Según los expertos, la falta de oxígeno durante el nacimiento afecta alrededor de 2 de cada 1.000 recién nacidos y puede causar lesiones cerebrales. Los experimentos han sugerido que la reducción de entre 2 y 5 grados centígrados en la temperatura cerebral aplicada después de la deprivación de oxígeno podría ayudar a disminuir los daños en el cerebro.
Los científicos investigaron si 72 horas de enfriamiento selectivo aplicado en la cabeza, comenzando en las primeras seis horas después del nacimiento, mejoraba el desarrollo cerebral a los 18 meses de los niños que se encontraban bajo riesgo de daño neurológico.
En el estudio participaron 234 neonatos que habían recibido un inadecuado suministro de oxígeno cerebral durante el parto o cuya actividad cerebral eléctrica indicaba un alto riesgo de lesión. Los 108 niños asignados al grupo que recibió la terapia de reducción de la temperatura fueron provistos de una especie de gorro de refrigeración durante 72 horas. Los 110 recién nacidos asignados al grupo control recibieron los cuidados convencionales. Un total de 218 niños fueron seguidos durante 18 meses.
Los investigadores descubrieron que el 55% del grupo que había participado en la terapia de enfriamiento cerebral murió o quedó fuertemente discapacitado y que este porcentaje ascendió al 66% en el grupo tratado con los cuidados médicos tradicionales. Estos resultados sugieren que el enfriamiento de la cabeza comenzado dentro de las seis horas siguientes al nacimiento supone ciertos beneficios en los bebes con daños cerebrales moderados y severos, pero el efecto no fue estadísticamente significativo.
Según el Dr. Alistair J. Gunn, uno de los investigadores del estudio, los resultados sugieren que, excepto en los casos más severos, el enfriamiento selectivo precoz después del nacimiento podría ser un tratamiento clínicamente factible para reducir la discapacidad debida al daño cerebral del neonato. El Dr. Gunn considera que en el futuro las medidas de la actividad eléctrica cerebral podrían ayudar a dirigir el tratamiento a los bebés que pudieran beneficiarse de forma más positiva de este tipo de terapia.
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Lancet
University of Auckland