Discreción

En los ascensores del hospital se vulnera la intimidad del paciente

Un estudio publicado por el BMJ aporta datos sobre la falta de cuidado de los profesionales al referirse informalmente a sus pacientes en el ámbito hospitalario.

Autor/a: Por Ángeles López

Quizá no le ha pasado nunca, pero probablemente si pone el oído mientras que sube o baja en los ascensores de los hospitales no le resulte difícil escuchar alguna conversación comprometida. Y es que parece que a los médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud les cuesta mantener la discreción en estos habitáculos. Según un estudio, en uno de cada 10 viajes en elevador, el personal sanitario "charla" sobre sus pacientes, algo que rompe la privacidad de estos enfermos.

En todas las facultades y escuelas relacionadas con la salud es una de las advertencias que primero se da a los estudiantes y futuros profesionales: ¡Cuidado con lo que se habla por los pasillos y ascensores del hospital!Y es que no es infrecuente oír quejas, chistes o intercambio de información sobre las personas con las que habitualmente se trabaja allí, sin pensar que en ese momento se tenga al lado a un familiar o amigo del susodicho que no debe o no quiere conocer "ciertos detalles" del paciente.

Un equipo de la Universidad de Toronto (California) ha llevado a cabo un estudio para investigar el número y la naturaleza de los comentarios que comprometen la intimidad del paciente durante los trayectos que se realizan en los ascensores de los hospitales y las reacciones de los colegas que son testigos de esas conversaciones.

Se recogieron los datos, tiempo, duración y localización de cada viaje en el ascensor de un hospital durante un horario habitual a lo largo de dos semanas. Los autores detectaron 18 comentarios que consideraron comprometían la privacidad del paciente, en 13 de los 113 trayectos evaluados. Tan sólo en dos ocasiones se produjeron reacciones por parte de estudiantes de medicina que intentaron minimizar la violación de la confidencialidad proponiendo otro lugar para seguir la conversación.

Los más "charlatanes" fueron los médicos, con 11 comentarios indiscretos, seguidos por otros profesionales de la salud con seis conversaciones inoportunas y por las enfermeras con tan sólo una charla improcedente. La mayoría de los "chismes" hacían referencia a los pacientes por sus letras iniciales o por el motivo de ingreso, aunque los nombres completos se mencionaron en cuatro ocasiones.

El estudio "evidencia que los lapsus públicos sobre la confidencialidad de los pacientes son habituales", comentan los autores de la investigación. Además, añaden que el pequeño número de reacciones muestra que otros profesionales de la salud también tienen poca o ninguna concienciación sobre el tema cuando se suben a los ascensores.

"Las instituciones de salud deberían promover un entrenamiento eficaz para minimizar estas violaciones a la privacidad. Esperamos que lo observado aquí y en todos los centros sanitarios se tome en cuenta para mejorar la discreción y que los pacientes puedan confiar su cuidado a nosotros", concluyen los autores de este estudio publicado en el último número de 'British Medical Journal'.

Quizá, a partir de ahora, los ascensores y pasillos de los hospitales dejen de ser lugares de inspiración para viñetistas y guionistas, pero seguramente una mayor discreción dará lugar a una mayor privacidad para el paciente, algo que siempre se agradece cuando uno es el afectado.