Houston, ciudad del estado de Texas, ha sido declarada como "la ciudad más obesa" de EEUU por la revista "Men's Fitness", mientras que Seattle, en el estado de Washington, es la más delgada, de acuerdo con esta publicación.
La revista elabora esta lista comparando 14 variables -como número de restaurantes de comida rápida y parques en relación a la población, o calidad del aire- entre 50 ciudades de toda la geografía estadounidense.
"Men's Fitness" también ha tenido en cuenta lo que llama "tentaciones", como el número de establecimientos especializados en rosquillas para concluir que Houston es la ciudad más gorda, seguida de Filadelfia (en Pensilvania), Detroit (Michigan) y Memphis (en Tennessee).
En cuanto a las ciudades más esbeltas, la lista incluye, además de Seattle, Honolulu (en las islas Hawai), Colorado Springs (Colorado), San Francisco (California) y Denver (Colorado).
En Seattle, una ciudad famosa por sus cielos encapotados y por la cantidad de cafeterías en sus calles, los ciudadanos "hacen ejercicio fervientemente", ha declarado Neal Boulton, director ejecutivo de la publicación.
ESTUDIO EN 'JAMA'
La clave no está en el tipo de dieta, sino en la constancia
Tras analizar las dietas Atkins, Ornish, 'de la zona' y Weight Watchers, una investigación concluye que todas ellas logran una pérdida de peso modesta: cinco kilos en un año
El 42% de los voluntarios no llegó al final del estudio porque consideraba que la dieta era demasiado dura y con resultados discretos
Ninguna resultó perjudicial para la salud a corto plazo
Ahora que los excesos navideños comienzan a pasar factura, puede que esté dudando qué dieta seguir para librarse de esos kilos de más: ¿Atkins, Ornish...? Según un estudio publicado en 'JAMA', no existe la dieta ideal. La clave está en ser constante y llevar un estilo de vida saludable.
Muchas de estas dietas (populares por sus famosos adeptos: modelos, actores o cantantes) no cuentan con evidencias científicas que respalden sus supuestas bondades ni que definan cuál de ellas es la mejor. Por eso, Michael Dansinger y su equipo, procedentes del Tufts-New England Medical Center (EEUU), se decidieron a analizar cuatro de estos regímenes:
Atkins: la famosa dieta ideada por el médico del mismo nombre. Consiste en minimizar el consumo de hidratos de carbono (pasta, arroz, pan...); se pueden ingerir todas las grasas que se desee.
Zone (dieta de 'la zona'): cambia la clásica pirámide alimenticia y exige equilibrar el consumo de carbohidratos, proteínas y grasas en una proporción de 40%, 30% y 30%, respectivamente. De este modo, la ingesta de los primeros se reduce drásticamente.
Weight Watchers: restringe las calorías y el tamaño de las raciones. Este régimen otorga a los alimentos una puntuación y luego la persona puede combinarlos sin sobrepasar los puntos máximos.
Ornish: también recibe el nombre el médico que la ideó, autor del 'best seller' 'Come más, pesa menos'. Exige eliminar por completo las grasas.
Según se desprende del trabajo, con todas ellas la pérdida de peso es bastante modesta. "Era de esperar que los resultados entre los participantes que cumplieron el régimen fuesen mejores", a juicio del editorial que acompaña al estudio.
Éste evaluó durante un año a 160 personas con sobrepeso u obesidad (como media, pesaban unos 100 kg) que presentaban problemas como hipertensión o dislipidemia y se sometieron a una de las cuatro dietas. Asimismo, a todos los participantes se les aconsejó consumir suplementos vitamínicos, realizar al menos una hora semanal de ejercicio y evitar apoyo externo para perder peso.
Resultados
Tras el seguimiento, se constató que la cuarta parte de los participantes conseguía perder más del 5% de su peso corporal (unos cinco kilos), mientras el 10% perdía en torno al 10% (unos 10 kg). Más que del tipo de dieta, la cantidad perdida dependía del grado de fidelidad al régimen.
Asimismo se constató que, la menos a corto plazo, estos regímenes no parecían ser perjudiciales para la salud. "Ninguna dieta empeoró significativamente ningún factor de riesgo coronario", comentan. De hecho, todas redujeron los niveles de colesterol 'malo' (si bien en el caso de la Atkins sólo levemente), aumentaron los del 'bueno' (salvo la Ornish) y mermaron los niveles sanguíneos de la proteína C reactiva (un marcador de riesgo cardiovascular).
"Hemos detectado que una variedad de dietas populares puede reducir el peso y varios factores de riesgo coronario bajo condiciones clínicas realistas, pero sólo para la minoría de individuos que pueden sostener un buen nivel de adherencia a la dieta", resumen Dansinger y sus colegas.
Y es que el 42% de los voluntarios no llegó al final del estudio, porque consideraban que "la dieta asignada era demasiado dura o porque no estaban obteniendo la pérdida de peso suficiente", reza el artículo. Los abandonos eran algo más frecuentes entre los participantes asignados a las Atkins y Ornish, lo que "sugiere que muchos individuos pueden considerar estas dietas demasiado extremas", precisa.
Consejos
"Sospechamos que las tasas de adherencia y las mejorías podrían haber sido mejores si los participantes hubiesen sido capaces de elegir libremente entre las cuatro opciones. Nuestros hallazgos ponen en duda la idea de que un tipo de dieta es la mejor para todo el mundo y que se debe hacer caso omiso a las demás", comentan los autores.
Estos recomiendan que se le ofrecan al paciente varias opciones para poder decidir la que se ajusta más a sus preferencias alimenticias, su estilo de vida o su perfil de riesgo cardiovascular.
Sin embargo, el editorial que acompaña a este trabajo es de otra opinión. "El mejor tratamiento para la obesidad es la prevención mediante un control cuidadoso de la alimentación y del estilo de vida, además de la actividad física", dice. Una vez que el problema ha aparecido, el autor considera que la dieta aconsejable es un elevado consumo de frutas y verduras, cereales integrales y pescado.
"Aunque esta estrategia puede llevar únicamente a cambios de peso modestos, similares a los de las dietas populares evaluadas por Dansinger y su equipo, los médicos y otros profesionales sanitarios deben enseñar al paciente que tanto la calidad como la cantidad de la dieta son importantes, y que es posible [conseguir] una pérdida de peso estable si se añade actividad física y cambios de conducta a una modesta pero persistente restricción calórica", concluye.