Aunque la infestación con el Ascaris lumbricoides causa varias complicaciones intestinales, el sangrado gastrointestinal masivo es raro. Los autores informan dos casos de lactantes que se presentaron con hematemesis masiva. En el primero paciente, se realizó una gastroduodenoscopía. Se encontraron las lombrices intestinales adhiriendo a una úlcera duodenal rezumante. La perforación duodenal ocurrió después de la extración de los parásitos. El segundo caso presentaba hematemesis junto con peritonitis. La exploración encontró un vólvulo y un segmento gangrenoso del ileon distal. Ambos lactantes habían eliminado las lombrices intestinales previamente en las heces.
La infestación gastrointestinal con el Ascaris lumbricoides es común en los países templados y tropicales, sobre todo en áreas de sanitariamente pobres. Un estudio en Thailandia del sur encontró 38% de las heces positivos para huevos de ascaris en un pueblo pequeño. Los gusanos adultos que viven en el intestino delgado pueden causar varios síntomas. La ascariasis crónica, que lleva a la desnutrición, a la pérdida de sangre microscópica, y a la anemia son comúnes entre los niños en los países en vías de desarrollo.
La infestación importante puede producir obstrucción intestinal, vólvulo, intususcepción, obstrucción biliar, o pancreatitis. Sin embargo, la hemorragia gastrointestinal masiva raramente ocurre. Hay sólo 4 informes de hematemesis por ascariasis gástrica y un caso de hematoquezia por ascariasis colónica. Hasta la fecha, según los autores de este artículo no se han publicado casos pediátricos, con esta condición.
La mayoría de las lesiones en los informes anteriores era la corrosión del mucosal múltiple dentro del estómago. La úlcera en el primer paciente se localizó en el duodeno que es el sitio usual de una úlcera péptica. Si los ascaris causaron esta úlcera o era un occurrencia es discutible. Sin embargo, la adhesión de uno de los parásitos a la herida y la ausencia de cualquier historia de predisposición péptica nos llevó a los autores a considerar que el parásito se asociaba con el sangrado. La infiltración de eosinófilos en el tejido del borde de la úlcera confirmó la infestación crónica.
Se piensa que la patogénesis del sangrado es el trauma mecánico de la migración masiva del ascaris o la irritación química de sus secreciones. El trauma superficial podría hacer la mucosa más vulnerable a bacterias o ácido. O, contrariamente, la úlcera duodenal puede inducir al parásito para organizarse en el duodeno y precipitar el sangrando más severo. Debida a que la endoscopía no se realizó en el segundo caso, una lesión de la mucosa dentro del tracto gastrointestinal superior no podría documentarse. Sin embargo, los vólvulus segmentarios, causados por la masa parasitaria, no podrían explicar la hematemesis que se había prolongado durante una semana antes de la perforación.
Una pelota parasitaria que causa obstrucción intestinal puede tratarse con éxito mediante la sola medicación. Sin embargo en caso de obstrucción junto con sangrado gastrointestinal, debe sospecharse un vólvulo, y los autores sugieren tratamiento quirúrgico. El control de infestación recurrente depende de la educación sanitaria que se de a la comunidad y debe requerirse seguimiento periódico.
Los autores concluyen que la infestación parasitaria como una causa de sangrado gastrointestinal debe ser sospechada en los pacientes pediátricos de áreas rurales. Una historia de eliminación de parásitos en las heces o por vómitos puede ser una buena pista clínica de esta condición.
Artículo comentado por el Dr. Edgardo Checcacci, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Pediatría.