Razón para el desarrollo de la vacuna
El Estreptococo grupo A ( GAS, o Estreptococo pyógenes) es una de las causas más comunes y versátiles de infección bacteriana entre los niños. En los países industrializados, predominan la faringitis y el impétigo, considerando que las infecciones severas y secuelas no supurativas como la fiebre reumática aguda (FR) han declinado en forma importante durante los últimos 60 años. Sin embargo, a finales de la década del 80, había informes crecientes de FR, fasciitis necrotizante asociados a GAS y la emergencia del síndrome shock tóxico estreptococcico, (TSS). La incidencia de estas manifestaciones se ha estabilizado; en 2002, hubo 31200 muertes americanas por enfermedad invasiva.
En los países en vías de desarrollo, la FR es la causa más común de morbilidad y mortalidad cardíaca en las primeras 5 décadas de vida. Hay 12 millones de casos y 400.000 muertes cada año. Globalmente la FR constituye la carga más grande de salud del GAS.
Aunque los antibióticos son eficaces en el tratamiento de la faringits por GAS y en la prevención primaria y secundaria de los episodios de FR, hay limitaciones. Casi un tercio de casos de FR son precedidos por la infección por GAS no reconocida. En muchas regiones, los recursos no están disponibles para la eficaz prevención primaria y secundaria. Incluso ante la terapia adecuada, el resultado de la enfermedad invasiva puede ser pobre. El desarrollo de una vacuna de GAS segura, eficaz y económica tiene el potencial para superar muchas de estas barreras.
Viabilidad de una vacuna anti-GAS eficaz
La inmunidad después de la infección natural y la evidencia de protección vacuna-inducida en los animales y humanos apoya la viabilidad de desarrollar una vacuna anti- GAS. Dado que la FR sigue a la infección faríngea por GAS y los antibióticos son eficaces en la prevención primaria y secundaria de FR, se supone que una vacuna que prevenga la faringitis por GAS también prevendría la FR.
Otros factores podrían influir en la vacuna. Éstos incluyen la percepción de las autoridades de salud locales y el público sobre el valor de tal vacuna. Un Instituto de análisis de costos-beneficios de medicina sobre la vacunación anti-GAS en EE.UU. estimó que los costos de cuidado de salud anuales para el GAS alcanzan los u$s 493 millones. Ellos predijeron que una vacuna que proporcione inmunidad a 95% de los lactantes con 75% de eficacia ahorraría $314 millón. Análisis similares del costo-beneficio no están todavía disponibles para los países en vías de desarrollo.
Perspectiva histórica
En los años cuarenta, se inyectaron 34.000 adultos jóvenes con vacunas celulares inactivas. Estas produjeron reacciones sistémicas y locales, algunos de las cuales eran severas pero no previnieron la enfermedad por GAS.
La proteína M, un factor de virulencia mayor para el GAS con un valor potencial como un antígeno de la vacuna, confiere resistencia a la fagocitosis, actuando como una adhesina. En los años sesenta, ensayos clínicos en adultos y niños usaron vacunas parenterales que consistían en la proteína M parcialmente purificada o preparaciones de la pared celular con proteína M. Éstas eran inaceptablemente reactogénicas e incoherentemente inmunogénicas. Sin embargo, cuando se inyectó con el adjuvante de aceite de mineral, indujeron anticuerpos bactericidas, proporcionando el estímulo de tal manera que la vacuna a proteína M puede ser una estrategia eficaz.
Estudios dirigidos en los años setenta demostraron la viabilidad de desarrollar una vacuna de GAS. Se inmunizaron voluntarios seronegativos con 3 dosis mensuales de placebo o purificados de proteínas M1, M3 o M12 administradas subcutánea o vía aerosol. Luego de 1 mes fueron desafiados con un homólogo tipo M de amígdalas y faringe. Tanto la vacuna parenteral como la mucosa protegieron a voluntarios contra la enfermedad, aunque las diferencias sólo lograron importancia estadística para la vacuna M1. Los vacunados con vacunas en aerosol sobre mucosas tenían menos cultivos de garganta positivos después del desafío que aquéllos vacunados con la vacuna parenteral.
Un adelanto importante ocurrió cuando investigadores descubrieron las técnicas para crear fragmentos de la proteína M altamente purificada como los antígenos de la vacuna. El M24 fue bien tolerado y provocó respuestas de anticuerpos que eran bactericidas pero no reaccionaron en forma cruzada con el tejido miocárdico, demostrando que esa reactogenicidad pudiera superarse e inducir inmunidad tipo-específica.
Un ensayo en los años sesenta que involucró a una vacuna con proteína M3 parcialmente purificada generó controversia cuando los investigadores informaron un aumento claro en la proporción de ataque de FR entre niños vacunados comparados con los controles históricos. Si estos casos eran causales, asociados con la vacunación sigue siendo de comprobación incierta, pero los test con vacunas GAS cesaron durante cerca de treinta años.
Artículo comentado por el Dr. Edgardo Checcacci, editor responsable de la especialidad de Pediatría.