Precisamente para conocer mejor las peculiaridades de la mujer con epilepsia y los factores a considerar a la hora de elegir su mejor tratamiento se celebró ayer en el marco del XXV Congreso Internacional de Epilepsia (IEC), que está teniendo lugar en Lisboa, el simposio satélite "Women in Mind: Addressing Issues in All Stages of Life".
Según se afirmó en este encuentro, los problemas de salud de las mujeres con epilepsia son complejos y multifactoriales y es imprescindible un conocimiento perfecto de todos ellos, tanto por parte de los ginecólogos como de los neurólogos, para conseguir un cuidado adecuado de las pacientes en las diferentes etapas de su vida, sobre todo en la reproductiva. Sin embargo, y a pesar de representar un colectivo tan importante, aspectos puntuales como anticoncepción, embarazo, disfunciones reproductoras o lactancia no habían recibido una merecida atención hasta hace muy pocos años.
“Desgraciadamente -explicó el Dr. J. Paul Leach, neurólogo del South Glasgow University Hospitals Trust de Escocia- la manipulación hormonal tiene por si sola un pequeño efecto en el alivio de la epilepsia y son los distintos fármacos antiepilépticos los que conforman el tratamiento de elección para el control de las crisis. Por eso la búsqueda del equilibrio entre el control de las crisis y los efectos secundarios de estos fármacos siempre ha sido un desafío en el tratamiento de la mujer epiléptica”. De hecho, tanto los hombres como las mujeres que reciben estos tratamientos pueden sufrir cambios en el metabolismo de sus hormonas esteroideas, lípidos y en el metabolismo óseo.
El Dr. Leach resaltó la importancia de la eficiencia del tratamiento farmacológico elegido, esto es la suma de su eficacia y tolerabilidad. “Por lo tanto, cuando se prescribe un fármaco antiepiléptico a una mujer en edad fértil es importante considerar sus posibles circunstancias futuras (embarazo), tratamientos (por ejemplo, anticoncepción oral) y riesgos (como la osteoporosis)”.
“Las investigaciones en curso indican que algunos antiepilépticos pueden alterar las funciones reproductivas y metabólicas de la mujer que padece epilepsia -afirmó la Dra. Marta Morrell, profesora de Neurología Clínica en la Universidad de Columbia y directora de su Centro de Epilepsia- y por eso las pacientes deben colaborar activamente con su médico para encontrar un tratamiento que no sólo garantice el continuo control de sus crisis, sino que además, sea bien tolerado a largo plazo”.
La Dra. Anneliese Schwenkhagen, endocrina del Centro de Epilepsia de Hamburgo (Alemania), recordó la importancia de que la mujer con epilepsia reciba cuidados ginecológicos y obstétricos personalizados para que pueda conseguir buenos resultados tanto en un posible tratamiento anticonceptivo como en un futuro embarazo.
En concreto, la Dra. Schwenkhagen recordó la importancia de que la mujer con epilepsia programe su embarazo (algo que hace menos del 50%) y reciba asesoramiento preconcepcional sobre la mejor terapia para controlar sus crisis durante éste, minimizando al mismo tiempo sus posibles efectos adversos, entre los que se encuentran potenciales malformaciones en el feto.
Aunque el riesgo de malformaciones mayores y anomalías menores es de dos a tres veces superior en los niños nacidos de madres con epilepsia que toman estos fármacos que en los de madres sin epilepsia, el Dr. James Morrow, del Royal Victoria Hospital de Belfast (Irlanda del Norte), insistió en que más del 90% de las mujeres con epilepsia dan a luz un hijo completamente sano. “Las posibilidades que tienen las mujeres con epilepsia de tener un hijo sano son excelentes”, precisó.
En este Simposio, patrocinado por GSK, también se puso de manifiesto la importancia de contar con registros de embarazos en mujeres con epilepsia, una importante fuente de información para las mujeres y sus médicos sobre los posibles riesgos del uso de antiepilépticos durante este periodo. De hecho, varios estudios asocian a algunos antiepilépticos con una mayor frecuencia de determinadas anomalías en el nacimiento.
Así, según explicó el Dr. Morrow, el Registro de Epilepsia y Embarazos de Reino Unido (iniciado en 1996) analizó los resultados de 2.637 embarazos para determinar los riesgos relativos de anomalías de nacimiento, tales como defectos del tubo neural y cardiopatías, en mujeres tratadas con antiepilépticos. En concreto, los últimos datos pusieron de manifiesto que en el caso de utilización rutinaria de lamotrigina en monoterapia, la incidencia de anomalías de nacimiento fue del 2,1%, frente al 2,4% en mujeres epilépticas sin tratamiento. En las pacientes tratadas con ácido valproico, la proporción de anomalías de nacimiento fue del 5,9%.
Por su parte, los datos del Registro Internacional de Embarazos Lamotrigina (iniciado por GSK en 1992), presentados también en este Simposio, confirman los resultados del primero. Así, la frecuencia de anomalías de nacimiento importantes tras la exposición a lamotrigina fue del 3,0%, una proporción muy similar al rango de 2-4% estimado para la población general. Los resultados de estos registros sugieren que el uso de este fármaco en monoterapia puede reducir los riesgos que afectan al feto, aunque como en el caso de cualquier antiepiléptico, lamotrigina debe administrarse durante el embarazo sólo si el beneficio justifica el riesgo potencial.
“Globalmente -explicó el Dr. Morrow- se ha corroborado un mayor riesgo de malformaciones congénitas graves en aquellas mujeres expuestas al ácido valproico, mientras que algunos de los nuevos tratamientos, incluyendo lamotrigina, no muestran diferencias con respecto a los niveles normales”.
Por otra parte, varios antiepilépticos están relacionados con una disminución de la masa ósea y alteraciones del metabolismo mineral de los huesos que pueden constituir el primer paso hacia una osteopatía. Esta asociación es especialmente importante en el caso de las mujeres epilépticas, que ya presentan un mayor riesgo de osteoporosis.
En este sentido, los resultados presentados en el encuentro sugieren un perfil óseo favorable en los pacientes tratados con lamotrigina, que presentaron mayores niveles de calcio y vitamina D. “Estos datos sugieren que este antiepiléptico no afecta al metabolismo mineral de los huesos, mientras que los demás tienden a la pérdida de masa ósea”, explicó la Dra. Morrell que defendió la necesidad de monitorizar la densidad ósea y establecer un tratamiento profiláctico con calcio y vitamina D tanto en hombres como en mujeres con epilepsia tratados con estos fármacos.
En la actualidad existen 26 medicamentos disponibles para el tratamiento de la epilepsia, 8 de los cuales han sido introducidos en los últimos 10 años, en lo que los expertos en epilepsia reunidos en Lisboa consideran una “benéfica explosión de tratamientos”. Por otra parte se calcula que en el mundo hay alrededor de 25 millones de mujeres con epilepsia.
Webs Relacionadas
GSK
http://www.gsk.com/
XXV Congreso Internacional de Epilepsia (IEC)
http://www.epilepsylisbon2003.org/scie_info.htm/