

El programa denominado “Tratamiento focalizado”, desarrollado por las autoridades sanitarias mexicanas, se basa en un modelo que involucra a la comunidad en el control del paludismo con medidas como la eliminación de criaderos de los mosquitos anófeles; mejora de las condiciones higiénicas; fomento del autocuidado y tratamiento de los enfermos o el reforzamiento de la vigilancia epidemiológica.

Con esta intervención, México ha conseguido controlar esta enfermedad en su territorio. Un ejemplo, es el Estado de Oaxaca, al Sureste del país, donde se logró reducir los casos de malaria de 17.855 a 284 en tres años, la cifra más baja en esta zona, poniendo en entredicho el paradigma que durante más de 40 años potenció el DDT como herramienta estratégica mundial para controlar esta enfermedad, a la vez que ha abierto nuevas vías para su erradicación o reducción en otras zonas del mundo como América Central.

El cambio fue posible porque se pasó de un enfoque vertical del control de la malaria a un modelo holístico con baja utilización de insecticidas bajo una perspectiva ecosistémica, comenta José Manuel Galindo, biólogo comisionado por la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA) para coordinar una serie de estudios sobre los efectos del DDT residual en las poblaciones humanas y el medio ambiente en cuatro comunidades del Sureste de México, donde el paludismo ha sido endémico durante muchos años.

La CCA es una organización surgida en 1994 de forma paralela al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) entre Canadá, Estados Unidos y México, que se ocupa, entre otros objetivos, de la prevención de los posibles conflictos ambientales que se puedan derivar de las relaciones comerciales entre los tres países y promover la aplicación de la normativa ambiental común y la cooperación entre los estados.

Los estudios relativos a la salud humana están siendo realizados por un grupo de investigadores del Laboratorio de Toxicología Ambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), mientras que los efectos en la biota y el medio ambiente están siendo realizados por otro grupo de expertos, ambos con el apoyo de la CCA.

El enfoque desde la perspectiva de la salud humana toma como modelo de estudio la población infantil y las mujeres lactantes de las comunidades seleccionadas. “Tratamos de aclarar el efecto del DDT y sus metabolitos sobre el sistema inmune y la mayor predisposición a contraer enfermedades infecciosas de la población infantil; por ello nuestro trabajo parte de la recogida de muestras de sangre en los niños”, comenta Iván Nelinho, farmacobiólogo e integrante del grupo que se ocupa de la dimensión humana de la investigación.

“Además, se han encontrado niveles más altos de este insecticida en la población infantil que en la adulta. Esto se explica en parte porque en estos lugares con altas temperaturas los niños buscan lugares frescos para refugiarse, siendo el suelo de las viviendas, que es normalmente de tierra, un refugio para ellos ideal, pero también el lugar donde se deposita y concentra el DDT”, explica Nelinho. También se están valorando los posibles inconvenientes o riesgos de que en el ambiente se mantengan tanto el DDT residual como los nuevos insecticidas (piretroides).

Por otra parte, el proyecto comprende también la medición de esta sustancia en el medio ambiente. Peces, aves, sedimentos depositados en los ríos y lagunas cercanas a las comunidades están siendo analizados para comparar sus niveles de DDT. En casi todas las muestras se observa que los peces de las lagunas y ríos cercanos a las poblaciones, que en muchos casos constituyen un alimento importante para los habitantes de estas comunidades, están afectados. También en las aves se hallan concentraciones de DDT.

“En las comunidades estudiadas, la presencia del insecticida en los sedimentos es elevada respecto a las normas internacionales”, aclara Jesús Mejía Saavedra, profesor investigador de la UASLP. “Las condiciones climáticas caracterizadas por las altas temperaturas fomentan la movilidad del DDT que está migrando a zonas del Norte del Hemisferio, como lo prueba el hecho de que se haya encontrado el insecticida en zonas donde nunca se utilizó”, enfatiza el biólogo Galindo Jaramillo.

En 2004, el grupo de trabajo de estos estudios recorrió más de 5.000 kilómetros por carretera para realizar el trabajo de campo por el Sureste de México. Gracias al apoyo de la Secretaría de Salud, en las comunidades estudiadas se promovieron charlas para informar sobre los resultados preliminares de la investigación desde un enfoque que trata de incidir directamente en la búsqueda de soluciones de aplicación inmediata para resolver los distintos problemas de la población relacionados con la malaria. El grupo se convierte así en promotor de salud al interaccionar con las familias y recomendar la adopción de medidas higiénico-sanitarias, impulsadas por las autoridades sanitarias, para proteger a la población infantil, la más vulnerable.

La investigación sobre la población, además del análisis de sangre, se complementa con una encuesta nutricional que espera hallar una respuesta a la constatación de que algunos niños presentan menores niveles de apoptosis que otros, a pesar de tener niveles más altos de DDT. “Nuestra hipótesis es que su tipo de alimentación les está protegiendo y quizá podríamos concluir algún tipo de recomendación que les proteja de los efectos nocivos” comenta Iván Nelinho.

Mientras los consejos y la educación inciden en la conciencia de la gente, se espera en un futuro próximo ver una disminución del DDT en la población y las especies animales, que será indicativa de que hay una reducción del DDT en el ambiente. El biólogo Galindo Jaramillo señala que es posible que los estudios en especies silvestres indicadoras pudieran ampliarse a lo largo de la costa del Pacífico mexicano, donde el uso de este insecticida fue utilizado masivamente durante décadas. En última instancia, se trata de profundizar en las repercusiones en la salud que pueda tener el uso histórico de este insecticida.

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