¿Es preferible la cándida juventud de los 30 o la madurez establecida de los 40? Aunque, todo haría suponer que más de uno se quedaría con la primer opción, en el mundo de los científicos parece que siempre es preferible la edad... Al menos, a esa conclusión llegó Brad Wray, especialista de la State University of New York (SUNY), cuando afirmó que los científicos de entre 36 y 46 años son más productivos que los “jovencitos” de 35. Como era de esperar, no todos sus colegas estuvieron de acuerdo con su opinión.
“Esta hipótesis no tiene ninguna relación con la declinación o aumento del rendimiento en un dominio cognitivo en las edades mencionadas sino con el hecho de que los científicos mayores de 36 tienen más poder para conseguir apoyo financiero, tecnológico y ayuda de colaboradores”, dijo contundente Facundo Manes, jefe de la sección Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría del Instituto de Investigaciones Neurológicas Raúl Carrea FLENI.
Dejando de lado los “detalles” relacionados al financiamiento y, sobre todo, la teoría -muy difundida entre biólogos- que asegura que la decadencia empieza a los 25 años, Wray no dudó publicar sus polémicas conclusiones en la revista The Scientist. “A pesar de que uno puede recordar fácilmente los nombres de varios científicos que hicieron grandes aportes en la juventud, hubo muchos otros que lograron sus más importantes contribuciones más tarde en la vida”, dijo el especialista y no se cansó de dar ejemplos: Galileo tenía 52 cuando descubrió que el peso y la velocidad de caída son independientes; Roentgen descubrió los rayos X a los 50 y Pasteur hizo importantes trabajos en bacteriología entre los 55 y 58...
“El cerebro se deteriora a partir de los 25 o 30 años, pero recién se observa una atrofia en la masa cerebral a partir de los 60. Normalmente se ve afectada la memoria y lo primero que se olvida son los nombres propios y los sustantivos”, aseguró Juan Ipar, miembro de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires (PPBA) De este modo, el psiquiatra llegó a la misma conclusión que Manes cuando el neurólogo explicó que “a partir de la tercera década, empieza una decadencia. Pero la edad no significa nada porque, hasta los 60, todo se compensa”.
Ahora bien, está claro que, aunque vienen de mundillos bastante diferentes, los dos profesionales argentinos coincidieron en centrarse en la memoria a la hora de buscar síntomas de ese deterioro que parece haber olvidado Wray. Pero, ¿es cierto que en todas las personas falla la capacidad de recordar a medida que envejecen? Como era de esperar, hay opiniones para todos los gustos. De acuerdo a las investigaciones del National Institute on Aging (NIA) -que depende del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos-, la falla de la memoria no tiene por qué empeorar al envejecer porque todo depende de la práctica. “Lo bueno es que la experiencia y el conocimiento general, medidos por el vocabulario, se incrementan con la edad y compensan muchas de las pérdidas cognitivas. La gente mayor puede ser más lenta para responder a ciertos tests cognitivos aunque pueden sacar ventajas de su experiencia y usar mejor la estrategia y la planificación”, detalló Manes.
Entonces, más allá de las conclusiones de Wray, parece evidente que la mayoría de las personas, incluyendo los científicos, pueden tener problemas de memoria con el paso del tiempo. Ese deterioro se refleja en dificultades para recordar sucesos nuevos, nombres, caras, citas, dónde ha dejado las cosas o qué tiene que hacer... Pero, como dijo Manes “el deterioro en la memoria se compensa con la experiencia y el conocimiento general. Si recordáramos todo, todo el tiempo seríamos ‘Funes, el memorioso’”