Sus palabras durante el acto de recordación del décimo aniversario del fallecimiento del Dr. Escardó fueron, de algún modo, el puntapié inicial de este homenaje...
Así es. Allí plantee que, en este momento del país, debemos resaltar la figura de las personas que dejaron cosas positivas en el campo de los valores reales.
¿Qué recuerdos tiene del Dr. Escardó?
Quienes lo conocimos no podremos olvidar, sobre todo, su pasión. Fue un visionario, un precursor. Frente a lo que consideró injusto, intolerable o anacrónico, opuso su criterio con fervor. Y el tiempo se ocupó muchas veces de darle la razón.
Usted se dedicó a bucear en la biografía del doctor. ¿Qué puede contarnos de su genealogía?
Florencio Enrique Juan Escardó nació el 13 de agosto de 1904 en Mendoza y murió el 31 de agosto de 1992 en Buenos Aires, a los 88 años. Sus padres, que se casaron el 19 de marzo de 1902, fueron Florencio Escardó y Telésfora Taborda Giralt, ambos de nacionalidad uruguaya. El padre fue empleado y la madre, ama de casa. El Dr. Escardó fue el segundo hijo de la pareja.
¿Cómo decidió Florencio dedicarse a la medicina?
Según contaba, a los 12 años sintió que quería ser médico para imitar a su bisabuelo, Gregorio Escardó, que fue cirujano del ejército inglés que luchó contra Napoleón. Siempre recordaba: "fue un médico como yo; cuando murió dejó una gran cuenta sin pagar en la botica por los remedios que les daba a los pobres".
Recuérdenos cuáles fueron las ideas introducidas por el Dr. Escardó en el campo de la Pediatría.
Lo más destacado de las innumerables mejoras que introdujo Escardó tuvo relación con aspectos psicosociales de la Pediatría. Desde su cátedra en la universidad y su práctica profesional fue generando propuestas que hoy vivimos como insoslayables: la lucha contra el abandono y el hospitalismo y su dramática incidencia en la salud del niño lo llevaron a hacer de la internación conjunta madre/hijo una condición de humanismo y eficacia ineludible. Tardó 33 años en lograrlo, en su querida Sala 17, y decía: "es la única cosa de la que estoy orgulloso en la vida".
Otro de los avances que introdujo fue el de la práctica interdisciplinaria al crear la primera residencia de Psicología en el Hospital de Niños -hace 50 años- e incorporar la labor de psicólogas y asistentes sociales en el hospital.
Por otra parte, fue un gran académico; realizó su carrera docente -que comenzó en el año 1929- en la Facultad de Medicina de la UBA. Terminó siendo Profesor Titular de Pediatría en 1957, en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En el año 1958 fue decano de la Facultad de Medicina y vicerrector de la UBA.
En su cargo de vicerrector tomó una decisión que, para la época, era muy avanzada...
Así es. En aquella época los colegios universitarios Nacional de Buenos Aires y Carlos Pellegrini eran de varones, y él los transformó en mixtos. ¡Se le vino el país encima! Pero él soportó las críticas porque era un gran luchador. "Todavía se me critica haber conseguido que las mujeres entraran en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en el Carlos Pellegrini", decía tiempo después. "Me pareció monstruoso que las mujeres no estuvieran en el colegio: en el mundo conviven ambos sexos, entonces, también deben hacerlo en el colegio. Eso es educación, eso es enseñanza. Mi vergüenza fue que, durante los primeros diez años, la primera alumna fue siempre una mujer".
En su rol docente, ¿qué características lo distinguieron?
Daba clases a los alumnos bajo un ombú cerca de la Sala 17. Recibió muchas críticas, pero él lo hacía a la manera de Hipócrates que, en la isla de Cos, se reunía con sus alumnos alrededor de un plátano. Además, fue el primero en sacar a los alumnos del hospital. Había creado un centro de salud en la isla Maciel y hacia allí iban sus estudiantes, cruzando el río en un bote para empaparse del concepto de atención primaria. Siempre repetía "la comunidad enseña y se organiza sola".