La creación del Museo Picasso Málaga fue posible gracias a la conjunción de varias voluntades: por una parte, la de sus herederos Christine y Bernard Ruiz-Picasso, convencidos de que a éste le habría satisfecho la iniciativa de emplazar un centro de exhibición permanente de su obra en su ciudad natal, y, por otra, la del gobierno andaluz, que no escatimó medios para que este compromiso se materializase de la mejor manera posible.

En relación con la voluntad de estos herederos de reintegrar a Picasso a Málaga, hay dos precedentes muy significativos: en 1992, Christine Ruiz-Picasso, la mujer del primogénito del artista, Paul, encabezó el apoyo prestado por los herederos para que tuviera lugar en Málaga la exposición Picasso clásico; dos años después, en 1994, Christine Ruiz-Picasso dio un decisivo paso más al ofrecer su colección personal para que se exhibiese, de nuevo, en Málaga, lo que dio lugar a la muestra Picasso. Primera mirada. Colección Christine Ruiz-Picasso.

Las exposiciones citadas estuvieron a cargo de Carmen Giménez y fueron patrocinadas por la Junta de Andalucía, pero, a pesar de que su calidad y su resonancia crearon un clima muy favorable para pensar en la posibilidad de que era viable una presencia permanente de la obra de Picasso en Málaga, aún faltaba lo más difícil; esto es: encontrar el equilibrio entre el deseo de Christine y Bernard Ruiz-Picasso de hacer una donación significativa de obras de Picasso, y el de que el Museo que acogiera las obras reuniera las condiciones adecuadas.