El Doppler transcraneal es una prueba útil en el seguimiento del paciente neurocrítico y en el diagnóstico de muerte encefálica. Además, es una prueba de fácil aprendizaje, rápida, reproducible, fiable, barata e incruenta. De este modo concluye el estudio que aparece en las páginas del último número de "Medicina Clínica".
Según la legislación vigente, la muerte encefálica supone el cese irreversible de las funciones de todas las estructuras encefálicas. Este estado equivale clínica y legalmente a la muerte del individuo. Su diagnóstico debe ser seguro y preciso porque en él se basan decisiones como el explante de órganos o la retirada de medidas artificiales de mantenimiento vital.
El diagnóstico de muerte encefálica es fundamentalmente clínico. No obstante, existen circunstancias que obligan a realizar exploraciones complementarias (electroencefalograma, potenciales provocados, angiografía, gammagrafía, angiografía por sustracción, Doppler transcraneal) y en todos los casos es recomendable contar con al menos una técnica de apoyo. Una de estas exploraciones es el Doppler transcraneal (DTC), mediante el cual se demuestra el cese del flujo cerebral efectivo en las arterias cerebrales durante un intervalo de 30 minutos.
En el estudio de "Medicina Clínica", realizado en el Hospital Universitario La Fe de Valencia, los autores describen las condiciones clínicas reales en las que se diagnostica el estado de muerte encefálica y establecen la utilidad del DTC, con sus limitaciones y ventajas respecto a otras técnicas. Los resultados del trabajo confirman que el DTC tiene especificidad (100%) y sensibilidad (92%) altas, y apuntan a que el DTC puede ser una exploración complementaria fundamental en el diagnóstico de muerte encefálica. Insisten, además, en que la actitud frente al paciente con sospecha de muerte encefálica debe ser uniforme y protocolizada, debido a las dificultades que entraña su diagnóstico.
Por otro lado, el Dr. Moreno Molina, médico del servicio de cuidados intensivos del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, concluye y destaca en su editorial que “el DTC debería implantarse en todos los centros hospitalarios para mejorar el diagnóstico de muerte encefálica, la dignidad humana del paciente, gestionar adecuadamente los recursos e incrementar la donación de órganos”.
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